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Jueces populistas

La misión del juez es simplificar lo complejo, no enredarlo. El juez complicado no lo entiende y acaba fastidiando a las partes del juicio: dificulta y confunde. Foto
La misión del juez es simplificar lo complejo, no enredarlo. El juez complicado no lo entiende y acaba fastidiando a las partes del juicio: dificulta y confunde. Foto Canva
16 de octubre de 2025 08:18

Diferencias entre jueces arbitrarios, complicados y frívolos.

El arbitrario. Al decidir 1) no considera las propuestas por las partes y las deja sin solución; 2) resuelve temas no planteados; 3) se arroga el papel del legislador sin sentirse sujeto al orden jurídico positivo; 4) prescinde del texto legal, sin justificación técnica; 5) aplica disposiciones derogadas, no vigentes, inválidas, de menor jerarquía que otras; 6) aplica normas de contenido amplio y ambiguo, en lugar de aplicar las que regulan cabalmente el hecho que juzga; 7) prescinde de la prueba decisiva; 8) invoca pruebas inexistentes; 9) desprende hechos diversos de los que es factible desprender de autos; 10) hace afirmaciones dogmáticas; 11) incurre en excesos formalistas que lo alejan de la sustancia; 12) se contradice en sus determinaciones; 13) contraviene decisiones previas y firmes; 14) desconoce el derecho constitucional y, por ello, ve los casos desde el orden jurídico secundario o, peor, interpreta el derecho constitucional como si fuera un código secundario.

El complicado. La misión del juez es simplificar lo complejo, no enredarlo. El juez complicado no lo entiende y acaba fastidiando a las partes del juicio: dificulta y confunde.

El frívolo. Es el que adereza sus sentencias con citas vanas de doctrinas, sentencias de tribunales internacionales, normas constitucionales y convencionales que no sirven de premisas eficaces para construir su decisión, y hasta con ignorancia de los antecedentes, fundamentos, correspondencias conceptuales y propósitos de sus insumos. Sólo engrosa el número de fojas.

El juez que para serlo participa en el juego político de elecciones y que entra a un sistema sujeto a la fiscalización sin límites nítidos de entes partidistas (por su origen y las filias de sus integrantes) como el Tribunal de Disciplina y el Órgano de Administración, tendrá incentivos para ser arbitrario, complejo y frívolo. Ello, porque deber el cargo a quien apostó por incluirlo en los acordeones o a quienes convenció con ofertas de campaña; supone favoritismo hacia sus causas y éstas no siempre serán legales ni legítimas; y si triunfan en las sentencias siempre quedará la duda de si el fallo es favorable por el mérito de la causa o por el patrocinio o por la eventual fiscalización de los entes de disciplina o de administración, y entonces es viable ver en sus consideraciones alguno de los 14 caminos de la arbitrariedad.

Deberse al populismo, si bien es “simplificador” (todo es blanco o negro), lleva a la “maroma” para sostener lo insostenible y quedar bien con el elector real: los votantes y fiscalizadores. Para los jueces de elecciones, sin entrenamiento en el oficio, será muy atractivo insertar en sus fallos cuanta cosa los haga ver, a sus propios ojos, a los de los fiscalizadores, a los del elector profano o a los de sus electores reales, como seres sabios y profundos.

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Peritos particulares practicaron estudio siquiátrico a Lex Ashton

La Fiscalía General de Justicia capitalina también hará otra.

Jueces populistas

El juez que para serlo participa en el juego político de elecciones y que entra a un sistema sujeto a la fiscalización sin límites nítidos de entes partidistas (por su origen y las filias de sus integrantes) como el Tribunal de Disciplina y el Órgano de Administración, tendrá incentivos para ser arbitrario, complejo y frívolo.
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