Washington y Nueva York., Imágenes de tropas militares en uniformes antimotines dando vueltas en vehículos artillados por las calles de algunas de las principales ciudades del país –incluyendo la capital– sumándose a agentes federales frente a oficinas y centros de detención del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE), y videos de arrestos violentos de civiles por la policía secreta se difunden diariamente en los medios sociales, noticieros conservadoresy mediante los contenidos de influencers alineados con el presidente, todo parte de un gran espectáculo coreografiado aunque de consecuencias reales.
Esa exhibición ilustra el éxito del trabajo de manipulación de medios del gobierno de Donald Trump, pero oculta la realidad de que no existe esa “guerra” encabezada por “izquierdistas radicales” y otros “enemigos internos”, como repiten día tras día el mandatario y su gabinete, los voceros, y sus asesores.
Lo que sí es real es una creciente resistencia a las políticas impulsadas por el gobierno en Washington de parte de sus opositores políticos y por aquellos que están sufriendo las consecuencias de esas políticas.
Pero la realidad podría no importar. Para Trump, las imágenes de sus tropas desplegadas en las calles de ciudades que están bajo gobiernos demócratas construye una narrativa que difunde masivamente a sus simpatizantes, y que son útiles para casos judiciales cuyo objetivo es ampliar el poder presidencial.
El magnate y su equipo están conquistando el ámbito mediático estadunidense como ningún gobierno había logrado, y ese dominio de la narrativa mass media es esencial para la consolidación acelerada de su poder. No obstante, el contraste con la realidad es, pues, increíble. “Lo asombroso en Portland es que ves incendios por todas partes, ves peleas”, insistió Trump la semana pasada ante medios.
Un reportero de CNN enviado a esa ciudad descubrió que los manifestantes estaban concentrados en una sola cuadra alrededor de una instalación del ICE y que la mayoría estaban disfrazados de ranas, pollos y otros animales, que bailando se burlaban de la fuerza federal que Trump había ordenado en su contra.
El conservador The Wall Street Journal reportó que justo antes de que la Casa Blanca anunciara el despliegue de militares a la “zona de guerra” en Portland, había cuatro manifestantes frente al ICE, y uno de ellos estaba disfrazado de pollo.
En Chicago, el Departamento de Seguridad Interna realizó un operativo con agentes armados descendiendo de cuerdas desde helicópteros Blackhawk para tomar por asalto un edificio de departamentos, mientras otros agentes armados derribaron puertas a la una de la mañana, generando pánico entre las familias residentes.
Para las 3 de esa mañana, medios locales reportaron que cientos de personas –la mayoría ciudadanos estadunidenses, incluyendo a un buen número de niños, fueron capturados saliendo de sus camas en piyama o incluso desnudos, inmovilizados con plásticos de seguridad y sacados a la calle donde esperaron horas antes de ser liberados.
El equipo de agentes tenía videocámaras para documentar su gran asalto. La reportera de CNN Priscilla Alvarez preguntó más tarde al jefe de la Patrulla Fronteriza, Greg Bovino, la razón de videograbar a esa escala. Respondió: “nuestros medios sociales están diseñados para darle al público una imagen en tiempo real de lo que verdaderamente está ocurriendo, sea en la frontera o ahora en Los Ángeles o Chicago; lo que verdaderamente está ocurriendo. Entonces, pueden ver los medios sociales… y están recibiendo una imagen precisa de lo que está ocurriendo… Esa es la vida real y puede ser tan real que parece Hollywood.”
Pero esa “vida real” de medios locales y las comunidades es otra. La semana pasada, agentes del ICE en el Centro de Detenciones Broadview, en las afueras de la ciudad de Chicago, encapsularon a un cura católico que llegó a darles comunión a los detenidos.
Al otro lado de la ciudad, en un concierto masivo de Chance The Rapper, la pantalla en el escenario decía “Fuck ICE”. Hace una semana, miles marcharon por las calles de la referida ciudad de Illinois detrás de mantas que decían “No a Trump, no a las tropas”.
Chicago y Portland no son excepciones. Manifestantes están marchando en protesta contra el ICE en lugares como Cedar Rapids, en Iowa, y Waco, en Texas, Nueva York, Washington, Atlanta y cada mes repiten más las movilizaciones.
La próxima cita para tomar las calles por todo el país bajo el lema “Día sin Reyes” contra la agenda de Trump es este sábado. La anterior, realizada el 14 de junio, fue calificada como la acción de protesta de un solo día más grande en la historia de Estados Unidos, con unos 5 millones de participantes.
Una amplia mayoría de la población –de demócratas y republicanos– se oponen al despliegue de tropas dentro de este país, según encuestas de este mes. O sea, el espectáculo –y sus imágenes preparadas– no refleja la realidad de las calles del país, ni tampoco cuenta con respaldo público.
Algunas, las políticas principales del huésped de la Casa Blanca –esa combinación de medidas antimigrantes y de aranceles– están empezando a tener efectos adversos incluso para sus filas de apoyo.
El cese casi completo del flujo de mano de obra indocumentada está amenazando “la estabilidad de la producción de alimentos y la estabilidad de los precios para los consumidores estadunidenses”, advierte el Departamento del Trabajo en el Registro Federal.“A menos de que el departamento actúe de inmediato para ofrecer una fuente de mano de obra estable y legal, esta amenaza se incrementará”.
Este reconocimiento del problema laboral –revelado por The Washington Post– contradice la insistencia del Departamento de Seguridad Interna de que ciudadanos estadunidenses podrían suplir a los migrantes en ése y otros sectores. “Trabajadores estadunidenses calificados y elegibles no estarán disponibles en números suficientes”, afirma esa secretaría.
Además, los aranceles también han afectado al sector agrario al perder clientes de exportaciones. En un esfuerzo para abordar esta crisis, el gobierno de Trump está buscando otorgar 40 mil millones de dólares en asistencia financiera este año –casi tres veces más que el año anterior.
Al mismo tiempo, los precios de productos básicos, como jabón, papel y cerveza, se han incrementado hasta 50 por ciento sólo en los últimos seis meses.
“El capitalismo podría ser el mejor freno sobre el gobierno de Trump al largo plazo”, comentó bajo condición de anonimato una observadora. Pero hasta la fecha, no se nota.