°C -
|

La Jornada

Últimas noticias
Anuncio
Anuncio

Un Estado enemigo de dos pueblos

El Estado de Israel pareciera padecer el síndrome de Estocolmo: ahora sigue las enseñanzas de sus victimarios nazis, pero con una fuerza y tecnologías militares mucho mayores que las de los hitlerianos. Foto
El Estado de Israel pareciera padecer el síndrome de Estocolmo: ahora sigue las enseñanzas de sus victimarios nazis, pero con una fuerza y tecnologías militares mucho mayores que las de los hitlerianos. Foto Ap / archivo
30 de septiembre de 2025 00:01

En septiembre de 1910 se celebró con gran jolgorio y alegría el centenario de la Independencia de México. Multitudes aclamaron al dictador Porfirio Díaz y se olvidaron las atrocidades cometidas por éste, no sólo las de Río Blanco y Cananea, sino muchas más. Esta desbordante alegría se terminó en noviembre de ese mismo año y comenzó la revolución contra un gobierno tiránico. 

La revolución iniciada en 1910, si bien tenía como objeto legítimo acabar con un régimen despótico, hizo florecer también muchos actos de violencia extrema contra gran cantidad de personas; la violencia que se había ejercido contra el pueblo devino en violencia no sólo contra los reaccionarios, sino también contra personas inocentes, lo cual se expresó también en violencias entre los grupos revolucionarios. 

No le fue muy bien al pueblo alemán en 1945 ni en algunos años siguientes. El famoso ministro checo Jan Masaryk declaró al finalizar la Segunda Guerra Mundial que los alemanes no tenían alma y que las únicas palabras que entendían eran las ráfagas de ametralladora. Varios sacerdotes también de nacionalidad checa declararon que había que ajustar cuentas con los alemanes y que con ellos no valía la pena ejercer el amor al prójimo. 

En varios países de Europa, la furia antigermana se hizo sentir en demasía: se calcula que entre 8 mil y 10 mil civiles y soldados alemanes se suicidaron más por el maltrato que recibían que por el sentimiento de derrota. El genocidio que comete el gobierno de Israel contra la población palestina está provocando no sólo protestas legítimas contra ese crimen atroz, sino que está logrando que ese gobierno se convierta en notorio impulsor de la plaga del antisemitismo entre varios grupos de la población de este planeta. 

Netanyahu y sus cómplices están suscitando grandes oleadas de odio en contra de su perversión homicida, y si este proceso sigue, ello devendrá en un gran conjunto de perjuicios para la propia población israelí; la acción del gobierno israelí puede aniquilar a los miembros actuales del grupo Hamas, pero acabará creando otros Hamas no sólo en Palestina, sino en otras partes del mundo, de la misma manera que la Alemania nazi logró que los pueblos de Europa y de la Unión Soviética actuaran en su contra, en ocasiones con gran ferocidad. 

El Estado de Israel es enemigo tanto del pueblo palestino como del pueblo israelí; es lógico que muchos miembros de este último estén enfurecidos por el acto terrorista de Hamas del 7 de octubre de 2023, pero no hay que olvidar que este acto ha sido una respuesta a los múltiples actos terroristas que diversos gobiernos israelíes han cometido contra el pueblo palestino desde 1948. 

Es imprescindible el reconocimiento del Estado palestino y su coexistencia con un Estado israelí auténticamente democrático y anticolonialista. Después del terrible cataclismo que fue la Segunda Guerra Mundial, se esperaba que el mundo se encarrilara por el sendero de la paz y el orden.

En la creación del Estado de Israel participaron muchos intelectuales y ciudadanos con ideologías progresistas e incluso un notable intelectual como Jean-Paul Sartre afirmó que Israel se encaminaba al socialismo. Por desgracia, las potencias imperialistas del capitalismo más rapaz prostituyeron la marcha de ese Estado judío sembrándolo de apoyos y capitales, haciéndolo arribar a un capitalismo colonialista y depredador, cumpliéndose así la sentencia de otro notorio genocida, el ex presidente Harry S. Truman, que declaró en los años de posguerra que Estados Unidos necesitaba contar con un enclave en el Medio Oriente y que tal enclave sería Israel. 

El Estado de Israel pareciera padecer el síndrome de Estocolmo: ahora sigue las enseñanzas de sus victimarios nazis, pero con una fuerza y tecnologías militares mucho mayores que las de los hitlerianos. De continuar esta masacre, se puede afirmar que el actual Estado de Israel no es solamente enemigo de dos pueblos, sino de la humanidad entera.

 *DEAS-INAH

Imagen ampliada

Santiago Armesilla y el discurso de odio

La aritmética no se les da a estos señores que nunca, nunca, nunca citan fuentes

En defensa del común

Como en los peores tiempos de los gobiernos priístas, un ataque contra las comunidades zapatistas es disfrazado de un supuesto conflicto agrario.

Pueblos originarios y nuevas tarjetas postales

La folklorización de la política no dignifi ca a los pueblos originarios ni enaltece las culturas populares
Anuncio