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Chips e información en el siglo XVII

De acuerdo con el doctor Ricardo Pérez Martínez, del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, “los laberintos de Caramuel son una serie de poemas visuales, poemas que, como las ruletas de pensar de Ramón Llull, son curiosas máquinas”. Foto
De acuerdo con el doctor Ricardo Pérez Martínez, del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, “los laberintos de Caramuel son una serie de poemas visuales, poemas que, como las ruletas de pensar de Ramón Llull, son curiosas máquinas”. Foto Redes Sociales
25 de septiembre de 2025 10:00

El barroco es uno de esos temas monstruosos y aterradores. No solo por el español antiguo, sino por su complejidad. Pero muchas ideas y conceptos actuales vienen de esta época dorada, un ejemplo son los chips presentes en nuestros variados dispositivos.

Lo primero que viene a nuestra mente al escuchar la palabra barroco es Don Quijote de la Mancha de Cervantes, las Soledades de Góngora, La vida es sueño de Calderón de la Barca y por supuesto “los chips” de Juan Caramuel. ¡Lotería!

“Pero vamos señora articulista, ¿qué es lo que usted trata de decirme con ese nombre tan rimbombante? ¿No estará usted queriendo tomarme el pelo?” podría comentar el narrador de Don Quijote. A manera de respuesta escribiría lo siguiente.

En un lugar de España de cuyo nombre sí puedo recordar, nació en Madrid un polímata de nombre Juan Caramuel Lobkowitz (1606), quien le gustaba pasar sus días de infancia haciendo tablas de astronomía. Y como ya había enloquecido por haber leído tantos libros de números, decidió estudiar la carrera de Filosofía y Humanidades en la Universidad de Alcalá. Una vez asimilado todo su conocimiento en números y letras, se le ocurrió fusionar en sus poemas ambas pasiones.

De acuerdo con el doctor Ricardo Pérez Martínez, del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, “los laberintos de Caramuel son una serie de poemas visuales, poemas que, como las ruletas de pensar de Ramón Llull, son curiosas máquinas”. Más allá del shock que nos produce saber que el surrealismo no inventó los poemas visuales, existe algo más impactante. Dentro de los 24 laberintos, publicados en su libro la Metamétrica (1663), elijamos uno llamado María Stella.

Se trata de 6 círculos divididos en varias casillas, como las de Excel. El primero tiene 12 casillas, el segundo 24, el tercer 36, el cuarto 48, el quinto 60, el sexto 72 y el séptimo 84. Si hacemos una inconmensurable cantidad de multiplicaciones donde usamos los números anteriores y al 12 como base (por ser el múltiplo de todas estas cifras), llegamos a la conclusión que podemos formar 279, 608, 910, 057, 308, 160 versos simples. Un cálculo hecho por Caramuel y comprobado personalmente.

A diferencia de otros poetas, para él sus laberintos estaban basados en la producción de versos, no solo por su visión del mundo como una máquina (también era ingeniero), sino por las palabras mencionadas a continuación. Dice Caramuel: “El abstracto siempre está incluido en el concreto…De aquí que Homero, según Demetrio, llame Poema a la Naturaleza misma”. Esto es, que las ideas expuestas en el poema (abstracto), siempre deben ir de la mano con la métrica (número de sílabas). Y sí la poesía (junto con las demás artes), de acuerdo con Platón, es la imitación de la naturaleza; a nuestro ingenioso genio le resulta obvio que debe haber cierta armonía en los versos escritos y el número de sílabas dentro del poema. 

De ahí que para él la información pueda compactarse en una pequeño adminículo, y si viajamos algunos siglos posteriores, en chips. Definidos como, circuitos capaces de almacenar información y hacer diversas funciones en los miles de dispositivos electrónicos existentes.

Si bien la palabra chip se introdujo a nuestra conversación, bajo el contexto tecnológico, hasta 1950; no quiere decir que la humanidad no haya visto la posibilidad, desde siglos anteriores, de fraguar una gran cantidad de datos en un circuito casi imperceptible. Concluyendo así, señor narrador: “lo que fue sueño ayer, hoy es realidad”.

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