La campaña de primavera-verano en Ucrania terminó para las tropas rusas, en palabras de quien coordina la estrategia militar, el jefe de su Estado Mayor, general Valeri Guerasimov, con la “liberación de 3 mil 500 kilómetros cuadrados y 149 localidades”, cifras que sirven para que el titular del Kremlin, Vladimir Putin, y los voceros oficiales repitan la tesis de que Rusia “avanza en toda la línea del frente”.
No es la primera vez que los analistas que estudian a diario la situación en los campos de batalla y basan sus conclusiones en imágenes satelitales, herramientas de geolocalización en fotografías y videos y otras fuentes de inteligencia abiertas encuentran que Guerasimov “suele exagerar” sus éxitos.
Hace poco, el general se adjudicó mil 200 kilómetros y 19 localidades que todavía siguen siendo de Ucrania, mientras los expertos a partir de OSINT (por Open Source Intelligence) consideran que el ejército ruso pudo ocupar en ese periodo 2 mil 346 kilómetros cuadrados y 130 localidades, en su mayoría pequeños pueblos, muchos de contadas casas.
Aparte de que los territorios “liberados” equivalen a poco menos que la superficie de Moscú (2 mil 562 kilómetros cuadrados), Guerasimov prefiere no mencionar a qué precio, en soldados rusos muertos y heridos, se logró ese resultado.
Rusia tenía en agosto pasado 115 mil kilómetros cuadrados o 18 por ciento del territorio de Ucrania, la mayor parte ocupado en las primeras semanas tras la invasión, pero en los mil días recientes, desde el 12 de noviembre de 2022, sólo ha conquistado 5 mil 842 kilómetros cuadrados, que equivalen a menos de uno por ciento de la superficie ucrania reconocida internacionalmente.
Ucrania puede resistir los asaltos de las tropas rusas, que seguirán avanzando en las estepas sin poder entrar en las fortificadas industrias y minas de Donietsk ni cruzar el Dniéper en Jersón y Zaporiyia, mientras la economía rusa puede aguantar uno o dos años antes de que estalle una crisis económica. Si el Kremlin, en ese contexto, insiste en ganar la guerra, tendría sólo dos opciones y ambas podrían agravarse con una crisis política: decretar una impopular movilización general de no menos de medio millón de rusos o recurrir a su arsenal nuclear, escenarios que, por motivos de espacio, merecen ser glosados en otra entrega.