Madrid. Los pulpos pueden usar cualquiera de sus ocho brazos para realizar tareas, pero tienden a usar uno o más en particular para actividades específicas.
Un nuevo estudio realizado por la Universidad de Florida Atlantic (FAU), en colaboración con investigadores del Laboratorio de Biología Marina de Woods Hole, ofrece una visión exhaustiva de cómo los pulpos salvajes utilizan sus brazos en hábitats naturales.
Este es el primer estudio que relaciona los movimientos de los brazos con el comportamiento completo de los animales en entornos complejos del mundo real, según los autores.
Los hallazgos, publicados en Scientific Reports, revelan que cada extremidad es capaz de realizar todo tipo de acciones; sin embargo, se observó un patrón claro de división de los brazos: los delanteros utilizan principalmente movimientos para facilitar la exploración, mientras los traseros lo apoyan.
Complejo control motor
Además, los pulpos demostraron una notable flexibilidad: un solo apéndice realizaba múltiples movimientos simultáneamente, y diferentes movimientos se coordinaban entre varios brazos, lo que demuestra su complejo control motor.
“Al observarlos en libertad, vimos que los pulpos utilizan diferentes combinaciones de movimientos: a veces sólo un brazo para tareas como sujetar comida, y otras veces varios trabajando juntos para comportamientos como gatear o lanzarse en paracaídas, una técnica de caza que utilizan para atrapar presas”, explicó en un comunicado la doctora Chelsea O. Bennice, autora principal e investigadora del Laboratorio Marino de la FAU.
Los investigadores cuantificaron casi 4 mil movimientos de brazos a partir de 25 grabaciones de video de tres especies de pulpo salvaje observadas en seis hábitats distintos de aguas poco profundas: cinco ubicados en el Caribe y uno en España.
Identificaron 12 acciones distintas en los brazos, representadas por 15 comportamientos, cada una de las cuales implica una o más de cuatro deformaciones fundamentales: acortamiento (disminución de la longitud), elongación (aumento), flexión (curvatura) y torsión.
“Cuando los pulpos se desplazan por un entorno abierto, utilizan hábilmente múltiples brazos para camuflarse de los depredadores, como el truco de la roca en movimiento o el de imitar algas flotantes”, explicó Bennice. “Además de la búsqueda de alimento y la locomoción, la fuerza y la flexibilidad de sus brazos son esenciales para construir guaridas, defenderse de los depredadores y competir con machos rivales durante el apareamiento. Estas versátiles habilidades permiten a los pulpos prosperar en una amplia gama de hábitats”.
En las casi 7 mil deformaciones visibles en los brazos, se observaron los cuatro tipos: flexión, alargamiento, acortamiento y torsión. Sin embargo, se descubrió que diferentes regiones de cada brazo proximal (más cercana al cuerpo), medial (sección media) y distal (punta) se especializaban en tipos específicos de deformación, lo que refleja un sofisticado nivel de especialización funcional; las curvaturas se presentaban principalmente cerca de las puntas, mientras las elongaciones eran más frecuentes cerca del cuerpo.
“Creo firmemente que es necesario adentrarse en el mundo natural, y especialmente en el sensorial, de cualquier animal que se estudie”, afirmó Roger Hanlon, coautor y científico principal del Laboratorio de Biología Marina en Woods Hole. “El trabajo de campo es muy arduo y se necesita mucha suerte para obtener comportamientos naturales válidos”.
Los seis hábitats de los pulpos en este estudio variaron desde fondos marinos lisos y arenosos hasta entornos de arrecifes de coral de alta complejidad.
“Comprender estos comportamientos naturales no sólo profundiza nuestro conocimiento de la biología de los pulpos, sino que también abre nuevas y emocionantes vías en campos como la neurociencia, el comportamiento animal e incluso la robótica blanda inspirada en estas extraordinarias criaturas”, concluyó Bennice.