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Una bandera monumental itinerante de Palestina

Me enteré ahí de que esa bandera monumental había sido costureada en la clase de Historia de América que imparte la profesora Diana Roselly Perez Gerardo en la Facultad de Filosofía y Letras, donde fue colocada por primera vez. Foto
Me enteré ahí de que esa bandera monumental había sido costureada en la clase de Historia de América que imparte la profesora Diana Roselly Perez Gerardo en la Facultad de Filosofía y Letras, donde fue colocada por primera vez. Foto redes sociales
04 de septiembre de 2025 00:04

Acudí a la recepción de la bandera monumental de Palestina que pasó de la Universidad Autónoma Metropolitana sede Iztapalapa a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Fui invitada por un grupo de estudiantes para acompañar el acto. La bandera de 4.5 metros de ancho por 15 de largo fue colocada en un costado del edificio B, donde se pudo desplegar en todo su tamaño, sin obstáculos, sobre un pasillo que conecta con otros edificios. 

Me enteré ahí de que esa bandera monumental había sido costureada en la clase de Historia de América que imparte la profesora Diana Roselly Perez Gerardo en la Facultad de Filosofía y Letras, donde fue colocada por primera vez. En ese acto de producción, clase tras clase, también fueron dichas muchas palabras en relación al genocidio que hoy presenciamos. Palabra y acto se unieron para denunciar, protestar y, sobre todo, hacer saber al pueblo palestino que su dolor no nos es indiferente y que su resistencia es hoy un ejemplo para la humanidad. 

La bandera empezó a viajar. Se ha convertido en una presencia itinerante. Llevó la energía solidaria, empática y comprometida a otros recintos universitarios. Se instaló en la UAM-I, donde propició la inquietud de les alumnes por saber más y por involucrarse en las diversas marchas y manifestaciones que la sociedad civil, ésa de a pie, hace continuamente en contra del genocidio. 

Hoy la tenemos en la Facultad de Ciencias Políticas, en el corazón de la UNAM. La hemos recibido con orgullo y responsabilidad. Cuando la entregaron los jóvenes nos dijeron que había que cuidarla de las inclemencias del tiempo y que quizá mientras la tuviéramos podríamos hacer otra bandera que se quedara de forma permanente en el espacio cuando ésta viajara a su nuevo lugar. 

Pensamos hacer de ese pasillo frente a la bandera un lugar de reunión que interrumpa la circulación cotidiana que normaliza el genocidio. Juntarnos ahí para “no dejar de hablar de Palestina”. Ello coincide con el llamado de algunos y algunas profes a hacer “huelga de contenidos”. Es decir, ocupar el salón de clase, en las horas de la materia que nos toque, para abrir una rendija y escudriñar la historia de Palestina, el porqué de lo que hoy vemos en las redes sociales. 

En palabras de la filósofa Silvia L. Gil: “Nuestro trabajo académico sólo puede tener sentido en este momento de la historia si nos oponemos activamente a la barbarie. Cuando el genocidio de Gaza se haya consumado, las palabras, esas que usamos en las aulas para comunicarnos, cultivar y defender las humanidades o las ciencias sociales y políticas, habrán perdido su sentido.” 

Podemos aún hacer cosas con las palabras. Y las haremos. A la sombra de la bandera monumental de Palestina que hicieron estudiantes de nuestra universidad, reaprenderemos la habilidad de no ser indiferentes; haremos de un espacio de tránsito un lugar vivo, donde la poesía y la historia de Palestina interrumpa el trajín cotidiano, ampliando nuestros conocimientos y también nuestros corazones. Eso esperamos de nuestras universidades, que sean un lugar donde no se voltea a ver al otro lado, pretendiendo que no pasa nada. 

Seguimos demandando que la UNAM se posicione claramente. “El primer acto de resistencia es llamar a las cosas por su nombre” nos dice Rosa Luxemburgo. Ni un convenio académico ni de colaboración cultural con universidades que sostienen y forman parte del presente genocidio. 

Hoy Gaza es el centro del mundo. Así lo afirma la activista afroamericana Angela Davies, porque ahí se juega el sentido de la humanidad. Así lo entendemos muchos y muchas personas que salimos a las calles a protestar, a pesar, o quizá por la inacción de nuestros gobiernos. Nos sentimos representades en la Flotilla Global Sumud que tratará de romper el cerco del hambre que el gobierno de Israel impone sobre la población gazatí. 

La bandera monumental que hoy ondea en un edificio de nuestra facultad, al igual que el antimonumento La puerta de la resistencia y la vida, sembrado en el Hemiciclo a Juárez frente al edificio de la Secretaría de Relaciones Exteriores, son mensajes, gestos que marcan el espacio y el tiempo presente. Son gritos que dicen ¡No en nuestro nombre! Que se escuche bien esta exclamación en nuestras universidades y en Palacio Nacional. 

*Profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM

Imagen ampliada

Una bandera monumental itinerante de Palestina

Ni un convenio académico ni de colaboración con universidades que sostienen y forman parte del presente genocidio.

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