Donald Trump no se cansa de meter las manos en todas partes del planeta, menos en su propio país. Amenaza, busca pleito por doquier, insulta, agrede, aplica enloquecidos aranceles, pretende apropiarse de países soberanos, invadir a otros que poseen enormes reservas petroleras, hacer un “bello y brillante paraíso turístico en Gaza” (sin gazatíes, desde luego, que para su exterminio ahí está su socio, el genocida Benjamin Netanyahu), acabar con el narcotráfico (pero no en su casa) y decenas de sandeces más, que se suman a las que cotidianamente pronuncia.
Por ejemplo, ayer dio cuenta, como si se tratara de un “éxito rotundo”, de “una acción militar contra el narcotráfico”, que apesta a ser operativo de falsa bandera, siempre con miras de presionar y atacar a Venezuela y, obviamente, apropiarse de sus reservas petroleras, lo que hace recordar cómo el gobierno gringo descaradamente armó el incidente del golfo de Tonkín, en 1964, con todo lo que ello implicó, para que, con ese pretexto, Estados Unidos enviará cientos de miles de soldados a Vietnam, país del que, por cierto, fueron expulsados en una de las más sonadas y vergonzosas derrotas militares del autodesignado “policía del mundo”.
Resulta que Trump celebró que sus fuerzas militares destruyeron un “barco ( sic) con muchas drogas proveniente de Venezuela”, acción, dijo, que “fue corroborada” por el secretario de Estado, Marco Rubio. Pero, ¿es en serio?, porque a los narcos se les puede acusar de todo, menos de ser pendejos. ¿En realidad éstos se animaron a transitar, cargados de polvo blanco, en medio de numerosos navíos de guerra estadunidenses (tres destructores, dos submarinos nucleares, dos buques de desembarco, uno de asalto anfibio y un crucero, con alrededor de 4 mil marinos) desplegados en el Caribe en aguas cercanas a esa nación sudamericana? Sí, cómo no.
Si se trata de droga, narcotráfico, violencia asociada a esta actividad ilícita y/o lavado de dinero proveniente de dicho negocio, para el gobierno estadunidense todos los países son “responsables”, menos el propio, dejando de lado que el gringo es, por mucho, el mayor mercado de consumo de enervantes de todo el planeta. Así lo piensa Trump, como lo hicieron sus antecesores en la Casa Blanca, y así lo quiere “resolver”, siempre fuera de sus fronteras y violando el derecho internacional.
Ahora, mediante un operativo de falsa bandera y utilizando una lancha pedorra que, dice, transportaba droga “proveniente de Venezuela” (versión oficial), Trump pretende justificar el brutal despliegue militar en el Caribe, muy cerca de la costa venezolana, con fines de desembarco. “Estas drogas están saliendo en grandes cantidades de Venezuela. Muchas cosas están saliendo de Venezuela. Así que las eliminamos”, dijo el cherife de la Casa Blanca, y ya encarrerado aseguró que dicha acción militar fue “contra narcoterroristas del Tren de Aragua, organización terrorista extranjera que opera bajo el control de Nicolás Maduro, responsable de asesinatos en masa, tráfico de drogas, tráfico sexual, actos de violencia y terrorismo en Estados Unidos y el hemisferio occidental; que esto sirva de aviso a cualquiera que esté considerando importar drogas a Estados Unidos. ¡Cuidado!”
Qué barbaridad, pero ¿en casa cómo van las cosas?, porque los consumidores gringos no tocan la puerta de la embajada venezolana en Washington ni las correspondientes a sus consulados en territorio estadunidense para surtirse de droga libremente como si fuera supermercado en el que, sin problema, encuentran de todo y para todos y de forma por demás abundante. Entonces, lo de siempre: ¿quién distribuye en Gringolandia? ¿Quiénes protegen a los narcos de allá y les lavan los multimillonarios ingresos?
Sobre esto último, un recordatorio: “Cada año fluyen 100 mil millones de dólares del tráfico de drogas al sistema financiero de Estados Unidos y, en específico, toda la cadena de suministro de fentanilo que se comercializa en ese país, desde la adquisición de precursores químicos hasta los esquemas de lavado de dinero, pasa por esa red de prestamistas, de acuerdo con información oficial del Departamento del Tesoro. Sin embargo, hasta la fecha ningún banco estadunidense ha sido señalado o siquiera se ha informado de una investigación sobre el dinero que entra y sale a carretadas del país con la mayor población de adictos en el mundo” ( La Jornada, Dora Villanueva).
Las rebanadas del pastel
De plano, Carlos Slim no deja piedra sin labrar y en el gobierno de la “transformación” le siguen aupando… Y gracias al prianista Ricardo Monreal, se le hizo a Kenia López Rabadán.
X: @cafevega