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El actual mandatario de Venezuela, Nicolás Maduro, y su predecesor han representado un obstáculo para la ambición petrolera de Estados Unidos. Mural del fallecido ex presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en Caracas. Foto
El actual mandatario de Venezuela, Nicolás Maduro, y su predecesor han representado un obstáculo para la ambición petrolera de Estados Unidos. Mural del fallecido ex presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en Caracas. Foto Afp
22 de agosto de 2025 08:28

Como pretexto intervencionista en terceras naciones, siempre en su calidad de “policía del mundo” (con todo y que en 2018 aseguró que no lo sería más), Donald Trump está “decidido” a “combatir el narcotráfico”, pero siempre fuera de sus fronteras para que sus millones de adictos puedan mantener su desquiciado consumo sin problema alguno, al tiempo que se eleva el de por sí escalofriante número de muertes por sobredosis (alrededor de 100 mil, un registro que ni lejanamente tiene otro país).

Como sus antecesores en la Casa Blanca, Trump pretende “arreglarlo” a golpe de bala, chantajes y amenazas. México está en su mira, al igual que Colombia y Venezuela (como si fueran los únicos países del mundo en los que se produce y trasiega enervantes), pero mientras la demanda se mantenga altísima en Estados Unidos, la droga seguirá inundando al gran mercado consumidor de aquel país, ergo, lo primero que debe controlar es el factor doméstico, a la par que sus fronteras (por las que pasa todo), es decir, si el objetivo es el mencionado “combate” de nada servirá meter la mano en terceros países si internamente nada cambia. Por cierto, sólo hay que imaginar una semana sin drogas para que los insaciables consumidores gringos enloquezcan algo más.

Sin embargo, eso es lo de menos, como sucede desde hace más de medio siglo (en 1971 Richard Nixon declaró la “guerra contra el tráfico de drogas y el consumo de enervantes, enemigo público número uno de Estados Unidos”), pues el resultado concreto ha sido el crecimiento exponencial en el consumo de enervantes. Ahora, lo que verdaderamente le ha sido útil –a Trump y sus antecesores– es utilizar este asunto como pretexto para “legitimar” su descarada intervención en otras naciones, mientras en su país el consumo crece como la espuma y el negocio es boyante.

Un día sí y el siguiente también, Trump amenaza, chantajea, golpea a terceras naciones, y entre lo más reciente no sólo le ha puesto precio a la cabeza de Nicolás Maduro, sino que, por medio de uno de sus arietes en el extranjero, acusa al gobierno venezolano de “operar como un Estado narcoterrorista, y de colaborar con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y el Ejército de Liberación Nacional para enviar cantidades récord de cocaína a través de los carteles mexicanos que trafican hacia Estados Unidos, declaró el director de la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés), Terry Cole, en una entrevista para Fox News”, la televisora consentida de Trump ( La Jornada).

Eso dice, pero ¿cómo es posible el ingreso y distribución de esa “cantidad récord” de cocaína en Estados Unidos y demás drogas que entran a su territorio? Desde luego no es producto de un acto de magia, sino de la participación directa de autoridades estadunidenses que no sólo lo permiten, sino que participan en el boyante negocio, mientras los narcotraficantes gringos gozan de cabal impunidad. Cuando mucho, algunos narcomenudistas terminan en la cárcel, que resultan ser muy pocos si se toma en cuenta el cada día mayor volumen de enervantes que se distribuyen en ese país.

De acuerdo con lo publicado por La Jornada, “hemos visto más cocaína este año que en los anteriores, la cantidad de metanfetaminas que ingresan a este país (Estados Unidos) continúa aumentando, y seguimos registrando cifras récords de fentanilo… que envenena y mata a cientos de miles de ciudadanos estadunidenses, añadió Cole” (y sin problema alguno, millones más consumen esos productos).

Se trata de un discurso barato, siempre lo ha sido, porque el creciente consumo de enervantes en Estados Unidos no sólo garantiza una sociedad pasiva, sino que sirve de pretexto para intervenir en terceras naciones, de tal suerte que lo que realmente está en la mira del gobierno gringo es, con ojos de pirata, el voluminoso inventario petrolero de Venezuela, las mayores reservas del mundo, y para Trump y su pandilla Nicolás Maduro, como antes Hugo Chávez, representa un obstáculo para robarlas.

Entonces, es basura el cuento gringo de que “estamos muy preocupados por las ‘cantidades récord’ de droga”, porque año tras año el consumo crece a paso veloz y el gobierno estadunidense nada ha hecho para evitarlo. Le resulta más fácil y productivo culpar a terceros países de su propio problema, amén de que en ellos mete la mano cuando se le pega la gana.

Las rebanadas del pastel

Dice la presidenta Claudia Sheinbaum que “ni los aranceles pudieron con la economía mexicana”. Tiene razón, pero no hay que olvidar que el tiroteo arancelario aún no se da en su exacta dimensión.

X: @cafevega

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Trump va por petróleo venezolano. “Guerra a las drogas”, cuento gringo. Sólo útil como pretexto intervencionista.

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Confirmado: ni Pío. INE: incapacidad de probar. Videograbaciones y sobres. David León, PVEM, Velasco
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