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 El Parque Memorial de la Paz y su llama, un recorrido obligado por Hiroshima para reflexionar sobre el poder atómico en estos tiempos aciagos.
El Parque Memorial de la Paz y su llama, un recorrido obligado por Hiroshima para reflexionar sobre el poder atómico en estos tiempos aciagos. Foto Alia Lira Hartmann
10 de agosto de 2025 08:55

En el centro de Hiroshima, Japón, nombre que está en la memoria del mundo por el lanzamiento de la primera bomba atómica el 6 de agosto de 1945, se extiende una amplia área verde que no es sólo un parque, sino pretende ser un símbolo mundial de la paz y la memoria histórica.

A 80 años de uno de los capítulos más tristes de la historia, conviene recordar la importancia del compromiso que tiene la humanidad. Cada año los millones de visitantes rinden homenaje a las víctimas del bombardeo atómico que transmite al mismo tiempo un mensaje universal contra la guerra y las armas nucleares.

Inaugurado en 1954 sobre la zona devastada por la explosión, cuenta con varios monumentos. Entre los más emblemáticos está el Domo de la Bomba Atómica, estructura de un edificio que sobrevivió al impacto y que hoy es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Su silueta, recortada contra el cielo, es un recordatorio silencioso de la magnitud de la tragedia.

En el centro está el Monumento a la Paz de los Niños, inspirado en la triste historia de Sadako Sasaki, una menor que murió por la radiación y que se convirtió en símbolo de esperanza gracias a las grullas de papel, tsurus, que doblaba en busca de un deseo: vivir.

Esta manualidad conocida en el mundo como origami, es otra de las importantes tradiciones culturales de Japón cuyo origen se remonta al año 1185. A su alrededor, vitrinas llenas de coloridas grullas enviadas desde todo el mundo reflejan la solidaridad y empatía de quienes desean un futuro libre de armas nucleares.

El sistema escolar de Japón organiza excursiones al parque, hay grupos de jóvenes que lo recorren con sus maestros, los visitantes suelen abordarlos y ellos pueden comunicarse en inglés. Otro punto central es la Llama de la Paz, que arde sin cesar desde 1964 y continuará encendida hasta que desaparezcan todas las armas atómicas del planeta.

Al pie se encuentran placas en varios idiomas que informan que este monumento se inauguró el 6 de agosto de 1952 con el siguiente texto: Descansen aquí en paz todas las almas, no permitiremos que se repita la tragedia. Este monumento representa la esperanza en Hiroshima que será para siempre una ciudad de paz.

La cámara de piedra en el centro contiene el registro de todas las víctimas. La inscripción es una oración para el reposo de las víctimas y una plegaria a la humanidad para que no se repita la catástrofe. Expresa el espíritu de Hiroshima al enfrentar el sufrimiento y superar el odio en la consecución de armonía y prosperidad y lograr una real y duradera paz mundial.

Un enorme edificio dentro del parque está dedicado al Museo Memorial de la Paz. La visita es una experiencia muy impactante y conmovedora. Caminar por aquí es un acto de compromiso con la paz. Al lado del parque fluyen la aguas del río Motoyasu, cuyo suave murmullo invita al visitante a guardar un respetuoso silencio.

Hiroshima ha transformado el lugar de su destrucción en una especie de símbolo por la paz con el implícito valor de la reconciliación a pesar de un pasado cargado de dolor y sufrimiento.

 

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