Hermosillo, Son. El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Sonora rindió un emotivo homenaje al promotor cultural, Antolín Vázquez Valenzuela, con motivo de su reciente designación como ganador del Premio Nacional de Artes y Literatura 2024, en la categoría de Artes y Tradiciones Populares.
Durante una jornada de reconocimiento en la que participaron colegas, investigadores y representantes de comunidades indígenas del sur del estado, el antropólogo, Alejandro Aguilar Zeleny, subrayó el papel esencial de Vázquez Valenzuela como guía y defensor de la identidad yoreme, desde una trinchera comunitaria y no académica. “Su formación no vino de universidades, sino de los lugares sagrados, de los mayores, de los rituales que marcan el ritmo de vida de su pueblo”, señaló.
Con más de 35 años de trayectoria, Antolín ha dedicado su vida al rescate y difusión de la tradición oral, los cantos, danzas y costumbres del pueblo mayo. Fue pieza clave en la creación de espacios como el Centro de Cultura Blas Mazo, en El Júpare, y el Centro de Cultura Mayo Francisco Mumulmea Zazueta, en Buaysiacobe, Etchojoa. Además, es coautor del libro Palabras del mundo yoreme: Cuentos tradicionales del pueblo mayo, y líder de múltiples encuentros de música y publicaciones comunitarias.
Visiblemente conmovido, Vázquez agradeció el reconocimiento acompañado de su familia y de miembros de su comunidad. “Este premio no es mío, es del pueblo yoreme. De sus músicos, danzantes, sabios y hablantes. Al principio no medí la magnitud del premio, pero al recibirlo, al ver que estaba firmado por la primera presidenta de México, sentí la emoción. Gracias a Dios no estaba solo”, expresó.
Durante el acto también se reconoció el papel activo de su esposa Ramona Yocupicio Buitimea y familia, quienes han compartido su lucha por preservar la memoria histórica de su gente. En El Júpare, comunidad donde cada año se celebran rituales colectivos, la labor de Antolín es símbolo de resistencia frente al olvido. “Somos un pueblo que se resiste a la globalización”, afirmó. “Sin lengua y sin tradiciones, no hay identidad”.
Consciente de los retos actuales, Antolín destacó el esfuerzo de todos los antropólogos, profesores y comunidad que se organiza para mantener vivas sus fiestas tradicionales. Su legado, dijeron sus colegas del INAH, es “espejo y semilla”, un ejemplo de compromiso comunitario que ha trascendido generaciones sin buscar protagonismo, pero dejando una huella profunda en la historia cultural de Sonora.