La conducta de Trump es una puesta en escena de la incertidumbre”, sostuvo el historiador Emmanuel Todd en su conferencia en la Academia de Ciencias de Rusia, el 23 de abril en Moscú (https://goo.su/C0ilz). El título de su conferencia fue “Antropología y realismo estratégico en las relaciones internacionales” y aborda cuestiones que ya mencionó en su libro La derrota de Occidente, mientras analiza otras como el gobierno de Donald Trump, que no aparecían en su obra.
Voy a desgranar algunas ideas que nos pueden interesar a los movimientos anticapitalistas, centradas en las consecuencias de la inevitable caída del imperio. Para ilustrar la profundidad de esa caída, Todd sostiene que no estamos simplemente ante el fracaso económico y militar de Estados Unidos, sino ante algo mayor que define como “una dislocación de las creencias que han organizado la vida social occidental durante varias décadas”. No tiene dudas de que estamos ante el comienzo de una caída de Estados Unidos, pero indica que “debemos estar preparados para ver cosas mucho más dramáticas”.
Para no reincidir en cuestiones ya comentadas que vienen en su último libro, me centraré en lo que Todd denomina “la revolución de Trump”. Como toda revolución, contiene una violencia extraordinaria que se manifiesta, internamente, en “una lucha contra las universidades, contra la teoría de género, contra la cultura científica, contra la política de inclusión de los negros en las clases medias estadunidenses, contra el libre comercio y contra la inmigración”.
En su opinión, todo esto aparece ligado a una derrota previa, de la que el equipo de Trump sería plenamente consciente. Por un lado, se trata de una evidente derrota económica de Estados Unidos que se hace visible, entre muchas otras, en la limitada capacidad del complejo militar-industrial estadunidense para estar a la altura de los desafíos actuales y la notable superación de la capacidad aérea de China evidenciada en los combates entre India y Pakistán, cuestiones que Todd no aborda.
Pero el tema central no es, en absoluto, la economía, sino el colapso del “sistema de creencias” que animaba la superioridad productiva e industrial occidental. Por eso la decadencia de Estados Unidos (y de Occidente) puede ser tan terrible para los pueblos, porque la ansiedad que conlleva está conduciendo a lo que denomina “nihilismo”, un impulso que “puede conducir al deseo de destruir cosas, personas y, en última instancia, la realidad”. La actitud de Israel en Gaza cuadra perfectamente con esta apreciación.
Sin embargo, y esto tal vez sea aún peor, Todd cree que el experimento de Trump fracasará por “un déficit de pensamiento, una falta de preparación, una brutalidad, un comportamiento impulsivo, irreflexivo”. De ahí que mencione conceptos como “dislocación” y “atomización” en el seno de la sociedad estadunidense, actitudes que retroalimentar y aceleran la decadencia. Una cuestión final sobre su conferencia que nos atañe directamente: estamos apenas en el comienzo de la decadencia de Estados Unidos que “nos revelará cosas que ni siquiera podemos imaginar”. Este es el meollo y el asunto central que debemos asumir, con calma y serenidad.
Sin duda, se refiere a la violencia genocida del imperio y del capital, lo que los zapatistas denominan “cuarta guerra mundial” contra los pueblos. En primer lugar, creo que este tipo de análisis son más adecuados que la utilización de adjetivos como “fascista” para dar cuenta de la complejidad del momento actual. Cuando las izquierdas usan y abusan de ese concepto, están mostrando su pereza intelectual, pero por otro lado desean derrotar a ese “fascismo” aun al precio del retorno de los progresistas al poder. En segundo lugar, este tipo de análisis nos remiten a la necesidad de instalarnos en el tiempo largo, pero sin dejar de resistir al capitalismo y a los poderes.
Lo que ya estamos viviendo y lo que se avecina es tan fuerte, tan destructivo para los pueblos, que no vamos a poder impedirlo aunque sigamos resistiendo. Cuando el EZLN dice que resistimos y luchamos para que la niña que nazca dentro de 120 años tenga la libertad de elegir, está poniendo las cosas en sus justos términos. El colapso es tan destructivo, que el día después de la reconstrucción será muy largo. Por último, la crisis del capitalismo y de Occidente se lleva consigo el pensamiento crítico tal como lo conocemos hoy, ese que languidece buscando atajos, arrimándose a los caudillos mediáticos, amante del corto plazo y de las salidas estatales.
Como dice Todd, lo que está colapsando es una cultura, un sistema de creencias que cargamos desde hace por lo menos dos siglos. Como la izquierda no puede ver que forma parte de la crisis sistémica, porque ha perdido la capacidad de autocrítica, es inevitable que colapse con el sistema. Ciertamente, los desafíos que afrontamos son enormes. Pero las posibilidades son tan grandes como nuestros sueños.