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Concierto de acordeones

Demostración de votación para elección judicial en imagen de archivo. Foto
Demostración de votación para elección judicial en imagen de archivo. Foto Germán Canseco
30 de mayo de 2025 00:01

Parece ser que ningún proceso electoral anterior había sometido a una prueba tan dura la convicción democrática de los votantes como lo está haciendo este proceso de conformación de un nuevo Poder Judicial. Es enorme el esfuerzo que requiere la emisión razonada de los votos por un nombre en particular de entre centenares de ellos, y acomodarlos en seis boletas distintas.

Primero, hay que navegar por entre semblanzas y extractos biográficos que para la inmensa mayoría dicen poco o nada del perfil de los aspirantes, cuando no por simples y esqueléticos listados de nombres, en el peor.

En el remoto supuesto de que una persona sumamente conocedora tuviera idea de lo que propone y lo que representa, digamos, 70 por ciento de los aspirantes, ya estaría lista para elaborar su combinación.

Estas dificultades inherentes al proceso son gasolina para los sectores de la reacción oligárquica que, ya instalados en el berrinche ante la inminente pérdida de su último bastión institucional, apuestan a una participación bajísima y bombardean desde donde pueden y como pueden para convencer al mayor número posible de ciudadanos de que el ejercicio es absurdo, inútil e incluso imposible: que el resultado ya está definido de antemano, que “todos son iguales” (¿dónde se habrá oído eso?), porque fueron impuestos desde la Presidencia y que no vale la pena reventarse los sesos para transitar por el laberinto de la votación; que si ésta sólo logra animar una porción ínfima de la ciudadanía, el segundo piso de la 4T quedará exhibido, y así.

Pero el nivel de politización de la sociedad mexicana es insospechadamente alto y subsana el desconocimiento individual con un conocimiento colectivo. Ha sido intenso y hasta febril el intercambio de información sobre los perfiles en juego –particularmente, claro, los que compiten para conformar la Suprema Corte, el Tribunal Electoral y el Tribunal de Disciplina– y tanto en la convivencia cotidiana como en las redes sociales se ha armado un toma y daca de reseñas, objeciones, elogios y discusiones.

El prurito de los consejeros del INE contra los acordeones parte de la idea de que éstos podrían ser un instrumento para adulterar la voluntad popular por inducción o coacción y consumar, mediante el voto corporativo, un fraude. No dudo que algunos organismos estén procurando llevar a cabo semejante maniobra, pero la complejidad misma de la elección la convertiría en irrelevante. A diferencia de lo que ha ocurrido en el pasado muy reciente –ahí está la elección del año pasado en Jalisco–, no existe en el país un poder institucional, corporativo o mafioso a secas capaz de lidiar con esta vastedad y de imponer sobre ella una lista única que pudiera lograr el control hegemónico de los organismos judiciales.

Lo que se ha observado en las redes sociales es un fenómeno de democracia avanzada: cada persona procura armar, mal que bien, su propio acordeón, y para ello pregunta, indaga e investiga a cada aspirante. Hay adhesiones masivas inducidas, claro está, porque aún no ha sido posible separar los procesos electorales del poder de la mercadotecnia y hay despachos, medios y mercenarios digitales que, como en cada comicio, han salido esta vez a hacer su agosto y ya ni siquiera tienen que cobrar por sus servicios: las campañas sensacionalistas les dan el tráfico suficiente para monetizar a manos llenas. Pero puede apreciarse el esfuerzo de muchísimas personas por planear con su propia cabeza lo que harán en la urna; se cotejan los posicionamientos ante cada aspirante y se discute, a veces en tonos muy ríspidos porque las redes son alérgicas al debate civilizado, y más cuando están sobrecargadas de bots enviados en enjambre a buscar la confrontación altisonante.

Y los acordeones van y vienen, y son pocos quienes renuncian a todo pensamiento autónomo y acaban adoptando el de la persona a la que más confianza le tengan. La norma es que cada cual exhiba su fórmula, la compare con las de otros, celebre las coincidencias y procure no llevar las diferencias demasiado lejos. Aunque a veces no queda margen.

Lo cierto es que la lista anotada en un papelito va a ser indispensable para todos aquellos que no tengan memoria fotográfica, es decir, la inmensa mayoría, y que los consejeros electorales bien harían en relajarse y dejaran de ver en los acordeones una prueba de fraude o manipulación, porque serán, por el contrario, la evidencia de una conciencia política mucho más generalizada y elevada de lo que podría pensarse. A fin de cuentas, el mismo portal practicatuvotop.ine.mx induce a los usuarios a anotar en algún medio la composición que logren armar.

Y así, este domingo 1º de junio un concierto de millones de acordeones, cada instrumento único, irrenunciable y soberano, dará la bienvenida a una fase superior de la democracia en el país. Al igual que los otros dos, el Poder Judicial será fruto de la voluntad soberana del pueblo. Enhorabuena.

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