El consumo de fentanilo es silencioso y creciente en la frontera norte de México; es común que las personas inicien sin saberlo, porque les venden el polvo mezclado con metanfetamina o heroína. Así lo revelan investigaciones de especialistas del Instituto Nacional de Siquiatría Ramón de la Fuente Muñiz. En 2019 encontraron que sólo nueve de mil entrevistados conocían el fentanilo, mientras en 2023 comprobaron la presencia de la sustancia en 77 por ciento de residuos de drogas consumidas.
Los estudios se han realizado en las ciudades de Tijuana y Mexicali, en Baja California; San Luis Río Colorado y Hermosillo, Sonora; y Ciudad Juárez, Chihuahua, con la colaboración de las organizaciones civiles Verter, Programa Compañeros y Prevencasa, cuyos integrantes han acompañado a los especialistas a los sitios de consumo (picaderos) para recabar la evidencia cualitativa de este complejo fenómeno social, comentó la investigadora Clara Fleiz.
En conferencia con Jesús Felipe González, ex presidente de la Sociedad Mexicana de Salud Pública, la especialista señaló que el fentanilo se encuentra fácilmente y a un bajo costo. Los usuarios pagan 50 pesos y, según su nivel de consumo, les alcanza para uno a tres días. El problema se agrava pues ésta es una droga altamente adictiva y tiene una potencia 50 veces más alta que la heroína.
Comentó que el trabajo se centró en las zonas de consumo de drogas de las ciudades mencionadas, donde la demanda de estupefacientes proviene de poblaciones en condiciones de alta vulnerabilidad: deportados, inmigrantes, miembros de la diversidad sexual y jóvenes.
En un primer estudio realizado en 2018 no se encontró evidencia de uso de fentanilo. No obstante, señaló Fleiz, es probable que las personas ya estuvieran experimentando con este opioide sin saberlo, por estar combinado con otras sustancias adictivas. Ahora, los investigadores cuentan con esta evidencia por la investigación que realizan con financiamiento de la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnologías e Innovación.
El trabajo tiene varios componentes. Uno de ellos fue el análisis de 4 mil 411 muestras de residuos de drogas con tiras reactivas. En 60 por ciento había fentanilo; 50 por ciento dio positivo a metanfetaminas; 40 por ciento tenía ambas sustancias.
Estos datos se corroboraron mediante 300 pruebas de espectroscopía de masas, una técnica microanalítica con la cual se localizan diversas sustancias. Se identificó en 77 por ciento la presencia de fentanilo y en 58 por ciento había metanfetaminas.
Con esta técnica también se descubrió xilacina (20 por ciento), lo que Fleiz calificó de grave porque se trata de un relajante muscular de uso anestésico veterinario y no está aprobada para uso humano.
La administración de xilacina en las personas aumenta el riesgo de sobredosis, la cual no se puede revertir con los métodos conocidos como la aplicación de naloxona. La investigadora resaltó que los consumidores desconocen que están consumiendo xilacina, pero se hace evidente cuando aparecen lesiones en su piel.
Indicó que 150 muestras del pus que provoca la infección causada por la xilacina se enviaron al Instituto Nacional de Medicina Genómica (Inmegen), a fin de identificar las bacterias presentes, los daños a la salud y las complicaciones que pueden traer a los afectados.
Además de las afecciones físicas, los usuarios de drogas tienen problemas de salud mental, por lo que es necesaria una política pública de reducción de daños, en la cual se tome en cuenta a las organizaciones civiles que tienen la experiencia y capacidad para llegar a los afectados, afirmó.