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Federalización y atención primaria a la salud

03 de febrero de 2024 00:02

En 1978, en Alma Ata (Kazajistán), la OMS, formada por 137 países y 67 organismos internacionales, estructuró la estrategia de atención primaria a la salud. Sin mucha experiencia, convencidos de que cualquier médico portaba la especialización en medicina familiarcomunitaria, y suponiendo que todos la comprendían, acuñaron “Salud para todos en el año 2000”. Buscaban enfrentar el modelo ultraespecializado que rezaga la prevención y esquiva la acción sobre los condicionantes del Estado y desigualdad en salud (OPS-OMS, Salud universal en el siglo XXI. 40 años de Alma Ata. Informe de la Comisión de Alto Nivel, 2019).

Alma Ata previó la profundización democrática con participación y empoderamiento comunitarios que, en México, activó el Programa IMSS-Coplamar (hoy IMSS-Bienestar) (PIB) entre 1979 y hasta 2006. Con él se armó un modelo de atención integral a la salud, siempre perfectible, culturalmente pertinente, aceptado por las comunidades y materializando un enfoque preventivo con fuerte arraigo comunitario.

Incluir esta participación en la declaración expresó amplio consenso en donde los países y respectivas comunidades deberían procurar un bienestar potenciado, apoyándose en sus recursos locales. Ese fue el caso del PIB. Ciertamente, apenas en un pequeño porcentaje de la población más pobre, hasta que las administraciones neoliberales panistas (2000-2012) y luego el peñismo (2012-2018) invisibilizaron deliberadamente la acción comunitaria. Del respeto a sus culturas, lenguas y costumbres, se optó por el enfrentamiento y la caridad asistencial (véase Sánchez, Leal, Escobar y León, Acción comunitaria en el IMSS-B. Visiones operativas de la otra historia, 2021).

Pero la estrategia preventiva de atención primaria a la salud entera no fue operada en México a nivel nacional. Esto contribuye a explicar el imparable crecimiento de los padecimientos crónico degenerativos. A diferencia de España donde funcionó, en un principio, mejorando el estado de salud de la población. Empero, hoy las/los médicos de atención primaria de ese país reconocen que “atendemos problemas de salud sin hacer atención primaria de la salud”.

Con honradez asumen que con la creación de la especialidad en Medicina Familiar y Comunitaria “metimos la patita” en el sistema sanitario, pero “no” avanzamos en el trabajo comunitario. La demanda clínica ocupó progresivamente “toda” la jornada en consultas “rápidas”, con escaso tiempo para escuchar o tomar decisiones. Se “diluyeron” las tareas de prevención mientras la atención comunitaria quedaba “olvidada”. La burocracia se mantuvo en consultas pensadas con “mentalidad gerencial”, llenas de eternos formularios (Pereira I A, Sobre Alma Ata y un lugar llamado atención primaria de la salud, Blog Master de Salud Pública, 25/10/21).

Algo a tomarse muy en cuenta en la federalización de la salud que publicita apoyarse sobre un ecléctico modelo de atención a la Salud para el Bienestar (MAS-B) (DOF, 25/10/22) y que –en el papel– presume guiarse bajo los principios de la atención primaria a la salud. Con toda la pertinencia que conlleva ofrecer sólo atención médica asistencial, infraestructura adecuada y abasto oportuno de medicamentos e insumos sin activar simultáneamente las potencialidades para diseñar políticas innovadoras tomando como eje la acción comunitaria, la promoción y la prevención de la salud para así reducir así las desigualdades y operar efectivamente sobre aquello que determina el estado de salud. La atención primaria a la salud cuenta con el enfoque más inclusivo, eficaz y efectivo para la mejora integral del estado de salud y el bienestar.

Lamentablemente, el recientemente publicado Programa Institucional de Servicios de Salud del Instituto Mexicano del Seguro Social para el Bienestar 2023- 2024 (DOF, 17/1/24) apenas y asume esa atención primaria a la salud en el papel, sin un solo paso firme en territorrio y sólo en calidad de buenas intenciones. Ordena, por ejemplo, “impulsar la participación de la organización comunitaria en la elaboración del diagnóstico de salud comunitario” (7. Estrategias prioritarias y Acciones puntuales, 2.1.2.) ¿Cómo se la impulsa? ¿A través de oficios que decretan la constitución de los comités de salud como lo hace Célida Duque, desde la Dirección de Prestaciones Médicas del IMSS-Ordinario?

O también ordenando “elaborar, difundir y mantener actualizadas las normas y procedimientos del IMSS-Bienestar en materia de acción comunitaria, promoción de la salud, prevención de las enfermedades y atención médica conforme a las pautas de APS” (7. Estrategias prioritarias y Acciones puntuales, 2.2.2.) ¿Cuáles pautas? ¿Las del ecléctico MASB que está en todos lados y en ninguno realmente de APS?

Disponiendo y mejorando estructuralmente la calidad de los servicios, con médicos suficientes, medicamentos e infraestructura adecuada, esa atención proritaria a la salud representa también la cuota de bienestar que todos se merecen.

Sin duda, un gran desafío puesto sobre la mesa del equipo sanitario ya designado por Claudia Sheinbaum por conducto del doctor David Kershenobich. 

*UAM-X



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