El dinero no se vende, nadie pagaría por un billete de 100 pesos ciento un pesos y nadie aceptaría a cambio 99 pesos. Lo que se vende es el crédito, es decir, una deuda. Este puede ser de tipo informal, como el que se hace entre las familias o los amigos; el de los prestamistas que operan en muchas localidades; o bien, puede ser formal, si se contrata con una empresa o una institución financiera. Los proveedores dan crédito a los negocios que les compran; las instituciones financieras operan con formas muy variadas de créditos a personas, negocios y gobiernos. Quienes dan crédito cobran una tasa de interés, ese es el precio. El plazo para pagar un crédito puede variar desde unas horas, un día o 30 años, como es el caso de las hipotecas; las deudas de gobiernos incluso más. Las deudas derivadas de un crédito, se pueden renegociar en cuanto a las condiciones originalmente pactadas. Si no se pagan, se crean situaciones de orden particular entre el deudor y el acreedor; si el impago se generaliza se puede generar una crisis financiera, con costo para la sociedad.
La formación de los precios de las deudas, es decir, las tasas de interés, es un proceso complejo. Los bancos centrales determinan una referencia, como es el caso de las tasas para los créditos entre los bancos (la tasa de interés interbancaria de equilibrio o TIIE de Banxico, por ejemplo), para que las instituciones financieras fijen las tasas de sus propios créditos. Así que el costo del crédito es clave para configurar la estructura del amplio conjunto de las distintas modalidades de crédito en el mercado (nacional e internacional).
El dólar estadunidense, que ocupa un lugar prominente en las transacciones financieras que se realizan globalmente, es alusivo en el costo del crédito y, por eso, las decisiones de la Reserva Federal (FED), en cuanto a las tasas de referencia, son clave en los precios de la deuda. Cuando las tasas son muy bajas o muy altas tienden a desplazar las corrientes de las deudas y, con ello, los movimientos de los capitales hacia determinados usos. Se trata de una forma de asignación de los recursos que tiene un impacto, no sólo en los distintos mercados, sino en el acceso de los agentes económicos (familias, empresas y gobierno) a los recursos financieros.
Con tasas bajas se tiende a destinar el capital a aquellas actividades que entrañan un mayor margen especulativo, como pueden ser los bienes raíces, o las acciones de ciertas empresas. Se estimula el gasto de consumo e inversión y baja el costo financiero de la deuda pública. Incluso pueden derivar los recursos a proyectos que de otra manera tenderían a posponerse o a no realizarse. Hay quien argumenta que el largo periodo de tasas bajas afectó no solo a mercados específicos, como el de bienes raíces; abarató el costo financiero de los gobiernos y facilitó el desarrollo de las industrias tecnológicas, acrecentado su poder y capacidad de desarrollo, incluyendo la inteligencia artificial. En estas circunstancias el motivo para pedir créditos puede ser el del oportunismo más que el de la necesidad. De otro lado, un efecto de las elevadas tasas de interés que prevalecen hoy en México y que significan un amplio margen financiero con respecto a las que hay en Estados Unidos, provocan una gran entrada de capitales para comprar deuda pública; la afluencia de dólares hace que el peso se revalúe. La tasa de interés es clave en la asignación de recursos y la distribución del ingreso.
La crisis financiera de 2007-08 provocó una variación muy significativa de las tasas de referencia de la FED (la tasa efectiva de los fondos federales), con el objetivo de generar liquidez para los bancos y evitar y la quiebra. En julio de 2007 dicha tasa era 5.20 por ciento, en enero de 2009 fue 0.15% y se mantuvo en ese nivel hasta noviembre de 2015, cuando empezó a subir hasta julio de 2019 con 2.40 por ciento y caer en mayo de 2020 a 0.05 por ciento manteniéndose casi igual hasta febrero de 2022 e iniciar un alza constante hasta 5.33 por ciento en diciembre de 2023.
En un escenario de periodos de bajas tasas de interés, seguidos de otro de tasa altas, se afecta la operación del mercado de dinero, es decir, la coherencia misma del sistema de crédito: la gran red de promesas de pago de las deudas que requieren necesariamente que el flujo del dinero cubra esas obligaciones. Para eso el banco central interviene de modo tal que no sólo cumple con su función tradicional de ser un prestamista de última instancia
, es decir, que usa sus propios recursos para que se cumplan las obligaciones de pago, por ejemplo, las de un banco emproblemado. Su función ha tendido a ampliarse para convertirse en un operador principal
en el mercado.
Este recorrido de las tasas tiene un fuerte impacto en la asignación del dinero y el crédito en la economía. Un caso fue la quiebra del Silicon Valley Bank y de First Republic. La FED instrumentó luego un programa para allegar recursos a los distintos intermediarios financieros, usando sus instrumentos como son, entre otros, los bonos de Tesoro, lo que permite una mayor incidencia en las transacciones. Todo esto repercute en los costos y, también, en las finanzas públicas.
El entorno actual se caracteriza por la persistencia de una alta tasa de inflación anual junto a altas tasas de interés. A pesar de su caída del nivel más elevado de alza de los precios, de 9.1 por ciento en junio de 2022, en Estados Unidos está ahora en 3.1 por ciento , arriba del 2 por ciento que es el objetivo de la FED. En México la tasa más alta de 8.7 se registró en agosto de 2022 y en diciembre de 2023 fue 4.66 por ciento, por encima de la previsión de 3 por ciento de Banxico. El ex-subgobernador de Banxico, Everardo Elizondo, ha señalado recientemente que: Hay suficientes razones de preocupación sobre la inflación que me hacen suponer que aflojar la tasa de interés tan temprano como en el primer trimestre, es prematuro
. Esto tiene que ver con las presiones de la demanda interna y de la política fiscal expansiva sobre la inflación. Las distorsiones que esto provoca son muy variadas, una de ellas es que la deuda de los créditos al consumo ha crecido mucho y con un alto costo que puede generar problemas de cobro para los bancos. Es sintomático que la Condusef ha recomendado a la gente pedir prestado a las abuelitas y las tías, pues no cobran intereses como lo hacen las instituciones financieras (ver nota en este diario publicada el 18 de enero pasado).