Ciudad de México. Fernando Botero, el artista más grande de la historia de Colombia, como lo consideran en su país, cuya obra y legado artístico también es emblemática del quehacer latinoamericano, falleció a los 91 años.
En 2012, cuando México le dedico una gran retrospectiva en el Palacio de Bellas Artes para celebrar sus ocho décadas de vida, el pintor dijo que su popularidad la debía a que todo mundo lo reconocía como “Botero, el pintor de las gordas”; enseguida el autor argumentaba: “No me molesta, pero he explicado mil veces que no se trata de ser delgado o gordo. Mi interés es por el volumen y las formas sensuales. No he pintado ni una gorda en mi vida”.
La muestra en el máximo recinto cultural del país incluyó 161 óleos, acuarelas y dibujos, así como 11 esculturas de bronce en mediano formato y cinco monumentales instaladas en la explanada del Palacio de Bellas Artes, donde el público se agolpó durante semanas, asombrados y deseosos de fotos, ante el contraste del bronce negro en el blanco resplandeciente del mármol.
Botero contó entonces que cuando visitó Europa siendo muy joven descubrió las fuentes de que se nutrieron varios artistas mexicanos en la pintura de Italia, y entonces surgió en él una mezcla de la lección mexicana con la italiana. “Estos últimos inventaron una cosa importantísima, que es dar la ilusión en una superficie plana de que hay un volumen y un espacio, una revolución profunda.
“En la pintura siempre hay la exaltación de un aspecto. En Vincent van Gogh y Henri Matisse es la del color. En mi caso, yo me obsesioné con el volumen. Todas esa influencias han nutrido mi trabajo en tanto tiempo, son casi 65 años, mi producción es muy grande porque soy un trabajador incansable”. (La Jornada, 28 de marzo de 2012).
Botero tuvo una entrañable conexión con México, país al que viajaba un mes al año y lo primero que hacía era visitar el Museo Nacional de Antropología. Esas visitas también son el origen de su serie El circo, inspirada en la poesía y colorido de un circo pobre que visitó en Zihuatanejo, Guerrero. En los años 50 vivió en la colonia Del Valle, en la Ciudad de México. La retrospectiva del 2012 fue la quinta que se realizaba en nuestro país.
“El mundo está lleno de injusticia, uno pasaría la vida haciendo declaraciones en contra”, expresó entonces el pintor de Medellín al ser cuestionado sobre la polémica serie dedicada a la cárcel Abu Ghraib, en Irak, la cual, dijo, “nació de un chispazo de rabia”. Esa colección fue donada por Botero a la Universidad de California, luego de prestar las obras para su exhibición en México.