Portada
Presentación
Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega
El bestiario humano
de José Emilio
José Ángel Leyva
La huella radiante de
José Emilio Pacheco
Juan Domingo Argüelles
Pacheco, el soberano
Ricardo Guzmán Wolffer
Creación del poeta
o malinterpretación
de Blake
Marco Antonio Campos
Poemas
José Emilio Pacheco
Carta a José Emilio Pacheco, con fondo
de Chava Flores
Hugo Gutiérrez Vega
También este año me atormenta la noche
Yorguís Kótsiras
Leer
Columnas:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Poesía
Antonio Soria
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Cinexcusas
Luis Tovar
Directorio
Núm. anteriores
[email protected]
@JornadaSemanal
La Jornada Semanal |
|
Creación del poeta o malinterpretación de Blake*
Marco Antonio Campos
a José Emilio Pacheco
Para transmigrar
hurtó infiernos a la imaginación
vedados a los otros.
Angustiado cuadrúpedo
se arrastraba en las rutas
con el lomo descarnado
por el látigo del suicidio.
Soportó risas de imbéciles.
Loros de la alabanza.
Exégetas contumaces.
Agarró su pesadilla
en la punta de la palabra,
y escupió:
el charco se hizo en la tierra,
y en el fondo, paralítico,
se delineó aquel demonio. |
* Conocí a José Emilio Pacheco a mediados de 1970 en el taller que dirigía Juan Bañuelos, mi primer maestro, en la UNAM. Para recibirlo, Juan me encargó que escribiera una nota sobre No me preguntes cómo pasa el tiempo, con el que había ganado en 1969 el Premio Nacional de Poesía. José Emilio –así era él– quedó muy agradecido. Desde entonces llevamos una muy buena amistad y comenté un buen número de sus libros. A lo largo de los años me dio varios consejos que fueron claves para que yo escribiera con menos incorrección. Yo leía mucho hacia finales de los sesenta y principios de los setenta a los mal llamados poetas malditos, y leí, de William Blake, en la versión de Xavier Villaurrutia, el Matrimonio del cielo y el infierno, donde Blake en una línea dice que el verdadero poeta está del lado del demonio. De allí nació este poema, escrito a mis veintiún años, que dediqué al inolvidable José Emilio.
|
|