Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 29 de septiembre de 2013 Num: 969

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

El lugar de los hechos
Élmer Mendoza

Mutis en la era
de los setenta

Javier Wimer

Kawabata y García Márquez: dos novelas habitadas por muchachas
Juan Manuel Roca

Paternidad y amistad: orfandades contemporáneas
Fabrizio Andreella

Entre cleptocracias
y cenicidios

Jochy Herrera entrevista
Con Luis Eduardo Aute

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
Galería
Rodolfo Alonso
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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Rodolfo Alonso

Roberto Arlt y México

Cada nueva muestra del feliz interés editorial por inéditos del singular e indeleble escritor argentino Roberto Arlt (1900-1942), que se incrementará sin duda por su ingreso en el dominio público, me recuerda mi temprana adolescencia, cuando lo descubrí espontáneamente en librerías de viejo, donde se conseguían aún sus primeras ediciones y se arrumbaban, sin lectores, aquellas heroicas reediciones de Raúl Larra para su editorial Futuro. Prácticamente ignorado, Arlt fue entonces, y sigue siendo para mí, una presencia personal, casi íntima. Y no dejo de sonreír al imaginar lo que diría, con su ironía agridulce y socarrona (pero tan complacido), de su merecida resonancia actual.

Una investigadora mexicana, Rose Corral, reunió en un cuidado volumen, Al margen del cable, todas las crónicas periodísticas de Roberto Arlt publicadas en el diario El Nacional, de México (1937-1941), que habían aparecido previamente en nuestro memorable diario El Mundo, de Buenos Aires, donde el autor integraba una brillante redacción de destacados escritores.

Es sin duda la notable capacidad creadora de Roberto Arlt, que podía convertir la sucinta noticia de un cable en un vívido, inquietante retrato literario, lo que motivó el interés de los editores mexicanos, sostenido hasta la muerte del autor. Pero hay algo más. Reparemos en el intenso, doloroso período histórico de lucha antifascista que acompaña estas crónicas: desde la Guerra civil española hasta la segunda guerra mundial. Y recordemos asimismo, no sólo que El Nacional es el diario fundado en 1929 por la Revolución Mexicana sino que, al asumir la presidencia el legendario general Lázaro Cárdenas, aquel proceso entra en una etapa de acelerada profundización: reforma agraria, nacionalización del petróleo, solidaridad con la República Española, cuyos refugiados políticos son acogidos con ejemplar amplitud, así como lo fueron nada menos que León Trotsky, perseguido y finalmente asesinado por el estalinismo, o las primeras víctimas del nazismo que ya devastaba Europa.

Lo que ese libro nos devuelve, entonces, no es apenas la penetrante capacidad creadora de Arlt, su apasionada inteligencia y su demoledora, sutilísima ironía, sino igualmente sus lúcidas opiniones de política internacional, en un momento clave y densamente trágico de la historia del mundo. Quien lea, ahora, estas páginas podrá comprender, no sólo las sólidas razones del gran diario mexicano para publicarlo, sino también la no menos sólida inventiva con que Arlt consiguió enfrentar su dilema crucial (“Escribí siempre en redacciones estrepitosas, acosado por la obligación de la columna cotidiana”): supo hacer de sus crónicas buena literatura y de sus relatos una tocante prueba de experiencia vivida.

Una reflexión final. No es que la narrativa ácida y mordaz de Roberto Arlt haya reflejado, simplemente, la realidad argentina. Sino que, mucho me temo, fue nuestro hasta no hace mucho desdichado país el que había terminado imitando, hasta el exceso, el mundo despiadado y grotesco del hondo, indeleble Roberto Arlt.