Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 29 de septiembre de 2013 Num: 969

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

El lugar de los hechos
Élmer Mendoza

Mutis en la era
de los setenta

Javier Wimer

Kawabata y García Márquez: dos novelas habitadas por muchachas
Juan Manuel Roca

Paternidad y amistad: orfandades contemporáneas
Fabrizio Andreella

Entre cleptocracias
y cenicidios

Jochy Herrera entrevista
Con Luis Eduardo Aute

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Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
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Rodolfo Alonso
Cinexcusas
Luis Tovar


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Ricardo Venegas

Escribir para exaltar al burro

-Un Toleco
-No, dóblate el cuello.
-Lo traigo planchado.

Más temprano que de costumbre comenzó a redactar. Escribirá una novela que ganará, algo ganará. Este mes habrá Juegos Florales, que de aromáticos sólo tienen el nombre. Ofrecen una presea, antes daban 5 mil pesos por un poema con el tema de la Independencia, ahora el monto es el prestigio, algo menos que simbólico. Meditó: Si con tanta facilidad desaparece un hombre, ¿por qué un premio no?

Ahora que el funcionario ha encontrado la manera de ejercer un presupuesto para los suyos es cuando más textos necesita, o van a cancelar los Juegos y se dirá que no hizo nada, y esta es una manera de urdir lo que sucede. Quizá sea el momento de escribir un poema que nadie va a entender. Tal vez, si mandara al concurso algunos refritos, aquellos que nunca publicó por la manera en que uno puede falsamente actualizar una Independencia que ya no existe, los manuscritos sobre un país que sólo aparece en la Constitución y en los códigos que rigen nuestra vida y unas monedas que ya no valen nada, quizá resultaría. El año pasado, recuerda, el maestro de ceremonias se embolsó mil pesos y le iba a dar 4 mil en vez de 5 mil en el sobre de su premio. Tuvo que refrescársela para no ser ultrajado.  Le dijo: “Señor: ¿el premio es de 5 mil? Aquí sólo hay 4 mil, disculpe el inconveniente.”

Todo es lo que aparece

Muy temprano Teresa acompañaba a su hija a la escuela. Abordaron el camión, pagaron con cambio y se sentaron a la derecha del chofer. En una parada subieron tres hombres con chamarra y gorra, se veían casi uniformados y serios, hasta parecían decentes. Se sentaron a la mitad del bus. Uno de ellos hizo una seña repentina y otro se levantó amenazante contra los pasajeros. “¡Todo lo que traigan me lo dan o ya valió madres!” Contra todo pronóstico, Teresa comenzó a reír de nervios. “¡No se ría señora, y no me vea, chingao!”, gritó uno de ellos. Teresa seguía riendo y le hacía señas al irritado ladrón de no poder dejar de hacerlo. “Que no se ría señora, o me la voy a chingar”, gritó con indignación el asaltante. La pequeña ya estaba desesperada al ver que su madre no paraba de reír, se carcajeaba con fuerza y a veces con ganas de parar. A punto de bajarse, uno de ellos le arrebató la bolsa de la escuela a su hija. Teresa no tuvo más que rogarle, entre risas, para que le devolviera la mochila que contenía los útiles de la niña. El mal encarado le espetó: “Y para la otra no se ría –dijo en tono de promesa-, ahí va su chingadera”, y se bajó de un brinco.

Después del ataque de risa, Teresa sigue creyendo que si ese hubiera sido el último día de su vida, una carcajada es mejor que morir en medio del terror de no saber por qué tres golfos haraganes (que toman muy en serio su trabajo) se levantan temprano para despojar a tanta gente de sus relojes, pulseras, celulares, cadenas, monederos, carteras y de su invaluable paz.