En 1995, Ignacio Pineda hizo un pacto con el diablo y le ofreció su alma para poder levantar un centro cultural que también fuera un lugar social politizado.
Tuvo su oportunidad en un inmueble en la colonia Roma y lo consiguió, pero lo que no sabía el del contrato es que “somos ateos, y así, ya no tiene validez ese acuerdo”, advierte el promotor a La Jornada, y el 1º de diciembre de ese año abrió el lugar en una “colonia semiabandonada en la que veías cerros de cascajos en esquinas, sucia, con basura, despintada. Se veía muy maltratada porque recién había pasado el terremoto y la banda gentrificadora ya le había echado el ojo para comprar barato y poner antros”.
En plena avenida Cuauhtémoc, cerca del parque Jardín Pushkin, surgió, en un pequeño local, el Multiforo Cultural Alicia, el cual duró ahí 27 años para forjar un sitio que se volvió tan emblemático y conocido en la cultura de la CDMX que, tras su cierre en la mencionada dirección por miles de circunstancias, la entonces jefa de Gobierno capitalina Claudia Sheinbaum otorgó al colectivo del Alicia un espacio en la colonia Santa María La Ribera para seguir con sus actividades de conciertos, talleres, charlas, conferencias… Claro que, “el beneficiario se compromete a pagar renta, servicios, acondicionamiento y mantenimiento por medio de un contrato anual”.
Para llegar a ser lo que es, el Alicia fue por eones y eones acosado, primero por dueños mafiosos de antros que se localizaban en el barrio, por vecinos puritanos y “beatos” y, sobre todo, por autoridades corruptas que lo intentaron cerrar o clausurar unas “cien veces”, ironiza Nacho, quien, aun así, decidió entregar su alma a ese sitio que terminó por ser “un espacio político y social. Un laboratorio de culturas subterráneas y movimientos aleatorios”.
Todavía en mayo pasado, un aparatoso operativo se suscitó en su nueva sede. Nadie supo quién mandó ejecutarlo, pero participaron elementos de la Guardia Nacional, del Ejército y de la policía de la alcaldía Cuauhtémoc, los cuales detuvieron un concierto del músico vasco Fermín Muguruza, parando la presentación, sacando a la audiencia como delincuentes y creando una polémica que, incluso fue citada en la conferencia mañanera de la Presidencia, así como en varios medios.
Este 1º de diciembre, el Alicia cumple 30 años, quitando el tiempo que cambió de sede de la Roma a la Santa María La Ribera. Sigue siendo un “espacio cultural, político y social antifascista. Llevamos años denuciando el neofascismo que ha crecido en la ciudad”, manifiesta Pineda, quien nunca había comentado que la actual presidenta “nos había dado el nuevo lugar. Era fantoche decir que conocía el lugar y que nos hablaba maravillas de éste y que por eso lo otorgó”.
Recuerda a este medio que, cuando sucedió esto, luego de hacer un concierto de despedida, “hablé con el colectivo de personas que hacen posible el Alicia, que me dijeron que no se querían ir, que ‘el cansado’ era yo. Les reviré que ya tenía 27 años y ellos unos tres”.
Nacho siguió con el Alicia, pero para ello “hipotequé mi casa”. Y no importa, porque “siempre he concebido a la cultura como una promotora del cambio en el tejido social y político. Desde que iniciamos, el Alicia es anarquismo, y nunca nos hemos considerado un antro o bar, sino un lugar donde se puede denunciar, incluso al fascismo”.
Punkis, skatos y metaleros
Considera que jamás pensó llegar a tres décadas, y rememora: “comenzamos con unos amigos, pero a los dos meses, éstos ya se habían ido. El contrato con el dueño del local era de un año, así que me tuve que aventar. A él le convenía mucho porque en la zona la gente rentaba o vendía a precios muy bajos. Ahí inició una mafia en la Ciudad de México. Después del terremoto se apropiaron de muebles, terrenos y calles e hicieron una nueva ciudad. Al lado del Alicia había dos antros, uno era La taberna del Greco. Dos o tres veces llegó el dueño de uno de éstos, quien una vez nos inquirió y hasta nos plomeó el cabrón. Así de rudo, llegaba y decía: ‘Hijos de la chingada, ¿quiénes son? A su lugar llegaba la vieja guardia de la política, empresarios, esa mafia que estaba naciendo en la ciudad, que de pronto comenzó a ver punkis, skatos, surferos, anarquistas, metaleros...
“Ese gerente me quiso sacar la sopa. En su oficina, sacaba dos rayas inmensas (de cocaína), se metía una y me decía: ‘vas’. Le decía que no me drogaba, pero él insistía: ¿quién te apadrina? Con el tiempo se fueron, vendieron.”
El Alicia “fue cambiando la calle”, insiste Nacho, pero los primeros años “fueron rudos. A la pandilla todavía le gustaban los portazos, meterse a huevo y esas cosas, pero aguantamos”.
También recuerda que unos días antes de que Cuauhtémoc Cárdenas ocupara la jefatura de Gobierno del entonces Distrito Federal, “nos clausuraron porque en el lugar se hacían actos de promoción del voto. No es que fuéramos a votar por él, sino que insistíamos a los jóvenes que era importante un cambio. Ya no votar por el PRI o el PAN. No obstante, en esa época también llegó a dirigir la delegación Cuauhtmeoc Jorge Legorreta, un urbanista, un tipo interesantísimo que me aseguró que el Alicia jamás cerraría porque había hecho un cambio en la zona. ‘Trabaja libremente y que los vecinos se vayan acostumbrando’, me dijo. La Roma antes era muy beata y los vecinos nos veían feo, hasta que nos aceptaron”.
El Alicia, evoca Pineda, ha tenido a lo largo de la historia “unos cuatro operativos rudos de grupos armados de las autoridades. Tuvimos uno en el gobierno del PAN, cuando llegaron camionetas grandes y bajaban tipos con pasamontañas y armas largas, y nunca decían de dónde venían”.
En el operativo de mayo pasado, “llegó el Ejército, la Guardia Nacional y la policía de la Cuauhtémoc, pero lo militares nunca entraron como dijo el titular del Ejército, el general (Ricardo) Trevilla. Fue algo anticonstitucional, violatorio. Nunca supimos quién dio la orden”.
El promotor señala estar “asombrado con lo que está pasando últimamente en el país. Hay un movimiento raro, bastante oscuro que anda buscando el caos. Son cosas que nunca imaginé ver. Pero de todos modos hay que prepararnos, hay que organizarnos y con la cultura seguir avanzando. Mucha gente me pregunta si somos Morena o 4T, y les digo que no, que el Alicia sólo es un espacio cultural, político, social”.
Para celebrar sus tres décadas, habrá eventos especiales en diciembre, pero más en enero. “En este mes lo que se saque es para los compañeros de servicios. Tenemos actos con algunos grupos que iniciamos. En enero festejamos con bandas nacionales e internacionales. Algunos compositores de punk rock van con su guitarra acústica a hacer sus rolas. Juntaremos a grupos de la escena de los años 2000 del punk rock en México (chavitos que antes tenían 20 años y ahora 50) con los actuales. Habrá reggae, ska. También nos gustaría hacer una muestra con los carteles que siguen vivos ahí, en nuestra bodega. Tenemos un montón”.