Estados Unidos. Washington y Nueva York., El portaviones más grande y nuevo de la Marina de Estados Unidos llegará al Caribe este lunes mientras se intensifica el debate y la especulación sobre una mayor acción militar en torno a Venezuela, incluso, provocar un golpe de Estado para derrocar al gobierno de Nicolás Maduro.
Estados Unidos continúa sus ataques contra lanchas en las costas de Venezuela, pero el gobierno de Donald Trump ofrece narrativas encontradas que sólo nutren la especulación sobre si contempla o no algún ataque directo contra Venezuela o si sólo está presionando como parte de un plan para derrocar al mandatario Maduro.
“El presidente Trump recientemente ha expresado reservas a asesores de alto nivel sobre lanzar una acción militar para derrocar a Maduro, preocupado de que las acciones podrían no obligar a que el autócrata se retire del poder”, reportó The Wall Street Journal a finales de la semana pasada.
Pero visualmente todo indica que Washington se prepara para una guerra. La presencia militar estadunidense cerca de las costas venezolanas es la más grande que se ha realizado en América Latina en décadas. Cada semana el Pentágono difunde nuevos videos borrosos de bombardeos desde drones contra lanchas, con un saldo de por lo menos 65 asesinatos de supuestos narcotraficantes en 15 ataques (sin ofrecer ninguna evidencia de que los abatidos son delincuentes). El jefe de la Casa Blanca continúa condenando la “amenaza” de las drogas que llegan, según él, de Venezuela y América del Sur, aunque la semana pasada en un discurso en Miami confundió Sudamérica con Sudáfrica.
Uso de la fuerza, sin apoyo
El pasado jueves, una resolución en el Senado para bloquear un ataque militar directo contra Venezuela sin autorización previa del Congreso se quedó a un voto de ser aprobada, lo que indica que existe una oposición significativa a la acción militar directa.
Un sondeo reciente de YouGov registró que sólo 18 por ciento de los estadunidenses apoyan el uso de la fuerza militar para derrocar al gobierno de Maduro, y una mayoría (55 por ciento) se opone a una invasión militar a Venezuela.
En sesiones informativas clasificadas en privado en el Congreso la semana pasada, el secretario de Estado, Marco Rubio, y el titular de Guerra, Pete Hegseth, insistieron en que, según versiones filtradas, continuarán bombardeando lanchas que supuestamente transportan droga por el Caribe y el Pacífico, sin ofrecer ninguna evidencia para sustanciar sus acusaciones.
Rubio supuestamente encabeza una facción dentro del gobierno de Trump que promueve el derrocamiento de Maduro.
El mandatario estadunidense ha favorecido el cambio del gobierno venezolano desde su primer periodo como presidente y cuando le preguntaron la semana pasada en una entrevista con el programa 60 Minutos de CBS News si “los días de Maduro están contados”, respondió: “Diría que sí, pienso que sí”.
Pero en la misma entrevista, el magnate también declaró “lo dudo”, cuando le preguntaron si Washington procedía hacia la guerra con Venezuela. El mes pasado el mandatario declaró públicamente que había autorizado operaciones encubiertas de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) en Venezuela (aunque se supone que han estado haciendo eso durante años).
Empantanados en un conflicto
Esta campaña de presión tan pública es percibida por algunos analistas como parte de las maniobras que podría llevar al derrocamiento de Maduro sin la acción militar estadunidense. Pero múltiples informes en los medios también indican que otras facciones dentro del gobierno de Trump están preocupadas de que a fin de cuentas los militares estadunidenses podrían encontrarse empantanados en otro conflicto, esta vez en Venezuela.
“Estoy preocupado por muchos aspectos y suposiciones de esta operación, y creo que es contrario a la opinión de la mayoría de estadunidenses que desean que los militares de su país estén menos entrampados en conflictos internacionales”, declaró el senador republicano Todd Young, la semana pasada.
Aunque el legislador de Indiana votó contra la resolución que buscaba bloquear acciones militares, dejó claro que tal acción sería poco sabia. “El objetivo estratégico de militarizar una ‘guerra contra las drogas’ es poco claro”.
Figuras influyentes en el mundo de Trump, como su ex estratega político Steve Bannon, el comentarista Tucker Carlson y la asesora externa Laura Loomer, han advertido contra una nueva guerra para Estados Unidos.
“El presidente Trump hizo campaña electoral sobre una agenda de ‘America primero’”, comentó un aliado del jefe de la Casa Blanca que ha trabajado sobre temas de política exterior hacia el continente americano en entrevista con la revista The Atlantic. “Desafortunadamente, gente dentro de su gobierno están más enfocados sobre una temática ‘sur de Florida primero’”.
Preocupación en el interior
Un grupo de ex oficiales estadunidenses de inteligencia y política exterior expresaron sus preocupaciones en una carta abierta para Trump relativa a que su secretario de Estado, Rubio, ha estado censurando agentes que disputaron la afirmación oficial de que Maduro controla la organización de narcotráfico Tren de Aragua.
“Estamos profundamente preocupados sobre donde parece estar procediendo Estados Unidos en su política hacia Venezuela y le instamos a que exija que la comunidad de inteligencia le entregue un análisis claro, sin filtros y de ‘verdad ante poder’, como también las opciones de acción encubierta en Venezuela”, escriben los ex oficiales de agencias de inteligencia, incluído Fulton Armstrong, ex oficial nacional de Inteligencia para América Latina ( https://consortiumnews.com/2025/11/05/vips-memo-what-wider-war-in-venezuela-would-bring/ ).
“Amenazas de golpes de Estado e intervenciones militares son lo más contraproducente”, afirman.
“Más aun, la historia de Estados Unidos en América Latina demuestra que golpes instigados y apoyados por Estados Unidos no llevan a la estabilidad, la democracia o los derechos humanos.”
Agregó que “navegar ciegamente a una guerra no provocada contra un gobierno latinoamericano, incluso uno debilitado por años de sanciones de Washington de ‘presión máxima’, arriesga una conflagración que podría llevar a que Rusia ingrese al conflicto y ofrece cero probabilidad de establecer un gobierno sucesor legítimo y que sea pro estadunidense”.
Los ex oficiales de inteligencia concluyen que “26 años de política fracasada hacia Venezuela no es un cimiento sólido sobre el cual cometer errores aún mayores”.