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La periodista Cristina Fallarás denuncia amenazas y acoso del partido ultraderechista Vox

La escritora y periodista Cristina Fallarás, amenazada por el partido de ultraderecha Vox.
La escritora y periodista Cristina Fallarás, amenazada por el partido de ultraderecha Vox. Foto 'La Jornada'
14 de octubre de 2025 08:28

Las amenazas contra la escritora y periodista española Cristina Fallarás no son cualquier cosa. Su enemigo involuntario es el partido de ultraderecha Vox, y los mensajes que le llegan por decenas son muy explícitos: “Pedazo de zorra, chupapollas; como te veo en la calle te rompo la boca; a quien no hay que respetar es a zorras como tú. A ti te van a visitar y darte una paliza brutal”.

Los avisos son muy claros. La diana que el partido más violento de España puso sobre ella en todas sus redes sociales, también. El líder de la tercera fuerza política de ese país, Santiago Abascal, fue más allá al crear una web que anima a sus afiliados a denunciarla: “¡Defiéndete para que no se repita su odio contra ti!”

Y todo porque en una columna Cristina Fallarás se atrevió a decir la verdad, la realidad que todos conocen: que Vox es racista y que su discurso es discriminatorio contra la migración.

Autora de libros de novela, ensayo y no ficción, la periodista teme por su vida.

“Vox inició una campaña que llama a la gente a denunciarme ante la fiscalía por delito de odio. Dicen que he instado a la población a insultarlos”, explica en entrevista con La Jornada.

Añade: “Me doy cuenta de que el partido de ultraderecha Vox montó una página web con mi cara, para que la gente deje sus datos y se dirija a odiarme. Y cuando se apuntan, les dicen que de paso se afilien. Están usando el odio contra mí para captar afiliados y lucrar. Esto me preocupa, porque es inédito”.

Y así es. Por primera vez en democracia, un partido político señala a una periodista para agredirla y monta una campaña de odio en su contra.

Vox es el tercer partido de importancia en el Congreso de los Diputados, sólo detrás del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el Partido Popular (PP).

Ataques directos

No es la primera vez que Fallarás sufre amenazas y acoso por su trabajo periodístico, pero está vez ha sido distinto, se trata de una violencia directa que pretende socavar su libertad de expresión: “Esta campaña salta a la manosfera (red que promueve la masculinidad enfatizada y la hostilidad hacia las mujeres y la misoginia, con oposición al feminismo); allí es donde los hombres comparten las fotos de sus mujeres en pelotas, donde los hombres enseñan cómo pegar a sus mujeres sin dejar rastro.

“De repente me empiezan a alertar diciéndome que estoy en esos chats donde la cosa ya no es: ‘te llamo cerda, vieja y fea’, sino que me empiezan a llegar mensajes: ‘te voy a pegar un tiro’, ‘te voy a partir las piernas’, ‘vamos a ir a por ti, estamos organizados, sabemos dónde vives’.”

Añade: “Empieza una campaña de amenazas de muerte y de agresiones severas contra mí y contra mi familia. Todo esto, montado desde un partido político, desde una fuerza democrática, lo cual me tiene aterrada”.

De inmediato interpuso una denuncia ante la Fiscalía General del Estado y la protección de las instituciones: “Pido que actúen, que investiguen y tomen medidas; incluso, esto puede estar quebrantando la ley electoral española. Pido protección al Estado, pido amparo a las asociaciones de periodistas.

“Las asociaciones civiles de protección a periodistas han reaccionado, como Reporteros Sin Fronteras, Sindicato de Periodistas, la Federación de Asociaciones de Periodistas de España y Amnistía Internacional, que inició una campaña para solicitar que se me proteja.”

Pero no es suficiente, Cristina sabe que esto puede ir peor: “Mi estupefacción. ¿Pero qué es esto que estoy viviendo? ¿Qué está pasando aquí? Porque esto no lo conocíamos, esto es violencia política, es una violencia nueva”.

Violencias nuevas

Cristina Fallarás siempre ha padecido la persecución de ciertos grupos conservadores por su activismo feminista, pero esto va más allá: es una violencia política estructural y es un paso más en la agresión que se conoce.

Desde que lanzó el movimiento Cuéntalo, en 2018, que se convirtió en un fenómeno internacional y recabó millones de testimonios sobre violencia machista, similar al movimiento Me Too, algunos actores sociales no la han dejado en paz, por obvias razones: “las amenazas me han acompañado siempre”.

Añade: “A partir de entonces, empezó una violencia brutal contra mí en las redes. La violencia digital termina en la calle. A partir de ahí me agredieron en la calle, me tiraron, me rompieron una rodilla, acabé en el hospital, me tiraban del pelo, me escupían; cada vez que salía de casa, unos hombres me seguían a donde fuera, hasta que un día llegaron a la puerta del edificio de mi departamento y marcaron una equis con una navaja. Tuve que dejar la casa donde vivía, tuve que abandonar el barrio, volver a mudarme”.

Hace dos años, en su cuenta de Instagram empezó a recopilar testimonios de mujeres sobre violencia, donde quita el nombre de las víctimas para que puedan expresarse sin miedo a represalias.

Sin embargo, su trabajo sigue incomodando al estamento más misógino de la sociedad y la política española. El año pasado, por ejemplo, dimitió Íñigo Errejón, diputado de Sumar, la izquierda española, porque se vio reconocido en uno de los relatos publicados.

“Los testimonios que publico no tienen nombre porque ya sé cómo funciona la justicia, y sé que poner el nombre siempre se paga, aunque sea verdad. En esa memoria colectiva de la violencia, algunos hombres se han reconocido en los relatos que publican las mujeres.

“Esto me está llevando a tener juicios, demandas por valor por mas de un millón de euros. Tengo problemas con la justicia en este momento, pero esto entra en el ámbito del feminismo y del activismo.”

Odio e impunidad

A Cristina Fallarás le preocupa este paso más violento y evidente que ha dado Vox de manera envalentonada porque sabe que goza de impunidad. Dice que siempre ha sido objetivo de agresiones por su activismo feminista, y generalmente lo espera, pero las amenazas y el acoso de Vox son diferentes.

“No me esperaba que un partido con representación en el Congreso de los Diputados me señale, genere una campaña de odio y de amenazas de muerte contra mí y no pase nada.”

El panorama en España presenta efectivamente un avance importante de los partidos de extrema derecha, del racismo y del supremacismo blanco en Europa, con un relato contra la migración.

“Llevo años señalando cuál es el relato de esta gente. Dicen que la igualdad ya existe, que la lucha feminista hay que cortarla y atajarla inmediatamente, que no hay violencia contra las mujeres. En España se ha puesto de moda que los coches lleven una pegatina que dice: ‘todas mienten’.”

Añade: “Difunden la idea de las denuncias falsas; elaboran una teoría sobre la cual las mujeres que denunciamos violencia mentimos para hacer daño a los hombres. Ahí engordan todo el movimiento Incel, machos cabreados y todo el movimiento misógino que estamos viendo en las redes”.

Considera que cada vez hay más varones desacomplejados y envalentonados, cuyo mensaje está prendiendo entre los más jóvenes, sobre todo entre los menores de 25 años y, obviamente, el partido preferido entre todos es Vox, la ultraderecha.

Paradójicamente, comenta que según sus investigaciones las muchachas menores de 25 años son cada vez más de izquierda, y los hombres son cada vez más de derecha.

“Les enfurece que llamemos a las cosas por su nombre. A mí no me da ningún apuro decir a un fascista lo que es, un misógino, un machista. No son hombres que tienen un problema con su pene, son unos machistas de mierda. Toda misoginia es violencia.”

Explica que la excusa de que “los hombres lo están intentando” ya no es valida: “Mira, no, ya llevamos demasiados años para intentarlo, ahora se da ese paso, y si no lo dan, eres violento y colaboras con la violencia. Este mensaje no pueden soportarlo”.

No publiques mi nombre

Fallarás estará en la Feria Internacional del Libro (FIL) Zócalo de la Ciudad de México del 15 al 20 de octubre para presentar su libro No publiques mi nombre, texto que incluye decenas de testimonios de violencia contados por mujeres. Dice que sabe que existen estratos de la sociedad española que no la toleran: “No soy un personaje que resulte simpático a los poderes públicos; no resulto ni cómoda, ni simpática; no me importa nada; no he venido a esta vida a ser simpática, ni cómoda ni agradable; he venido a tocar las pelotas”.

Se muestra preocupada porque su caso puede quedar como precedente que justifique la violencia: “Si esto se permite, si lo dejan pasar, esto cundirá y se multiplicara. Es un peligro para la democracia. Si esto no se atiende, se pone jaque a la democracia. No por mí. Esto es un paso que quiebra el consenso democrático”.

Advierte: “La violencia machista y la violencia sexual que tenemos se está multiplicando a límites insoportables contra las mujeres y contra las niñas y adolescentes”.

Dice que a la extrema derecha no le molesta la izquierda, no le molesta el feminismo: “Le molesta la democracia; hasta que no veamos eso claro, no tenemos remedio. Los avances de la extrema derecha no son contra la izquierda, sino contra la democracia”.

Explica: “La amenaza que estoy viviendo forma parte de unas nuevas violencias que les está costando admitir. Cuándo paso de tener miedo a que me partan la cara en la calle; a tener miedo a que me peguen una cuchillada o que me peguen un tiro”.

Dice que hace sólo cinco años los tipos de violencia contra las mujeres eran distintos: “Jamás esperabas que tu marido colgara tus fotos desnuda en un chat; era una violencia que no conocíamos; no esperabas que a tu hija la violara una manada como la de los sanfermines. Hemos conocido violencias nuevas. Es un cambio de violencia. Los tipos de amenaza que me llegan son diferentes”.

Hay que actuar

−¿Cuál es la vía de solución para tu caso?

−Lo primero es reconocer que la violencia política ha cambiado. Reconocer que es otra, que ya no van acosarte en la puerta de tu casa, sino que lo siguiente es algo más duro. Si no reconocemos esas violencias políticas, llegara un momento en que se arrepentirán porque será demasiado tarde. No hay que esperar a que una política de izquierdas o a una periodista le peguen un tiro o le rompan el cuerpo.

“Hay que actuar antes. Lo único que pido es que investiguen el tipo de violencia que estamos recibiendo, que se den cuenta de que es nueva.”

−Si no está tipificado, ¿quiere decir que tus agresores no van a recibir castigo?

−Es evidente que no. Espero que la fiscalía actúe, no sé. Es la primera vez que pasa. Muchos medios de comunicación son reacios a mirar esta violencia a la cara, nos cuesta mucho dar ese paso; además, creo que la extrema derecha consigue que no relatemos sus violencias. Si llevo a juicio a un partido de extrema derecha, ¿qué pueden hacerme? Hay una desaparición del Estado.

Comenta algo también preocupante: la penetración de la extrema derecha en las fuerzas de seguridad del Estado, algo de lo que tampoco se habla.

“La primera vez que me amenazaron públicamente y me pusieron en la diana, en 2017, fue el Sindicato Unificado de Policía: me llamaron etarra. Cuando te llaman públicamente etarra la extrema derecha o la policía sabes que te están señalando, y que ahí vale todo. Te están llamando ‘amiga de los terroristas’, y contra ti vale todo.”

Falsa transición

¿Cuál es el origen del partido de ultraderechista Vox? En términos históricos, recuerda que en España la supuesta modélica transición consistió en la ley de amnistía de 1977: “Franco murió en 1975, y en 1977 se amnistió a los presos. Lo que hizo fue dejar sin juzgar a todos los torturadores e integrantes del franquismo. Toda la construcción franquista, sus herederos y sucesores permanecen hoy en el sistema financiero, en las grandes empresas, en la monarquía, que es la jefatura del Estado que viene por línea directa de Franco; el jefe del Estado español viene de línea directa de Franco”.

Añade: “Personajes tan siniestros como Rodolfo Martín Villa, que ordenó la matanza de Vitoria, un señor que le puso las medallas a Billy El Niño como gran policía, el mayor torturador de la dictadura; ese señor, Martín Villa, está protegido por los sindicatos, por Comisiones Obreras y la Unión General de Trabajadoras y Trabajadores que escribieron a la jueza María Servini de la querella argentina para que no se le juzgara por crímenes de lesa humanidad.

“En España el franquismo todavía está ahí; en la construcción del Partido Popular y en la construcción de Vox tenemos todo el espectro franquista que permanece, porque no se luchó contra eso. Nos vendieron que la transición fue real.”

Recuerda que es un discurso que ha permeado en la sociedad. “En España, durante años, desde que murió Franco y desde las primeras lecciones democráticas en 1977, hasta 2015, que son casi 40 años, todo mundo dice que la transición es estupenda, pero con las redes sociales se abre una caja de Pandora y nos enteramos que el dictador está enterrado con honras fúnebres y que el Estado le pone flores frescas con cargo al erario. Nos enteramos que España es un queso gruyer con miles de fosas sin exhumar, es que el rey roba y se exilia a un país árabe, la Iglesia violaba niños y niñas, la Iglesia robaba bebés, existe el movimiento republicano”.

Llamado urgente

Las amenazas contra Cristina Fallarás la han obligado a cambiar parte de su cotidianidad. “Hago un llamado a los ministerios de Interior y de Defensa, y a los ministros Margarita Robles y Fernando Grande-Marlasca. ¿Qué limpieza se ha hecho con las fuerzas de seguridad del Estado y la penetración de la extrema derecha o de las construcciones de hombres violentos en esos sectores?”

Lo que más le preocupa, dice, es que son ellos quienes deben protegerla: “Es un relato jodido, porque, finalmente, el gobierno de España es un gobierno, no se si de izquierda, pero progresista. El siguiente paso es que sea un gobierno de derecha o de extrema derecha. Me da apuro meterme con los poderes públicos, porque piensas que éste es malo, pero el que viene va a ser peor; sin embargo, eso consigue que estemos pasando por alto algunas acciones”.

−Hay una vulnerabilidad para ti y una falta de garantías por falta del Estado. ¿Cuál es tu futuro inmediato?

−Como toda amenaza para cualquier mujer, la deriva económica es terrible. Vivo de dar clases y conferencias. En este momento no me puedo mover, no estoy en disposición de coger un tren, porque salir a la calle me supone ciertos peligros. Seguiré trabajando en lo digital. Me he retirado a una ciudad más pequeña, más tranquila.

Por lo pronto, señala que está trabajando en una herramienta digital para crear un gran archivo testimonial de violencia sexual en el que participen las miles de mujeres, “y con eso impugnar el relato del Estado sobre la violencia sexual contra la infancia, porque ellos dicen que es 20 por ciento de las niñas, y yo les expongo datos que dicen que es 75 por ciento. Impugnar el relato de que las mujeres mienten y modificar la idea de violencia”.

A pesar de los momentos aciagos, Cristina Fallarás es optimista: “Estoy en un momento dulce; mi hija y mi hijo han crecido, estamos juntos, vivo bien, vivo con alegría; voy a intentar, ya que tengo herramientas para trabajar tecnológicamente, que esto no salpique mi felicidad íntima. Después de tres maridos; dos de ellos más malos que la tiña, me junté con una mujer maravillosa y estoy feliz”.

Imagen ampliada

La periodista Cristina Fallarás denuncia amenazas y acoso del partido ultraderechista Vox

“Me llegan mensajes como ‘te voy a dar un tiro’, ‘vamos a ir a por ti, estamos organizados, sabemos dónde vives’”.

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