Todos los estudiantes de bachillerato de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) tienen celular y una “dependencia tecnológica muy grave”; sin embargo, sus habilidades para procesar datos, textos, hojas de cálculo, editar audio, video o imágenes son deficientes y han descendido, a diferencia de cuando no contaban con un teléfono móvil, alerta Marina Kriscautzky Laxague, directora de Innovación en Tecnologías para la Educación de la Dirección General de Cómputo y de Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) de esa casa de estudios.
Si bien los estudiantes de este nivel han mejorado su capacidad para verificar información confiable cuando navegan en Internet, la experta alerta que este avance se logró antes de la irrupción de la inteligencia artificial, pero con el uso de ChatGPT teme que la verificación de información que habían desarrollado podría descender nuevamente.
“Los alumnos consumen información, pero no la producen. El tratamiento de los datos, de los números, gráficos y la interpretación de éstos es algo en lo que fallan”, detalló, al señalar que llevan 13 años aplicando una evaluación para obtener el perfil digital de los estudiantes de los 14 planteles de nivel medio superior de la UNAM.
Desde 2012, la evaluación denominada Ticómetro se aplica al inicio de cada ciclo escolar anual. La más reciente revela que 65 por ciento de los alumnos tienen un nivel intermedio de habilidades en TIC, lo que refleja un conocimiento reprobatorio, apenas 30 por ciento alcanzan un nivel avanzado y aprobatorio, y menos de uno por ciento llegan a un logro de experto.
Los resultados del Ticómetro, expone Marina Kriscautzky, dan cuenta de que “tener celular no mejora su capacidad de usar la tecnología para el aprendizaje”; incluso, una gran desventaja es que, con ciertas aplicaciones, lo que están perdiendo es su capacidad de concentración y decisión, porque saben conectarse a una red, pero su habilidad digital para la escuela no ha mejorado.
Señala que existe una falsa creencia de que “los jóvenes traen el chip integrado” y que, por ese motivo, van a resolver con más facilidad problemas relacionados con el dominio de dispositivos, pero no hay una relación directa entre usar su celular y hacer un uso “provechoso” de la tecnología para sus actividades académicas.
En entrevista con La Jornada, la experta en temas de tecnologías de la información advierte que, incluso, el desempeño escolar disminuye cuando los jóvenes están “pegados” muchas horas a los dispositivos –sobre todo los celulares–, por lo que no es una cuestión automática que a mayor uso de dispositivos corresponda una mejor habilidad digital.
“Es importante distinguir que una cosa es ser hábil para conectar el celular a la red inalámbrica, saber actualizarlo, mandar mensajes, estar en TikTok y divertirse, pero trasladar eso a una situación en la que la tecnología nos apoye para aprender no sucede”, aclara.
Los resultados del perfil digital de los estudiantes de los nueve planteles de la Escuela Nacional Preparatoria (ENP) y de los cinco del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) muestran que la hoja de cálculo en Excel “es su punto flaco”, porque no saben hacer una mínima estadística o visualizar gráficas de datos.
Marina Kriscautzky considera que adultos, jóvenes y adolescentes deben “tomar el mando de la tecnología y no quedar atrapados en ella”.