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Detrás de cada victoria hay una gran batalla de vida: Mijaín López

Alegre y bonachón, el ex atleta durante la entrevista con 'La Jornada' en el Complejo Cultural Los Pinos. Foto
Alegre y bonachón, el ex atleta durante la entrevista con 'La Jornada' en el Complejo Cultural Los Pinos. Foto Jair Cabrera
11 de octubre de 2025 09:21

Mijaín López, el mito cubano de la lucha grecorromana, sonríe como un gigante travieso. Parece capaz de lanzar por los aires a cualquier persona que se sienta a su lado. Sus hermanos Misael y Michel, que practicaron remo y boxeo, intentaron animarlo a subir al ring, pero él nunca fue de dar golpes. Prefería dar apretones y tirar al suelo a sus rivales en la pequeña localidad de Herradura, en el oeste de la isla, donde quedan todavía personas que lo vieron descalzo, corriendo por las calles polvorientas detrás de animales y cargando cajas de frutas y vegetales. Allí comenzó a pelear, incluso antes de que un profesor de lucha lo descubriera a los ocho años. 

La gente que rodea a Mijaín recuerda a ese niño fortachón, corpulento y grande, pero humilde y respetuoso. Aunque desde hace varios años vive en La Habana, el campeón visita con frecuencia los mismos lugares, orgulloso de haber marcado “un puntito” en el corazón tabacalero de Cuba con sus cinco oros en los Juegos Olímpicos (Pekín 2008, Londres 2012, Río de Janeiro 2016, Tokio 2020 y París 2024), además de las cinco coronas mundiales. Ni siquiera otros grandes de las citas estivales como el velocista jamaicano Usain Bolt o el nadador estadunidense Michael Phelps alcanzaron la misma cantidad de metales dorados en una misma disciplina y en diferentes ediciones.

“Todo lo hice por mi país, porque siempre tendremos cubanos que luchen, cubanos dignos de ser cubanos”, dice a La Jornada el pentacampeón olímpico, alegre, bonachón, rodeado de amigos de La Habana en el Complejo Cultural Los Pinos, donde se realiza desde el jueves el Encuentro Continental de Solidaridad con Cuba, cumbre internacional en la que también participan organizaciones y movimientos sociales. “Cada victoria está reflejada en una idea de la revolución, en el convencimiento y mentalidad que el comandante Fidel (Castro) sembró en nosotros. Disciplina, continuidad, ser ejemplo para los deportistas más jóvenes”.

Nunca pudo conocer a Fidel, pero el comandante miraba algunas de sus peleas por televisión. Cerca del final del campeonato mundial de China 2006, el también militante del Partido Comunista en la isla recibió un video en su teléfono en el que el líder revolucionario, acompañado por el entonces presidente de Bolivia, Evo Morales, parecieron más bien aficionados de la lucha grecorromana. “Cuando llegó el momento del combate (contra el ruso Khasan Baroev), Fidel llamó a Evo y le dijo: ‘siéntate aquí, para que veas a un verdadero cubano cómo lucha en unos Juegos Olímpicos’. Fue algo muy grande, porque él nos ense-ñó a luchar por esta revolución”.

Desde Atenas 2004, cita en la que quedó en quinto puesto, el gladiador de 1.98 metros y más de 132 kilogramos no volvió a perder un solo duelo. Su entrenador, Raúl Trujillo, a quien tiró al suelo durante su celebración en París, adelantó desde 2022 cuál era el plan para cumplir la misión final. “La idea es no participar en Centroamericanos y Panamericanos de 2023”, dijo. “Tampoco en el abanderamiento de la delegación cubana”. El ciclo fue atípico y cuesta arriba, pero alcanzó para llegar a la final de los 130 kilogramos contra el chileno de origen cubano Yasmani Acosta, la victoria más dulce y la que lo hizo leyenda. 

Sobre la arena del Campo Marte francesa, Mijaín miró a una multitud enardecida. Se arrodilló y dejó los zapatos sobre la colchoneta, una tradición de los luchadores al retirarse. “Si yo empecé mi deporte desde los 10 años sin zapatos, ¿por qué no retirarme sin ellos? Entregué mi vida a la lucha”, reflexiona. “La noche antes de la final, me pesé y estaba tres kilos arriba. Eran las 2 y media de la mañana. Salí a correr, pero las rodillas se me inflamaron, sufrieron mucho el desgaste. Fueron en total 32 años de carrera deportiva. Tenía que dar un gran esfuerzo, quizá lo último para mí. Después de hora y media, logré bajar un kilo y medio. Me acosté. A las 5 de la mañana del día siguiente, volví a correr y bajé lo que faltaba. Me hizo hasta decepcionarme de mi deporte, pero la historia muchas veces es así: detrás de una gran victoria, hay una gran batalla”.

Retroceso del deporte cubano 

La conversación entonces se detiene en Cuba, una potencia del deporte latinoamericano que ha retrocedido en los Juegos Olímpicos. Su cuenta de dos medallas de oro, una de plata y seis de bronce en 2024 fue la más baja desde que reanudó su participación en Barcelona 1992, donde consiguió 14 metales dorados, seis platas y 11 bronces, que los colocó en la quinta posición del medallero.

López, de 43 años, nombrado embajador de la Federación Internacional de Luchas Asociadas (United World Wrestling), sostiene que las políticas de bloqueo en contra de la isla representan no sólo un incremento de las limitaciones para la adquisición de implementos deportivos –calzado, medios técnicos y pedagógicos, soportes tecnológicos, entre otros– sino que influyen también en el desarrollo de los atletas más jóvenes.

“Cuba lleva más de 60 años de bloqueo, eso influye mucho en nuestro deporte, en su desarrollo”, argumenta. “Desde tempranas edades, los atletas sufren al no tener los requisitos que necesitan para iniciar su carrera deportiva. En las edades mayores, lo sufrimos también, porque cuesta mucho enfrentar los campeonatos multidisciplinarios o Juegos Olímpicos, como figuras representativas de nuestros países, ante la falta de implementos o visas de trabajo, las cuales también son negadas a los atletas para asistir a los campos de entrenamiento. Si pensamos en Los Ángeles 2028, la situación va a ser muy difícil, pero hay que tener fe”.

–¿Falta apertura a la profesionalización en Cuba?

Hemos perdido a muchos de nuestros atletas. Jóvenes que son verdaderos campeones y se van por todo lo que ha hecho Estados Unidos para ahogarnos, para que nuestros deportistas abandonen su delegación y compitan por otro país. Es un robo el talento. Las épocas son distintas, pero la generación de antes tenía un compromiso más grande con la revolución. Los jóvenes de hoy viven el día a día por medio de la tecnología, nos han matado con eso. Todo se ha vuelto negocio. Cuando uno quiere algo en la vida, tiene que entregarse, nada es imposible. Todo se puede lograr con disciplina. Es necesario cambiar la mentalidad.

–¿Qué piensa sobre la situación de los migrantes en Estados Unidos?

–Eso es algo duro, en lo cual las redes sociales dicen todo lo que está pasando. Lo único es transmitirles desde aquí, desde mis medios, que somos cubanos. Desde que nacimos nos enseñaron la humildad, sencillez y el trabajo, que todos tenemos una sola sangre. Latimos con un solo corazón. Que no se dejen enredar con otras cosas, que si dieron un paso para lograr prosperidad en su vida, lo hagan y sigan, pero que no olviden que nadie merece las cosas que están viviendo.

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