En Santiago Matatlán, la cuna del mezcal, nace y se preserva uno de los destilados más representativos de México: Mezcal Oro de Oaxaca. Con más de ocho décadas de historia, esta marca ha sabido mantener vivo el arte ancestral de transformar el agave en una bebida espirituosa de calidad excepcional, respetando siempre la tierra, los tiempos naturales y la identidad cultural que distinguen a Oaxaca.
La historia comenzó en 1940 con José López Escobar y Sixta Mateo, quienes sembraron la semilla de una tradición familiar que trascendió generaciones. Doña Sixta desempeñó un papel fundamental en cada etapa de la elaboración: desde la selección del maguey hasta la destilación artesanal. Su acompañamiento convirtió el proceso en un ritual que celebraba la cosecha y honraba a la tierra. Hoy, esa herencia es resguardada por Juanita López, maestra mezcalera que continúa transmitiendo el conocimiento ancestral con la misma pasión y respeto que sus antepasados.
Cada botella de Oro de Oaxaca es fruto de un proceso artesanal que incluye la cocción en hornos de piedra, la molienda manual del agave y la fermentación natural en tinas de madera. Estas técnicas tradicionales otorgan al mezcal notas ahumadas, terrosas y profundas, únicas de la región de Matatlán, convirtiéndolo en una experiencia sensorial y cultural incomparable.
La misión de Oro de Oaxaca va más allá de la producción: busca que cada botella sea un puente entre el pasado y el presente, un homenaje a quienes hicieron posible este legado y una invitación para que el mundo conozca la riqueza cultural y la tradición mezcalera de Oaxaca.
Si deseas conocer más sobre esta historia y el proceso artesanal detrás de cada botella, visita el sitio oficial de Oro de Oaxaca. Además, puedes descubrir toda la variedad de sus productos —desde mezcales jóvenes hasta cremas de maguey— en su tienda en línea, donde cada compra respalda el trabajo de generaciones de maestros mezcaleros.