Un equipo de científicos alemanes captó una inusual fuente de energía en el universo distante que se asemeja al mítico “Ojo de Sauron”, del universo literario creado por J.R.R. Tolkien. Este descubrimiento “podría resolver un enigma cósmico de una década de antigüedad”, afirmaron los investigadores.
Se trata de un objeto astronómico muy luminoso, aparentemente de movimiento lento, llamado PKS 1424+240, que podría ser una de las fuentes de energía más brillantes jamás observadas. El trabajo se publicó en la revista Astronomy & Astrophysics.
Los astrónomos detectaron que emite un chorro de rayos gamma y partículas electromagnéticas, los cuales se extienden desde objetos celestes como agujeros negros. Se mueve lentamente, lo cual contradice las teorías de que estos fenómenos son más rápidos.
Después de 15 años de observaciones con telescopios del sistema Very Long Baseline Array (VLBA, Línea de Base Muy Larga), los investigadores crearon una imagen profunda con una resolución inigualable.
“Cuando reconstruimos la imagen, se veía absolutamente impresionante”, afirmó en un comunicado Yuri Kovalev, primer autor del estudio e investigador principal del proyecto MuSES en el Instituto Max Planck de Radioastronomía en Bonn, Alemania.
“¡Nunca habíamos visto nada igual!, un campo magnético con forma de dona casi perfecto con un chorro apuntando directamente hacia nosotros”, agregó.
Dado que el objeto está alineado en dirección a la Tierra, su emisión de alta energía se ve drásticamente amplificada por los efectos de la relatividad especial.
“Esta alineación provoca un aumento del brillo de 30 veces o más”, explicó Jack Livingston, coautor del Instituto Max Planck. “Al mismo tiempo, el chorro parece moverse lentamente debido a efectos de proyección, una ilusión óptica clásica”, detalló.
Esa posición permitió a los científicos observar directamente “el corazón” del objeto, una oportunidad excepcional. Las señales de radio polarizadas ayudaron al equipo a cartografiar la estructura de su campo magnético, lo que reveló su forma.
Resolver el enigma de cómo se estructura este fenómeno cósmico confirmaría que “los núcleos galácticos activos con agujeros negros supermasivos no sólo son potentes aceleradores de electrones, sino también de protones, así como el origen de neutrinos de alta energía”, concluyó Kovalev.
El descubrimiento representa un triunfo para el programa Mojave, un esfuerzo de décadas para monitorear este tipo de estructuras en las galaxias activas mediante el Conjunto de VLBA. “Cuando iniciamos Mojave, la idea de algún día conectar directamente los chorros de agujeros negros distantes con los neutrinos cósmicos parecía ciencia ficción. Hoy, nuestras observaciones la hacen realidad”, afirmó Anton Zensus, director del Instituto Max Planck y cofundador del programa.
(Con información de Europa Press)