Tennessee ejecutó este martes a un recluso sin desactivar su desfibrilador, a pesar de la incertidumbre sobre si el dispositivo pudiera dar una descarga a su corazón cuando los químicos letales hicieran efecto.
Byron Black murió a las 10:43 de la mañana, dijeron los funcionarios de la prisión. Poco después de que comenzó la inyección letal, testigos dijeron que Black le comentó a un asesor espiritual en la sala que estaba sufriendo mucho.
Black miró alrededor de la sala cuando comenzó la ejecución y se le pudo escuchar suspirando y respirando con dificultad.
Fue ejecutado después de un ir y venir en los tribunales sobre si los funcionarios necesitarían apagar su desfibrilador cardioversor implantable, o ICD. Black, de 69 años, estaba en una silla de ruedas, padecía demencia, tenía daño cerebral, insuficiencia renal, insuficiencia cardíaca congestiva y otras condiciones, según sus abogados.
El Centro de Información sobre la Pena de Muerte, una organización sin fines de lucro, dijo que no tiene conocimiento de otros casos en los que un recluso haya hecho reclamos similares a los de Black sobre ICDs o marcapasos. Los abogados de Black dijeron que tampoco han encontrado un caso comparable.
A mediados de julio, un juez de primera instancia estuvo de acuerdo con los abogados de Black en que los funcionarios debían desactivar el dispositivo para evitar el riesgo de que pudiera causar dolor innecesario y prolongar la ejecución. Pero el jueves, la Suprema Justicia del estado intervino para revocar esa decisión, al señalar que el otro juez no tenía autoridad para ordenar el cambio.
El estado disputó que la inyección letal causaría que el desfibrilador de Black le diera una descarga y afirmó que él no las sentiría de todos modos.
El lunes, la Suprema Corte de Estados Unidos rechazó la última apelación de Black, y el gobernador de Tennessee, Bill Lee, se negó a detener la ejecución.
Black fue condenado por matar a tiros a su novia Angela Clay, de 29 años, y las dos hijas de ella, Latoya Clay, de 9 años, y Lakeisha Clay, de 6, en 1988. Los fiscales dijeron que estaba en un ataque de celos cuando les disparó a las tres en su casa. En ese momento, Black estaba en libertad condicional mientras cumplía una condena por dispararle al esposo de Clay, de quien estaba separada.
Fue la segunda ejecución en Tennessee desde mayo, después de una pausa de 5 años, primero debido al covid-19 y luego por errores de las autoridades correccionales del estado.
Veintiocho hombres han sido ejecutados hasta ahora este año en Estados Unidos, y otras ocho personas tienen sentencias de muerte en siete estados para el resto de 2025. El número de ejecuciones este año supera las 25 llevadas a cabo el año pasado y en 2018. Es el total más alto desde 2015, cuando 28 personas fueron ejecutadas.
Black tenía un desfibrilador cardioversor implantable, que es un pequeño dispositivo electrónico alimentado por batería que se coloca quirúrgicamente en el pecho. Servía como marcapasos y desfibrilador de emergencia. Los abogados de Black afirmaron que para asegurarse de que esté apagado, un médico debe colocar un dispositivo de programación sobre el sitio del implante y enviar un comando de desactivación, sin necesidad de cirugía.
Los abogados de Black han argumentado que incluso si el fármaco letal utilizado, pentobarbital, deja a alguien sin respuesta, no significa necesariamente que no sean conscientes o incapaces de sentir dolor.