No hay trago cantinero que medianamente alcance a mitigar la tremenda cruda (política y ética, si es que en realidad sabe de qué se trata esto último) de la autodenominada oposición, el grupúsculo mafioso y saqueador que no ata ni desata y sólo se dedica a hacer ruido desde sus trincheras mediáticas. Es tanto el amargor, la frustración y el fracaso acumulado que ya no siente lo duro sino lo tupido. Y lo que le falta.
La elección del Poder Judicial se suma a las derrotas (la más reciente, no la última) de esa derecha rancia e inoperante que acumula décadas utilizando la misma táctica política y mediática que sólo la hunde cada día, si es que en realidad le queda algún margen de caer aún más. Este proceso, culminado el pasado domingo (lo demás es conteo y toma de posesión de los ganadores), la descobija en una de las áreas que más le duele: la descarada connivencia con uno de los poderes del Estado, a cuyo amparo (no gratuito, desde luego) ha cometido todo tipo de latrocinios, siempre a costillas de la nación y con impunidad garantizada.
Se acabaron la ilegal protección a los pudientes, los amparos a defraudadores y evasores fiscales; no más exoneraciones ni "liberaciones" al crimen organizado (con los delincuentes de cuello blanco en lugar privilegiado); no más tráfico de influencias ni conflicto de intereses. No más cártel de la toga, no más "carpetas en el cajón"; no más impunidad a la familia política (por ejemplo, a la Calderón-Zavala en el incendio de la guardería ABC de Hermosillo, en el que murieron 49 niños); no más Piñas, Aguilar Morales, Gutiérrez Ortiz Mena, Pardo Rebolledo, Pérez Dayán, Laynez Potisek, González Alcántara Carrancá ni Ríos Farjat (por citar sólo a los más recientes), quienes, entre tantos otros, se ganaron a pulso el desprecio ciudadano. Y si alguno de los ganadores de la elección del Poder Judicial se deja seducir por el canto de las $irenas de la derecha, pues existen los mecanismos constitucionales para defenestrar a quien se anime (más les vale que no lo hagan).
No es gratuito el desprecio ciudadano para los "impartidores de justicia": de vez en vez, el Inegi divulga su encuesta sobre "percepción sobre la corrupción en las autoridades" y en la más reciente los integrantes del Poder Judicial que se van ocupan la segunda posición (negativa, obvio es, con cerca de 70 por ciento de rechazo), sólo por debajo de los mordelones de esquina. A ese despreciable nivel llegó el cártel de la toga (el siguiente paso obligado es la limpia del aparato que "procura justicia", con la Fiscalía general de la República en primer lugar).
Tampoco es gratuita la histérica reacción de la derecha putrefacta, que en su amargor pretende limitar el proceso electoral a un simple "berrinche" del agente chipilín. Pero, como dice el clásico, los "togados" que se van (las Piñas, conexos y toda la parentela) son unos hijos de puta, y esa derecha frustrada los reivindica: "pero son mis hijos de puta", y ahora los llora porque sus negocios sucios, sus maniobras turbias, sus latrocinios y su impunidad están en vilo (por ejemplo, sólo uno, se escucha muy fuerte el toc-toc en la puerta de Ricardo Salinas Pliego).
Y la derecha putrefacta llora y se retuerce por todo esto: se le acabó el juguete alquilado, la impunidad pagada, y sólo atina a decir "votaron pocos", sí, pero fueron infinitamente más que los tres pedorros, los de siempre, que el pasado domingo sin pena ni gloria se congregaron en el Monumento a la Revolución y muchísimos más que los jilgueros mediáticos que alquilan.
¿Fue perfecta la elección del Poder Judicial? No, pero es mejorable para que en cada ocasión participe un mayor número de mexicanos. Por ejemplo, mayor difusión y promoción, simplificación del proceso para hacerlo más comprensible, candidaturas más transparentes (en esta se colaron varios impresentables) y rigurosa aplicación de la ley ante el canto de las $irenas.
Bien lo resumió la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez: "México ganó y ganó la democracia. Por primera vez, el pueblo ejerció su derecho a elegir de manera directa sus jueces, magistrados, ministras y ministros. Nunca en la historia de nuestro país la ciudadanía había expresado su voluntad sobre el Poder Judicial".
Las rebanadas del pastel
Fuentes de inteligencia revelaron que Andrés Manuel López Obrador regresó a su escondite militar en Pyongyang, capital de la República Popular de Corea, donde lo vieron degustar varios platillos tradicionales: kimchi, naeng-myon y samgyetang, aderezados con una copita de soju. Todo acompañado con una buena dotación de chipilines. Provecho.
X: @cafevega