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Gravar remesas: sadismo trumpista

15 de mayo de 2025 07:12

El nombre mismo de la propuesta, "Único, grande y hermoso proyecto de ley", indica que estamos ante una nueva andanada del trumpismo más delirante, dispuesto a avanzar su agenda xenófoba y cavernaria sin reparar en lo que se lleve por delante. Así lo ejemplifica que este proyecto contenga otras propuestas como someter a la tasa de impuesto corporativo a las universidades que la ultraderecha considere progresistas o hacer permanentes los recortes de impuestos a los millonarios aprobados por Trump en su primer mandato.

Sumado a la implacable cacería humana contra los inmigrantes y al uso de las bases de datos del IRS (análogo del SAT mexicano) para identificar y deportar a indocumentados, es previsible que el impuesto a las remesas tenga como principal efecto interno, en caso de aprobarse, empujar a los trabajadores foráneos a la informalidad e incluso a la clandestinidad, con lo cual no sólo disminuirá la de por sí insuficiente mano de obra a disposición de empresas de todos los tamaños, sino que además se produciría un efecto contrario al esperado en la recaudación. Los extranjeros en situación irregular pagan en promedio 20 por ciento de sus ingresos al fisco, pero si se ven obligados a trabajar clandestinamente para mantenerse a salvo de las redadas, el erario dejará de percibir 90 mil millones de dólares al año, 2.6 por ciento de los ingresos federales.

Fuera de Estados Unidos, el resultado sería por demás negativo. Aunque México concentra 10 por ciento de las remesas enviadas a escala mundial, éstas representan sólo 3.4 por ciento del producto interno bruto nacional. En cambio, para varios países de la región tales recursos significan hasta una cuarta parte de toda su economía Nicaragua (27.2 por ciento), Honduras (25.2), El Salvador (23.5), Guatemala (19.6), Haití (18.7) y Jamaica (17.9) son los más dependientes del dinero remitido por sus ciudadanos en el exterior. Dado que estas naciones ya se encuentran severamente empobrecidas, la desaparición súbita de millones de dólares podría paralizar la actividad económica y disparar los índices de pobreza. Si a ello se suma el papel de las remesas en la balanza de pagos y la estabilidad de las monedas, está claro que el impuesto causaría daños incuantificables a países enteros. Es, pues, el sadismo puro y duro aplicado contra los más desfavorecidos lo que guía al trumpismo.

En tanto la política fiscal es un asunto interno de Washington, México no puede hacer más que expresar su repudio frente a esta medida racista y discriminatoria, como ya lo hicieron el gobierno federal y todas las fuerzas partidistas con representación en el Congreso. Este cierre de filas ante el embate trumpiano puede anotarse como saldo positivo de una legislación ominosa que, de resultar aprobada, las organizaciones estadunidenses defensoras de los derechos humanos habrán de combatir en tribunales por su carácter claramente segregacionista y sus impactos perniciosos.

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