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Segundo round

11 de noviembre de 2024 00:05

Donald Trump alcanzó de nuevo la presidencia de Estados Unidos, luego de un interludio de cuatro años que fue ciertamente sonoro y provocador. Esto abre una segunda vuelta de la contemporaneidad del trumpismo y el obradorismo. Ambos han sido refrendados por los electores en los dos países casi de manera simultánea.

La cuestión, ahora, será prefigurar de buena manera, con un plan general y adaptable, la relación bilateral. Esto requerirá de mucho oficio político de la presidenta Claudia Sheinbaum y de su gobierno. La necesidad práctica junto al afán ideológico, en un balance que podría ser difícil de establecer y de sostener. Un entorno de integración compleja y multidimensional frente al mantenimiento de la soberanía. En todo caso, los bordes del cauce político y económico que marcará este segundo round, que empieza formalmente en enero próximo, están delineados, falta saber la fuerza de la corriente que circulará por ellos. No habrá modo de decirse sorprendidos.

Iremos viendo cómo se desenvuelven de modo simultáneo y enfrentadas las dos personalidades de quienes presidirán el gobierno en ambos países; cómo se gestionan las relaciones y, asimismo, la flexibilidad y resistencia del obradorismo de hoy, frente al enorme poder que tendrá Trump.

Los movimientos políticos MAGA (Make America Great Again) y la 4T confluyeron entre fines de 2018 hasta enero de 2021 y lo harán otra vez los próximos cuatro años a partir de enero de 2025. El segundo round será más largo y previsiblemente más disputado. Hay antecedentes que lo enmarcan. Las condiciones comprenden asuntos bien definidos, pero no son las mismas. Mucho ha cambiado en Estados Unidos en los últimos cuatro años, como lo exhibe la acometida del Partido Republicano puesta de manifiesto en la reciente elección para hacerse con el gobierno. Mucho ha cambiado también en México como lo muestra el auge del obradorismo y los cambios legales e institucionales que se han impulsado al final del anterior gobierno y el inicio del actual. Son muy relevantes, abarcan modificaciones de gran envergadura a la Constitución; se ciñen a la exaltación de los legisladores que dominan el Congreso; además de que han encaminado una reforma del Poder Judicial que nos pone, por decir lo menos, en una situación de riesgo e incertidumbre.

Respecto de Trump habrá que situarse en lo que ha dicho sobre México en la campaña electoral reciente, lo que no es muy distinto del trato anterior de la relación con el país. No hay razón ninguna para pensar que su gobierno irá en una dirección distinta cuando se instale. Lo que habrá que ver es qué tanto aprieta. Y eso puede ser mucho. Trump llega otra vez a la Casa Blanca y con mucho poder, luego de cuatro años de sostener que había perdido la elección anterior por un fraude y de alentar a sus seguidores a tomar por la fuerza el Capitolio, edificio que alberga al Congreso.

Había amenazado con desconocer el resultado de esta elección, si no era el ganador, en una actitud abiertamente desafiante de la ley. Llega con una mayoría en el Senado y tal vez la mantenga en la Cámara de Representantes. Llega con una Suprema Corte en la que durante su anterior mandato colocó a tres de los nueve jueces que hoy la componen. De ellos, seis han sido nominados por el Partido Republicano y se alinean a la corriente política conservadora y tres por el Partido Demócrata y con una inclinación liberal. Así que lleva mucha ventaja. Tiene amarrado el poder en sus tres vertientes. Y llega con resentimiento y ganas de desquite. Eso ha empezado ya a manifestarse con el resultado mismo de la elección. Otra cara del gobierno que está en formación es la que descorre patentemente el vínculo del poder político y los negocios con la presencia ostensible de billonarios como Musk.

Para México cuenta, sin duda, la anterior experiencia, pero hoy habrá que ir mucho más allá. Las relaciones entre ambos países han cambiado en los últimos seis años, no tanto por los asuntos que se contemplan, sino por la evolución que han tenido: la migración, el narcotráfico, la violencia asociada con las drogas, los flujos de comercio y las inversiones en el marco del T-MEC. Todos estos son asuntos de relevancia para Trump como lo dejó en claro en su primer gobierno; como lo sostuvo durante su periodo en Mar-a- Lago y lo dejó en claro en la reciente campaña contra Harris.

Para Trump, México ha significado desde su campaña de 2015, la pérdida de empleos en Estados Unidos; la acometida del narcotráfico y el auge del fentanilo, que durante la década pasada ha redefinido el entorno de las sobredosis en ese país y, también, el rechazo elocuente a las grandes corrientes de migrantes. No obstante, en 2020 validó el tratado comercial de Norteamérica, aceptando así su relevancia estratégica. Ahora propone aplicar tarifas, alentar la vuelta de la producción y los empleos a EU y la deportación masiva de unos 11 millones de migrantes ilegales. Aproximadamente la mitad de ellos son de origen mexicano. Casi cuatro quintas partes de las exportaciones de México van a EU. Además podría denominar a los cárteles de la droga como grupos terroristas, con las implicaciones legales y de seguridad que eso conlleva. Todo esto tiene repercusiones directas en la relación bilateral.

Mientras, la situación económica en México se ha ido deteriorando en el curso de este año. La inflación en octubre fue de 4.76 por ciento en términos anuales, lo que indica que persiste su resistencia. No obstante, el banco central ha iniciado la reducción de las tasas de interés de referencia. El escenario de los precios es inestable y se extiende al tipo de cambio del peso frente al dólar. El crecimiento del producto se ha ido desacelerando desde el tercer trimestre de 2022, cuando fue de 4.7 por ciento respecto del mismo trimestre del año anterior; en el tercer trimestre de 2024 la tasa fue 1.5 por ciento. Esta contracción es general en todos los estados. Se estima que es necesario crear 100 mil nuevos empleos por mes registrados en el IMSS para absorber a las personas que se integran a la población económicamente activa; hasta octubre se habían creado 594 mil 556 plazas. El consumo privado redujo su dinámica de crecimiento en agosto; el indicador respectivo que genera el Inegi registró un aumento de 0.2 por ciento, menos que 0.9 del mes anterior. El FMI sitúa las previsiones del crecimiento del producto en 1.5 por ciento en 2024 y 1.3 por ciento en 2025. BBVA ha revisado a la baja su estimación a 1.2 por ciento este año y 1 por ciento el año próximo. La encuesta que publica el Banco de México ubicó en septiembre el crecimiento del producto en 1.45 por ciento y 1.28, respectivamente.

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