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Las revelaciones de Octavio Romero en la conferencia mañanera del viernes levantaron ámpula entre la derecha y sus voceros, que se olvidaron del delito. Foto Pablo Ramos
06 de mayo de 2024 07:37

Caló hondo la denuncia pública del director de Petróleos Mexicanos, Octavio Romero, sobre la brutal corrupción en esa empresa productiva del Estado durante el régimen neoliberal y, al mismo tiempo, causó un terremoto en el circuito intelectual de la derecha y la mafia de comentócratas (como se autodefinen) por el caso de María Amparo Casar y el fraude a la nación por ella cometido (más todo aquel que participó en tráfico de influencias, alteró la causa real de la muerte de su esposo y autorizó el pago de una pensión que no correspondía), de acuerdo con lo documentado por la otrora paraestatal.

Esto último provocó la airada reacción de dicho circuito: publicó un desplegado para repudiar el hostigamiento gubernamental en contra de María Amparo Casar, con la que se solidariza, pero no menciona la comisión del delito del que se acusa a la señora, esto es, fraude a la nación por parte de la presidenta de una organización civil financiada por el gobierno estadunidense, conocida como Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, uno de los juguetes golpeadores del junior Claudio X. González Guajardo.

Para ese circuito no hay delito, sino ataques que (Casar) ha recibido en las conferencias mañaneras del presidente López Obrador, donde se ha usado una tragedia familiar ocurrida hace 20 años para castigar la crítica y atacar la libertad de expresión, al tiempo que, asegura, es un abuso de poder contra ella, en el fondo, contra todos, desde Palacio Nacional. Y es así, insiste, porque María Amparo Casar es una figura pública clave en la construcción de la democracia mexicana y su trayectoria como académica y promotora de la lucha contra la corrupción es innegable. Ajá, pero ¿y el delito? ¿Los 31 millones de pesos por ella cobrados ilegalmente? ¿La modificación del dictamen pericial? (de suicidio a accidente de trabajo).

De eso nada, porque aseguran los integrantes del circuito que en realidad todo se trata de atacar la libertad de expresión, es decir, para los abajo firmantes ésta es sinónimo de libertad de atracar, de libertad de tráfico de influencias, de libertad de hacer enjuagues y mucho más, como a ellos los acostumbró el régimen neoliberal.

Llama la atención la histérica reacción del citado circuito, porque lo documentado por Romero en la mañanera del pasado viernes, de hecho se conoció desde febrero pasado (cuando no hubo mayores pronunciamientos por parte de sus integrantes), tras la publicación del libro Gracias, de la autoría de Andrés Manuel López Obrador, en el que revela el escandaloso delito (lo califica como un asunto muy penoso) cometido por María Amparo Casar en 2004, con la ayuda de Héctor Aguilar Camín, otro impresentable, y quién sabe cuántos funcionarios de Pemex y de otros niveles del gobierno foxista, cuando se registraron los hechos.

Transcurrieron dos décadas y tres gobiernos neoliberales para conocer a detalle cómo manipularon el acta de defunción del ex marido de Casar y los enjuagues realizados por ella y sus cómplices (en el propio circuito intelectual y la estructura de gobierno) para lograr el pago de un seguro y una generosa pensión que no le correspondían, y que hasta el momento de la denuncia acumulaba 31 millones de pesos. Pero, ojo: a todo esto, el citado circuito le llama castigar la crítica y atacar la libertad de expresión y, además, abuso de poder contra ella, en el fondo, contra todos, desde Palacio Nacional. No faltó quien asegurara que se trata de una avalancha de improperios desde el despacho presidencial. Cara dura.

Y los abajo firmantes todavía se aventaron al ruedo, al decir que resulta innegable que María Amparo Casar es una promotora de la lucha contra la corrupción. ¡Claro!, y el chanchullo contra Pemex es fiel muestra de ello. Es cuestión de investigar y documentar para conocer cuántos enjuagues más de este tipo y muchos más habrá hecho el circuito de intelectuales y comentócratas durante el régimen neoliberal, todo ellos, según dicen, defensores de la lucha contra la corrupción y a favor del estado de derecho en México.

Las rebanadas del pastel

Si de chanchullos se trata, a Ricardo Salinas Pliego ya le descubrieron otro: el congresista demócrata por Texas Henry Cuellar y su esposa, Imelda Cuellar fueron acusados por el gobierno estadunidense de recibir sobornos de un banco mexicano para obtener beneficios regulatorios en aquel país… Y, ¡sorpresa!: esa institución financiera resultó ser Banco Azteca, el mismo que se presume como ético y honesto. Y los que faltan, que no son pocos.

X: @cafevega

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