En los clásicos nacionales ningún resultado es amistoso. Así lo demuestran los más de 90 mil asistentes que ingresaron ayer al estadio Rose Bowl, en Pasadena, para ser testigos de la victoria del América 2-0 frente al Guadalajara en partido de preparación por la fecha FIFA.

Como en las épocas más coloridas del futbol mexicano, con cientos de globos, bombas de humo y banderas colgadas sobre las tribunas, los dos equipos más populares del futbol mexicano protagonizaron 90 minutos de mucha intensidad sin importar que ningún punto estuviera en juego.

Acostumbrado a la presión de los grandes escenarios, el colombiano naturalizado tricolor Julián Quiñones brindó una de sus mejores actuaciones en el ataque: con un remate desde fuera del área abrió el marcador a los 29 minutos, dejando sin oportunidad al guardameta Miguel Jiménez, y luego conectó un centro del joven Bruce El-mesmari para ampliar la distancia en los cartones (54).

Lejos estuvo el Guadalajara de oponer resistencia al dominio americanista. A pesar de su reacción en la Liga Mx, donde venció al Atlas en el clásico tapatío tras cinco jornadas sin victoria, el cuadro dirigido por el serbio Veljko Paunovic se introdujo en un nuevo tobogán de errores que costaron caro en su zona defensiva.

Vencidos moralmente por el alto nivel de su rival, los titulares del Rebaño empezaron a dejar el campo al ser sustituidos por elementos que no han tenido actividad el torneo y con ello facilitaron a las Águilas los minutos finales. Al mismo tiempo, en los alrededores del campo, las multitudinarias aficiones de los dos equipos encendieron bengalas y fuegos artificiales, ocasionando la detención del encuentro por el riesgo que corrían los jugadores.

La efervescencia de esta rivalidad llegó a tal punto en la ciudad californiana que, en uno de los sectores de las gradas, la policía tuvo que intervenir al suscitarse un conato de bronca entre americanistas y rojiblancos. 

No se reportaron detenidos ni lesionados de gravedad; sin embargo, al no existir los mismos controles ni garantías de seguridad en el desalojo de las personas, el árbitro se vio obligado a terminar las acciones justo antes de cumplirse el tiempo reglamentario para evitar un desborde desde las gradas.