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Contaminación y cambio climático, lo peor

09 de octubre de 2023 00:12

En 2007, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un informe en el que enumera los principales problemas de salud que tenían los países miembros de dicho organismo. Destacaba uno: los atribuidos al medio ambiente. Por no cuidar el entorno en que viven, 13 millones de habitantes morían cada año, especialmente en los países pobres.

Advertía que en todo el mundo se podía mejorar la salud de la población si se reducía la generación de contaminantes, se cumplían las leyes para proteger a los trabajadores contra las sustancias tóxicas y peligrosas que manejan donde laboran; o a los del sector agropecuario. No descartó la OMS otros problemas, como la exposición a los rayos ultravioleta, la contaminación acústica, el cambio climático y los daños a la biodiversidad.

El informe destacaba la existencia de “enormes desigualdades” entre países. En algunos, hasta un tercio de la carga del sistema sanitario podría mejorarse si hay buen ambiente. La situación peor estaba en Angola, Burkina Faso, Malí y Afganistán. En el otro extremo Islandia, Noruega o Suiza. Y en 23 países, más de 10 por ciento de las muertes se debían a dos factores: el consumo de agua no potable y la contaminación dentro de las casas. Las principales víctimas, los niños menores de cinco años, 74 por ciento de los cuales fallecen por diarreas y enfermedades respiratorias.

A 16 años de haber sido publicado ese informe se conoce que cerca de 10 millones de personas murieron el año pasado por la contaminación. Eso demuestra que no se ha progresado lo suficiente. Y algo muy grave: la contaminación es el mayor factor de riesgo ambiental de enfermedad y muerte prematura en el planeta y afecta más a los países muy pobres. Destaca un factor clave: el sector industrial, al deteriorar la calidad del aire, responsable de más de 7 millones de decesos prematuros.

Los siguen la calidad del agua, la contaminación por plomo y las sustancias químicas utilizadas en las fábricas. En resumen, la contaminación, aunada al cambio climático es la mayor amenaza para miles de millones de personas. Por eso la urgencia de controlar lo más pronto posible a los generadores de contaminantes. Y una de las formas más efectivas es trabajar hacia una transición masiva y rápida a fin de reducir drásticamente el consumo de los combustibles fósiles y pasar a las energías limpias y renovables.

Repecto de México, se calcula que cada año mueren más de 21 mil personas por la contaminación del aire. Casi la mitad ocurren en la Ciudad de México y su zona metropolitana. Le siguen Monterrey y Guadalajara. Estimo que son mucho más los fallecidos por la carencia de suficientes centros de monitoreo, útiles para obtener información certera y precisa sobre el medio ambiente, y porque las estadísticas epidemiológicas distan de ser buenas.

La contaminación se relaciona con otro asunto que afecta a miles de millones en el mundo : la carencia de sistemas de salud adecuados en más de la mitad de los países que integran la Organización de Naciones Unidas. Un ejemplo es nuestro país. El doctor Arnoldo Kraus insiste en el tema en un ensayo reciente tomando como base los datos aportados por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), organismo que nadie puede tachar de estar en manos de conservadores o enemigos del gobierno actual.

En los cuatro primeros años de este sexenio (2018-22) el número de habitantes con carencias de servicios de salud se duplicó. En 2018, 20.1 millones no contaban con acceso a ellos. El año pasado fueron poco más de 50 millones de habitantes. Es decir, 30 millones más no contaron con la atención médica que requerían.

Además, Kraus anota que el Instituto Mexicano del Seguro Social (y yo agrego el que atiende a los trabajadores al servicio del Estado) funciona con severos problemas por la falta de recursos. Así, pobreza, contaminación y falta de sistemas de salud eficientes distinguen a nuestro país.

Estamos lejos de tener uno como el de Dinamarca, Además, todo indica que no cumpliremos los compromisos acordados en la Cumbre de París para evitar que siga aumentando la temperatura en el planeta. Y la pobreza, una pesada losa de injusticia social y económica. Aunque el lema de este sexenio haya sido: “primero los pobres”.

 

 

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