Portada
Presentación
Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega
Braque, el patrón
Vilma Fuentes
Concha Urquiza y la
oscura lumbre de Dios
Evodio Escalante
Basho en las versiones
de Pacheco
Marco Antonio Campos
El poeta que no quiso publicar en Londres
Vicente Fernández González
Poemas
Constantino P. Kavafis
El viejo poeta
de la ciudad
Francisco Torres Córdova
Leer
Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
Galería
Luis Guillermo Ibarra
Cinexcusas
Luis Tovar
Directorio
Núm. anteriores
[email protected]
@JornadaSemanal
La Jornada Semanal
|
|

Felipe Garrido
Sombras
Para Ciprián Cabrera Jasso
Aquella tarde bajamos los escalones como si fuéramos al río. Por encima de nuestras cabezas fue creciendo el crepúsculo. Ibas a mis espaldas y apoyabas la mano en mi hombro. Bajábamos despacio, un pie adelante, luego el otro en el mismo peldaño; luego otra vez lo mismo. Ibas ahí atrás, yo te escuchaba respirar. Pero luego supe que estabas más bien dentro de mí, en algún sitio. Te hablé varias veces pero no me respondiste. Qué extraña sensación: yo me di cuenta de que estabas en mí y no me alcanzaste. Estabas en mi sueño y abrí los ojos pero no te pude ver. Fue como si nos hubiéramos perdido uno del otro. Pero tu mano no se había apartado de mi hombro. Quizá ya habíamos bajado antes y no lo sabíamos. Estaba oscuro y ya no cantaban las aves. Con tu voz de sombras preguntaste si había caído la noche. Yo miré hacia todas partes y te dije No me mires, sigue caminando, es hora de irse de aquí, ya estamos demasiado muertos. |