Portada
Presentación
Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Paisajes del origen y
el vagabundeo de Yk
Lydia Stefanou
Máscara de falsa juventud
Rosa Nissán
La objetividad no existe
Alessandra Galimberti
Dos cuentos
El doble Chevalier d’Eon
Vilma Fuentes
Chavela Vargas,
la esencia y la existencia
Antonio Valle
La 20, cartografía
volumétrica, de
Agnieszka Casas
Ingrid Suckaer
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Columnas:
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
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Mentiras Transparentes
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Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
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Rogelio Guedea
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El vendedor de ciruelas
Mientras engullía una paleta vi que apareció en la esquina un hombre vendiendo ciruelas en un triciclo. Al mismo tiempo, en la esquina opuesta, una indígena venía acompañada de una niña de pelos hirsutos. Poco antes de encontrarse, la niña levantó la mano señalando una bolsa de ciruelas. La madre la jaló en señal negativa y la siguió arrastrando. La niña volvió a apuntar con su dedito y la madre, esta vez, se la bajó de un manazo. Al encontrarse en el pilar de la paletería, el viejo detuvo el triciclo, cogió una bolsa de ciruelas y se la extendió a la niña. La niña la apretó contra su pecho. Pensé que la madre sacaría las monedas justas para pagarla, pero ni siquiera fue posible porque el vendedor de ciruelas continuó su camino y se perdió en el andador. Yo me quedé todavía sentado mirando la calle vacía, enfurecido conmigo mismo, que momentos antes había renegado del precio de la paleta, y -miserable de mí- miré con desprecio a un niño que, mientras la pagaba, se me había arrimado para pedirme dos pesos. |