Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 8 de julio de 2012 Num: 905

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Bitácora bifronte
Ricardo Venegas

Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova

Adalbert Stifter: un Ulises sin atributos en busca del tiempo
Andreas Kurz

La invasión de la irrelevancia, televisión
y mentira

Fabrizio Andreella

Julio Ramón Ribeyro y
la tentación del fracaso

Esther Andradi

El jardín de los
Finzi-Contini

Marco Antonio Campos

Leer

Columnas:
Perfiles
Raúl Olvera Mijares

Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

Galería
Sonia Peña

Mentiras Transparentes
Felipe Garrido

Al Vuelo
Rogelio Guedea

La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain

Cabezalcubo
Jorge Moch


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Ricardo Venegas
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Entre la Iglesia y el Estado

Hace algunas semanas asistí a una conferencia del teólogo y especialista en temas de fe, política y Estado laico, fray Julián Cruzalta, quien participó recientemente como experto en Estado laico en la Asamblea Constituyente de Bolivia y en la de Ecuador.

Durante su intervención comenzó por decir qué cosa no es el Estado laico, ya que se dice que es un Estado sin valores, sin ética. Y sí tiene valores, lo que no tiene es una moral religiosa, que es diferente. Es una ética de mínimos, y estos mínimos valores son un conjunto que forma el patrimonio común de una sociedad, independientemente de su religión; por eso la República se construye con una ética pública que va más allá de las morales religiosas; no va contra ninguna de éstas, pero el Estado laico no se basa en moral religiosa alguna sino en una ética pública. Al mencionarle que se ha dicho que es un Estado anárquico y ultra libertino, dijo que eso no tiene sustento, ya que sujeta al marco de la ley a todas las personas y a todos los grupos. Recordemos, dijo, que el Estado es una abstracción jurídica, por lo tanto no puede tener creencias; son las personas las que tienen creencias; tampoco va a misa, van las personas; el Estado laico respeta la libertad religiosa y la libertad de conciencia. No es un Estado antirreligioso. Las Iglesias tienen derecho a participar proponiendo leyes, pueden opinar pero no pueden imponer su visión. Esto me parece interesante, pues es un clérigo quien lo dice.

Al tratar el tema de los derechos humanos, que a México le hace mucha falta, Cruzalta amplió su exposición al afirmar que el Estado trata de respetar todas las interpretaciones de la verdad, por eso las democracias son regímenes deliberativos donde se respetan todos y cada uno de los derechos humanos. Ahí está precisamente el asunto de la libertad de pensamiento, de expresión, de asociación, que son valores democráticos. El Estado laico tiene neutralidad e imparcialidad ante los contenidos religiosos, no opina en asuntos religiosos, como nos lo han querido endosar con la reforma al 24 constitucional.

En el cierre de su intervención, se me ocurrió preguntar por el desprestigio de la Iglesia, que resumió como una serie de problemas que traen un grave deterioro a la imagen pública de la Iglesia católica romana. Hay una relación entre el desprestigio de esta Iglesia y los derechos humanos: hoy la gente no quiere caridad sino respeto a sus derechos (cosa que me parece más que cierta), una institución que se proclama maestra en la defensa de la dignidad humana está siendo golpeada porque resulta que es incoherente, hay una incongruencia entre lo que dice y lo que hace. Por desgracia son muchas Iglesias las que la acompañan en esta incongruencia del bien común, de la búsqueda de la verdad. Hay intereses de parte de todas las Iglesias, y el Estado debe ser el garante en esta separación entre él mismo y la Iglesia, porque aún en esto hay diversidad.