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Bitácora bifronte
RicardoVenegas
Monólogos compartidos
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Los luchadores y el cine
Jaimeduardo García entrevista con José Xavier Návar y Raúl Criollo
Eduardo Lizalde, tigre mayor
Marco Antonio Campos
Lizalde narrador
Rosario Sanmiguel
El tigre en la chamba
Rafael Vargas
Lizalde o la poesía del resentimiento
Mario Bojórquez
Rilke y Lizalde: la guerra de las rosas
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El Cinema Rif de Tánger
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Foto: Cortesía FIL Guadalajara / Gonzalo García Ramírez |
Eduardo Lizalde,
tigre mayor
Marco Antonio Campos
Desde 1966, con la publicación de Cada cosa es Babel, Eduardo Lizalde dio su primer libro notable, pero con El tigre en la casa (1970) empezó a volverse –se volvió– un autor de cabecera cuyos libros debíamos tener en el escritorio o llevar en los viajes. Ambos libros representan muy bien la doble línea que ha seguido en la escritura de la poesía: la abstracta y la concreta. Es hoy, lo es desde hace mucho, uno de los grandes poetas vivos de la lengua española, y del cual, al menos, dos terceras partes de sus poemas son antologables.
De los textos que presentamos en este dossier, dos, los de Evodio Escalante y Mario Bojórquez, tocan un ángulo de la poesía de Lizalde; el de Rosario Sanmiguel versa sobre la narrativa y el de Rafael Vargas se ocupa sobre los trabajos paralelos de Lizalde a su labor de poeta y escritor.
Desde hace décadas Evodio Escalante ha tenido una deslumbrada admiración por la obra lizaldeana; aquí analiza las versiones y adaptaciones de Eduardo Lizalde de los poemas de las rosas de Rilke, halla relaciones y oposiciones, y observa cómo, gracias también a la espléndida formación filosófica del poeta mexicano, “estética y metafísica se dan la mano en el libro”. Mario Bojórquez, en un examen creativo y original, encuentra correspondencias de temas lizaldeanos –el tigre, la prostitución, la mutilación unida a la belleza–, con poemas de López Velarde (“Obra maestra”), Antonio Plaza (“A una ramera”) y Amado Nervo (“Delicta carnis“). Con su característica lucidez, la narradora y ensayista chihuahuense Rosario Sanmiguel, disecciona con exacto cuchillo la parte medular de sus cuentos (La cámara) y sobre todo de su vasta novela (Siglo de un día), libros a los que la crítica ha prestado injustamente una atención fugaz y precaria. Por su lado, el poeta Rafael Vargas, en un texto ameno y pleno de afecto, hace una lista de los trabajos que ha tenido Lizalde y el privilegio que tuvo de colaborar con el funcionario “eficiente y sencillo” en la Biblioteca de México. He aquí cuatro acercamientos a la obra de uno de nuestros intelectuales y poetas mayores.
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