Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 13 de mayo de 2012 Num: 897

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Bitácora bifronte
RicardoVenegas

Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova

Los luchadores y el cine
Jaimeduardo García entrevista con José Xavier Návar y Raúl Criollo

Eduardo Lizalde, tigre mayor
Marco Antonio Campos

Lizalde narrador
Rosario Sanmiguel

El tigre en la chamba
Rafael Vargas

Lizalde o la poesía del resentimiento
Mario Bojórquez

Rilke y Lizalde: la guerra de las rosas
Evodio Escalante

El Cinema Rif de Tánger
Alessandra Galimberti

Leer

Columnas:
Galería
Rodolfo Alonso

Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

Retratos
Alejandro Michelena

Mentiras Transparentes
Felipe Garrido

Al Vuelo
Rogelio Guedea

La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
Núm. anteriores
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Ilustración de Juan Gabriel Puga

El Cinema Rif de Tánger

Alessandra Galimberti

Después de haber sido uno de los emblemas de la época colonial estrafalaria, de haber permanecido luego durante largas décadas en abandono, y tras haber estado a punto de caer en manos de una franquicia extranjera de supermercados, el Cinema Rif renació hace pocos años, abriendo sus puertas para convertirse, desde 2007, en la sede de la activa y prolija Cinemateca de Tánger, en la punta norte de Marruecos, allí donde el continente africano se asoma y desparrama hacia Occidente.

Su fundación data de la primera mitad del siglo pasado, cuando Tánger se encontraba sometida al dominio de las potencias mundiales, bajo el régimen sui generis de un protectorado internacional que, de 1923 a 1956, le otorgó entre otras cosas un estatus de neutralidad en los conflictos bélicos de la época.

Durante aquellos años, la ciudad se convirtió en puerto de llegada de miles y miles de extranjeros que arribaban sin parar en un barco tras otro, huyendo de la guerra, la desidia, el hastío, el vacío y en busca desesperada de nuevas experiencias que renovaran el sentido a sus vidas. Llegaron así extravagantes millonarios, vividores, espías, estafadores, republicanos españoles y también artistas y escritores. Llegó William Burroughs que se inspiró para escribir su Almuerzo desnudo; llegó Paul Bowles, que ambientó aquí gran parte de la novela El cielo protector, posteriormente llevada a la pantalla por Bernardo Bertolucci. Los extranjeros, en el lapso de unos pocos años, convirtieron la ciudad en un oasis de permisividad, libertinaje, droga, glamour y perdición, y en un contexto social extremadamente violento, fundamentado en un férreo dominio colonial y racial, hacían de su vida y su obra ora una oda, ora un lamento al desarraigo y a lo insoportable de la alteridad. Todos, por último, extranjeros que en el fondo mostraban en sus foros, en sus paletas o en sus letras la irremediable ausencia: la no palabra, lo indecible, la imposibilidad de enlazarse con la otredad, con el árabe, con el bereber, con el habitante originario de la tierra que ocupaban.

El Cinema Rif, con su fachada blanca modernista, especializado en la proyección de películas españolas, en aquel entonces era la insignia de una rica y exuberante vida cultural que discurría bajo la batuta de los colonos europeos-estadunidenses, sobre las cenizas de un pueblo sometido al más vil servilismo.

Hoy las cosas han cambiado. En la actualidad, el Cinema Rif no solamente es un incuestionable templo del cine, sino también y fundamentalmente un reflejo y una ventana al Marruecos independiente y a todo el mundo árabe contemporáneo. Y esto es gracias al empecinado entusiasmo y obcecada labor de Yto Barreda, una mujer de doble nacionalidad, franco-marroquí, una gestora cultural y una artista visual que encarna, asume y exorciza, a través de toda su obra artística y su quehacer como gestora, la experiencia cotidiana de la frontera, de la alteridad, aun cuando está profundamente sumida en la conciencia de la fractura entre el norte y el sur, fractura que asume y vive no ya como un abismo, sino como un espacio dialéctico de miradas diferentes, pero de frente, y de palabras inventadas o renovadas capaces de nombrar y contrarrestar el discurso hegemónico. Una alteridad vivida a partir de la experiencia incesante de la partida, de la llegada y del retorno, en un movimiento continuo y constante. Ese es el signo vital inconfundible que ha infundido Yto Barreda a la cineteca tangerina.

En sus pasillos se disfruta el acalorado alboroto de jóvenes árabes que acuden a ver las proyecciones, a participar en los muchos talleres de producción, a consultar los libros y revistas de la biblioteca, a presenciar algún concierto de música en vivo o simplemente a perpetuar el rito del té en alguna de las mesas de su cafetería. En las pantallas se proyecta todo tipo de cine de autor, pero sobre todo una amplia gama de documentales de realizadores procedentes de los muchos países de África de norte o del Medio Oriente que escarban en las diferentes facetas del rico mundo árabe actual con todas sus contradicciones, búsquedas, retos, ideales, dificultades y fisuras, pero firmemente anclados en una identidad viva, dinámica, cuestionadora y al mismo tiempo claramente reivindicativa.

El mismo rico y complejo mundo de adentro se desarrolla afuera de sus paredes, en plena Plaza 9 de Julio, donde el Cinema Rif se levanta; aquella misma explanada que sirvió de escenario del discurso independentista y emancipador del rey Mohamed v a finales de los años cuarenta, y también para las recientes revueltas de la Primavera Árabe; la misma plaza en que se observa sin cesar el tránsito de Mercedes Benz, de limousines, de campesinas del Rif, de hombres elegantemente encorbatados, de subsaharianos que esperan el momento para cruzar el Estrecho de Gibraltar; de estudiantes que repasan los versos del Corán o el manifiesto de Marx; de palmeras dispersas aquí y allá que se confunden con el minarete de la mezquita desde donde el muecín llama puntualmente a la oración; de mujeres con escote, otras con piercings y/o con burka; de ambulantes que ofrecen películas piratas de Hollywood o, para no perder en ningún momento el rastro del deseo, lámparas de aceite labradas en alabastro.