Para los antiguos romanos, las carreteras que conectaban las ciudades eran mucho más que simples rutas de transporte: representaban auténticos “caminos de la memoria”.
Algunos supervivientes -sin medios para empezar una nueva vida en otro lugar- habrían regresado a instalarse en la zona devastada. La vida resurgió así en los pisos superiores de las antiguas casas.
El cuerpo de una de las víctimas, el de un joven de unos 20 años descubierto calcinado sobre una cama de madera en Herculano, tenía algo distinto, explicó el antropólogo italiano Pier Paolo Petrone.