El Tlillancalco, descubierto en 1977 en la calle de República de Venezuela, del Centro Histórico, era un recinto al que acudía el elegido como próximo tlatoani para ofrendar a los dioses la sangre de su cuerpo y el humo de copal.
Una forma de vida cuyos orígenes se remontan al siglo XVI convive con una modernidad discreta en la exposición que se inaugura hoy en el Museo Nacional de Antropología.
"Las exposiciones, producciones musicales, entre otras manifestaciones artísticas, e incluso los libros y textos educativos, deben abonar más a la inclusión de la historia de los pueblos afromexicanos".