Madrid. Robe Iniesta, el roquero de la voz quebrada, el poeta filósofo que decía que la vida “es cabalgar un camino empedrado de horas, minutos y segundos”, el líder de la mítica banda Extremoduro, murió durante la madrugada de ayer, con tan sólo 63 años y víctima de una enfermedad pulmonar que padecía desde hace un año. El tamaño de su figura se entiende mejor con las nu-merosas expresiones de pesar por su fallecimiento, que van desde los políticos más importantes del país de las ideologías más antagónicas, hasta instituciones como el Museo del Prado y artistas diversos, que elevaron las letras de sus canciones, sus metáforas, anáforas y aliteraciones en la más alta expresión de la filosofía poética, en la constatación de que su música lleva impresa la historia de varias generaciones con canciones ya convertidas en himnos, como Jesucristo García, So payaso, Salir, La vereda de la puerta de atrás o Puta, entre otras muchas.
La noticia de su fallecimiento la dio a primera hora de la mañana de su casa de discos, Dromedario Records, con un comunicado que decía: “Hoy despedimos al último gran filósofo, al último gran humanista y literato contemporáneo de lengua hispana y al cantante cuyas melodías han conseguido estremecer a generaciones y generaciones”.
Roberto Iniesta Ojeda nació nació en Plasencia, en la provincia extremeña de Cáceres, el 16 de mayo de 1962. Desde muy joven se interesó por la poesía, la música y por las tendencias más rupturistas de la época, fiel a su espíritu transgresor e indomable. En 1987, cuando tenía 25 años, fundó el grupo con el que se haría popular, Extremoduro, con los que publicó discos sobre todo a lo largo de la década de los 90 que fueron esenciales en su trayectoria y en la historia contemporánea del rock urbano español, como Deltoya, Agila, Canciones prohibidas y Yo, Minoría Absoluta.
Era un músico que se sublevaba ante los moldes estrechos, que se inspiraba en artistas que iban desde Leño, Barón Rojo, Led Zeppelin, Pink Floyed, Bob Dylan o poetas como Federico García Lorca, Antonio Machado, Miguel Hernández y Pablo Neruda. Y que su formación musical fue autodidacta, de hecho aprendió a tocar la guitarra por su cuenta, de oído, cuando formaba parte de la orquesta de su escuela. A los 20 años, cuando ya había dejado la escuela y se había puesto a trabajar en un puesto ambulante de dulces, formó su primera banda, Dosis Letal, en la que él sólo tocaba la guitarra. De hecho asumió el rol de vocalista a partir de Extremoduro, desde donde cantó a todo lo que le inquietaba, la poesía, la crítica social, el humor, el desamor, el amor, las drogas, la violencia, la injusticia y la desigualdad.
Después de 13 discos y más de 25 años de historia, Robe Iniesta decidió disolver Extremoduro y hacer una carrera en solitario, en la que incursionó en nuevos sonidos, más acústicos y experimentales y alejados del rock transgresivo. Publicó hasta cinco nuevos discos en solitario, el último hace sólo dos años, Se nos lleva el aire. Además publicó una novela, Viaje íntimo a la locura.
En 2024, el ministerio de Cultura le concedió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. Pero ese mismo año, en noviembre, le diagnosticaron un tromboembolismo pulmonar que le obligó a suspender la última gira de conciertos de su vida.
Su muerte provocó un alud de reacciones, que van desde el presidente del gobierno, el socialista Pedro Sánchez, hasta los principales dirigentes de la derecha española, incluida su propia tierra, Extremadura, y su pueblo natal, Plascencia, donde se decretaron tres días de luto. El roquero y cantante Enrique Bunbury señaló: “No me salen las palabras para definir la importancia de Robe en la música española, que sin duda hoy se queda un poco más huérfana. Es uno de los más grandes autores de canciones de los últimos 50 años”. El también cantante Manolo García aseguró que “seguir dentro de su trinchera, esto es lo que le ha hecho grande. No se ha vendido a nadie. Era un rebelde a capa y espada y un símbolo de la cultura popular sin edulcorantes”. Alejandro Sanz dijo por su parte que “se ha ido regalándonos su refugio y forma de reconstruir el mundo en sus canciones. Gracias por enseñarnos que también se puede volar con las alas rotas”.
Una voz que tocaba las entrañas
Dani Martín lamentó también su adiós: “Has sido mi adolescencia desde aquel concierto en el Palacio de los Deportes con los Platero. Tu voz me tocaba en las entrañas. Perseguí cada vinilo, cada cassette que mi amigo David Villar me enseñaba. ¿Qué era aquello? ¿De dónde salía esa voz rabiosa y única que se metía en mis entrañas? No puedo creer esto, mi referencia absoluta en la adolescencia y juventud, mi Robe, nuestro Robe, ¿pero qué mierda es esta? Cuidándote y queriéndote desde hace más de 20 años. ¿Cuantas melodías nos faltaban por oír? Te seguí por toda España, me acompañaste horas y horas, compartimos técnicos a los que siempre les pregunto por mi Robe, el sentimiento es como si se hubiera ido alguien de mi familia”.
Desde la Sociedad General de Autores de España (SGAE) se advirtió que murió una “figura imprescindible de nuestra música popular, rebelde y carismático, capaz de fundir en sus canciones con extrema sensibilidad y personalidad la poesía de Federico García Lorca, Antonio Machado o Miguel Hernández con la esencia y el nervio del rock urbano”. El Museo del Prado, por su parte, lamentó “profundamente el fallecimiento del músico Robe Iniesta, con quien en febrero tuvimos la ocasión de colaborar con un video que une la colección del Museo del Prado y su canción El poder del arte”.
Uno de sus compañeros en el grupo, Lorenzo González, resumió el sentir de una buena parte de sus seguidores y fanáticos: “Hoy, con el corazón roto, sólo quiero darte las gracias por el sueño de haberte conocido. Las lágrimas que empañan esta profunda tristeza no borrarán nunca tu recuerdo. Mi familia y yo te echaremos tanto de menos... Hasta siempre, siempre, siempre, querido Robe”.