Ciudad de México. Un perro llamado Rufo toma la palabra para narrar la historia de un ser humano que intenta recomponer sus pedazos.
En Los perros que salvaron mi vida, monólogo íntimo creado y actuado por Alan Blasco, la pérdida, el duelo y la ternura se entrelazan sin sentimentalismos. La última función se realizará este 13 de diciembre en El Círculo Teatral.
“No me gusta decir que perdí algo. Prefiero pensar que son adioses terrenales y que habrá un reencuentro”, dijo en entrevista el autor, para quien la obra nació de un momento especialmente doloroso.
La mirada del perro funciona como un escudo y una revelación. Blasco explicó que el desafío fue sostener la narración desde la inocencia.
“Lo más complejo fue escribir desde la voz de un perro. Me apoyé en datos científicos. Un perro tiene la capacidad cognitiva de un niño de tres a cuatro años. Desde ahí construí una mirada llena de asombro e ingenuidad”. Esa perspectiva le permitió tomar distancia de su propia biografía sin perder la sinceridad del relato.
La directora Estefanía Norato subrayó que evitaron cualquier caricatura. “No hay una caracterización evidente. No estamos engañando al público. Es un humano con guiños de perro. La animalidad se construye desde el gesto, la atención, el ritmo.
“La voz de Rufo también ordena las emociones. Ese filtro obliga a un tono más lúdico y más franco. Nos alejamos del melodrama porque la visión del perro abre otra lógica, más directa y más limpia.”
El entorno visual acompaña esa intimidad. La escenografía minimalista de Edgar Mora combina sombras, luz y una mampara que sugiere el armario donde habitan los recuerdos del personaje. La música original de Ana Tiaré actúa como una segunda narradora.
“Cada canción es una situación por sí misma. No acompañan, narran. Ella convierte mis cartas y memorias en melodía”, añadió Blasco.
Esa misma delicadeza también define el proceso creativo. Blasco, Norato y Abigail Pulido, quien codirige, fueron compañeros en la Universidad Veracruzana y esa confianza previa permitió abordar una historia profundamente personal sin fracturar el espacio seguro del ensayo.
“Hay una confianza tejida desde hace años. Algunos acontecimientos que aparecen en la obra los atravesamos juntos”, apuntó Norato.
Blasco indicó que el monólogo fue un acto de exposición radical. “Más que mostrarme, es un desnudo. Escribirlo fue exorcizar demonios y honrar a Medusa. Necesito creer que, a través del espejeo, la gente y yo podamos sentirnos menos solos en esta frialdad de la vida.
“Guardo un recuerdo particular: la primera vez que leí el texto a mi hermana Atenas. Me dijo: ‘Es lo mejor que has escrito en años’. Esa frase es mi gasolina”.
Los perros que salvaron mi vida tendrá su última función este 13 de diciembre a las 19 horas en El Círculo Teatral (Av. Veracruz 107, Colonia Condesa, alcaldía Cuauhtémoc). Los boletos tienen un precio de 500 pesos.