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La bailarina de Shamajá

La bailarina Armén Ohanián. Foto
La bailarina Armén Ohanián. Foto Mediateca INAH
06 de diciembre de 2025 00:01

Cuando se piensa en la relación entre danza y socialismo, suele evocarse el ballet soviético, que no por casualidad alcanzó gran difusión durante la guerra fría.

También es posible que venga a la mente la figura de la estadunidense Isadora Duncan, quien, enamorada de las ideas del socialismo, se trasladó a la naciente Unión Soviética para crear una academia de danza. Pero es poco probable que el público lector rememore a la bailarina de Shamajá: Armén Ohanián.

Armén Ohanián nació en 1887 en Shamajá, entonces territorio del imperio ruso y hoy parte de Azerbaiyán. Por decisión propia cambió su nombre, Sofía Pirbudaghián, por Armén Ohanián. Estudió en la escuela de coreografía de Lidija Nelidova en Moscú, donde se aproximó a los métodos del ballet Bolshoi. También trabajó en el Teatro Académico Estatal Maly de Moscú y como cantante en la Ópera Nacional de Georgia. Su carrera como bailarina le permitió recorrer varios países, entre ellos Armenia, Teherán, Grecia, Egipto, Bélgica, Alemania, Italia y Estados Unidos, por mencionar algunos.

Hacia el final de la Gran Guerra se estableció por un tiempo en París, donde el escritor Anatole France la impulsó a escribir sus memorias de infancia y el inicio de su carrera como bailarina. Una vez terminado el texto, se publicó con el título La bailarina de Shamajá (1918) e incluyó un breve prefacio de France. Ese fue el inicio de una fructífera producción memorialística que continuó a lo largo de su vida e incluyó al menos cuatro tomos más, entre ellos En las garras de la civilización (1921) y En la sexta parte del mundo: Viaje a Rusia (1928), obra en la que recoge su experiencia en la Unión Soviética y que consolidó su afinidad con la ideología marxista; El solista de su majestad (1929) y Las risas de una encantadora de serpientes (1931).

Armén conoció al periodista y diplomático mexicano Makedonio Garza en Inglaterra, con quien inició una relación que la llevó a casarse con él en segundas nupcias en 1922. Junto a su esposo viajó a Alemania y luego a México, donde impartió clases en el Conservatorio Nacional de Música y en la Escuela Superior Nocturna de Música. Posteriormente, la pareja salió nuevamente de México para viajar a Moscú y Londres, hasta establecerse definitivamente en nuestro país en 1934. 

Ya instalada en México, Armén militó en el Partido Comunista de México (PCM), colaborando con los grupos de extranjeros miembros de esta organización. Su labor política también la acercó a mujeres de orientación socialista, de modo que fue una de las convocantes al Congreso de Mujeres de noviembre de 1935 en México, en el que Consuelo Uranga presentó su informe como delegada mexicana al Congreso Mundial de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo, reunido del 4 al 7 de agosto de 1934 en París. En este frente político colaboró con figuras como Eulalia Guzmán, Graciela Amador, Matilde Rodríguez Cabo, Angélica Arenal y Esther Chapa.

De su actividad política, uno de los registros más amplios es su colaboración en la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR), para la cual tradujo la entrevista entre H. G. Wells y Stalin de 1924, el discurso pronunciado por Máximo Gorki en el primer Congreso de Escritores Soviéticos en agosto de 1934 y el manual Principios elementales del marxismo de la Universidad Obrera de París. En la revista de la LEAR, Frente a Frente, Armén publicó textos en los que exaltaba el realismo socialista, postura que mantuvo en obras posteriores.

Armén elaboró un amplio conjunto de estudios sobre literatura rusa, española y mexicana. Sobre la primera publicó León Tolstói: su vida, su época, su obra (1934), Las guerras campesinas en Rusia y Tolstói (1939), La ruta de Máximo Gorki es la nuestra (1939) y La lucha de clases en la literatura (1938), obra dedicada al análisis del carácter de clase en la obra de Pushkin. Sobre literatura española publicó Un análisis marxista de la literatura española (1937) y La literatura española medieval (1956). Respecto a la literatura mexicana, elaboró Clásicos mexicanos (1939), dedicado al comentario de las obras de Ruiz de Alarcón, sor Juana Inés de la Cruz y José Joaquín Fernández de Lizardi.

En sus estudios literarios, Armén adoptó la interpretación marxista-leninista, que concibe los productos culturales e ideológicos como determinados por la base material de la sociedad. De esta forma, considera el clasicismo, el romanticismo y el realismo como etapas de la literatura burguesa, superadas finalmente por el realismo socialista. 

Estos estudios fueron presentados mediante conferencias en la Facultad de Filosofía y la Facultad de Estudios Superiores de la Universidad Nacional de México. No obstante, hoy las obras de Armén están excluidas del canon de la crítica literaria que se enseña en la UNAM.

La labor de traducción de Armén no se limitó a los textos realizados para la LEAR, pues en colaboración con su esposo Makedonio también tradujo libros de historia, como la Nueva historia universal (1946), de los autores soviéticos Y. M. Bochárov y A. Z. Yonisiani, y la Historia del movimiento obrero internacional (1936), publicada por la Secretaría de Educación Pública bajo la política de educación socialista. Tal vez el libro más conocido entre los traducidos por Armén y su esposo es La Revolución Mexicana de 1910-1917 y la política de Estados Unidos (1960), de M. S. Alperovich y Boris Timofeevich Rudenko, obra con la que la editorial Fondo de Cultura Popular del PCM inició su exitosa colección de historiografía soviética sobre México, titulada Pasado y presente de México.

Armén Ohanián fue testigo de profundas transformaciones del siglo XX en diversas partes del mundo. Sus viajes, primero como artista y después en compañía de su esposo Makedonio Garza, le permitieron vivir la Primera Guerra Mundial y la posguerra, conocer el esplendor artístico del París de entreguerras, acercarse a la revolución socialista de Octubre y, más tarde, experimentar la posrevolución mexicana.

La vida de Armén aún está por explorarse, pero sin duda es digna de una novela de aventuras y, en ese sentido, se asemeja a la de Tina Modotti: una extranjera, artista y militante comunista que también encontró en México su lugar definitivo.

*Historiador de la ENAH [email protected] 

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