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La tv en España, un terreno fértil para discurso de odio y 'fake' news

'Espejo público', de Antena 3, conducido por Susana Griso, durante la entrevista a los políticos de la izquierda andaluza Teresa Rodríguez y José Antonio Maíllo. Foto
'Espejo público', de Antena 3, conducido por Susana Griso, durante la entrevista a los políticos de la izquierda andaluza Teresa Rodríguez y José Antonio Maíllo. Foto Europa Press
16 de octubre de 2025 08:04

Madrid. Las televisoras en España se han convertido en el nuevo Parlamento, donde se fija la agenda política, se confrontan las ideas –la mayoría de las veces a gritos–, y donde proliferan desde hace unos años periodistas o tertulianos capaces de “opinar” con la misma “solvencia” de la importancia del más reciente hallazgo científico en la Universidad de Yale que de las bondades y defectos de la ley más actual del gobierno.

Es un terreno hostil, en el que sobrevuelan las mentiras manifiestas, los bulos malintencionados, las fake news, que se propagan como llama de pólvora en las redes sociales.

En ese hábitat escabroso hay algunos periodistas, la mayoría de derechas, que directamente insultan, como llamar “gorda” a una política, o definen de “ingenua” a una mujer violada por una “manada” de jóvenes durante unas fiestas populares.

Además del sinfín de bulos que han circulado contra el presidente del gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, y su entorno, como asegurar que su esposa, Begoña Gómez, en realidad nació “hombre” y es transexual (similar al que inventaron a la esposa del presidente de Francia, Emmanuel Macron) o aseverar que durante su juventud el propio Sánchez lucró de los negocios de prostitución que regenteaba su suegro.

Al ver una tertulia televisiva, sobre todo de alguna cadena privada, puede escuchar cómo un periodista, en este caso Vicente Gil, del polémico portal informativo OKDiario, fundado por Eduardo Inda, califica a Pedro Sánchez de “cobarde rata miserable”; o que para referirse a algunas de las mujeres que participaron en la Global Sumud Flotilla llamaran a la ex alcaldesa de Barcelona Ada Colau “gorda” y “ególatra” que “debería acabar en un zoológico” y a Greta Thunberg “la progre más idiota del planeta”. También se puede escuchar al ultraderechista y periodista Eduardo García Serrano al describir a la ex consejera de Sanidad de Cataluña, Marina Geli: “Esta señora es una guarra, una puerca y está creando degenerados. Una guarra que anima a los jóvenes a meneársela (masturbarse)”.

Desde hace unos años, sobre todo a raíz del surgimiento del movimiento social del 15M, en plena crisis económica de 2011, la programación diaria de las televisoras cambió para siempre. Si antes la información política era residual, y en los noticieros se limitaba a algún programa o dos de análisis y debate a la semana, de pronto las televisoras privadas vieron en la politización creciente de la sociedad y, sobre todo, en el profundo malestar reinante contra la clase política, un espacio para hacer caja.

Todas las cadenas, sobre todo Antena 3, la Sexta y Telecinco, se llenaron de tertulias políticas o lo que algunos llaman infoentretenimiento, programas de actualidad, que, más que informar, su vocación es entretener, de ahí que la constante sea el grito, el insulto y hasta la agresión.

Hasta 12 horas al día de infoentretenimiento

Hoy día, la mayoría de los canales de televisión en España, ya sean públicos o privados, tienen entre ocho y 12 horas diarias de información política o debates a través de las tertulias. Es un formato barato, una mesa de debate con participantes de ideas antagónicas, que cobran entre 150 y 500 euros por programa, y que sirve para rellenar horas y horas de televisión.

José Manuel Palacio Arranz, uno de los mayores expertos en comunicación audiovisual en España, con una amplía obra académica y profesor en la prestigiosa Universidad Carlos III de Madrid, explicó a La Jornada: “lo que ocurre en España no es singular, aunque sí se produce con una intensidad singular y se debe a la polarización política, aunque eso tampoco es exclusivo de España, pero es verdad que lo que está pasando ahora mismo aquí no ocurre en Italia, Francia, Reino Unido o Alemania, donde también tienen enormes diferencias políticas.

“Si recordamos que el primer planteamiento de la televisión pública en España nació con el planteamiento célebre de John Reid en la BBC, hace más de medio siglo,‘informar, culturalizar y entretener’, pues es evidente que eso no se produce ahora. Y en ese sentido es evidente que se ha escorado hacia un camino que no tiene nada que ver con culturizar o educar.”

Ante la proliferación de este tipo de formatos en las televisoras privadas, el nuevo presidente de la pública Radio Televisión Española (RTVE), José Pablo López, nombrado por el gobierno, decidió asumir este modelo y extender en sus canales y franjas horarias el formato de la tertulia, incluso en un canal tradicionalmente enfocado a la cultura y los documentales de medio ambiente, como La 2.

Lo justificó con el argumento de que “RTVE tiene como misión promover un auténtico debate democrático y plural, aunque no resulte cómodo, aunque haya quien prefiera que de eso se ocupen otros o aunque, durante algún tiempo, no fuera un asunto prioritario”. El objetivo es que los diferentes canales de la televisión pública se conviertan no sólo en un referente informativo, sino también de debates y tertulias. De ahí que programas como La hora de la 1, presentado por la periodista Silvia Intxaurrondo, se haya convertido en referente y antagónico a otros espacios de su misma franja de horario, con un estilo más zafio y con menos rigor, como Espejo público, de Susana Griso, en Antena3, o El programa de Ana Rosa, en Telecinco.

Un periodista habitual de las tertulias es Javier Gallego, quien reconoció: en realidad, “las tertulias políticas son un show porque en la era de las nuevas tecnologías, la televisión sigue siendo el medio de información y conformación de la opinión por excelencia de donde han salido líderes políticos y los partidos se han dado cuenta de que las televisiones son fundamentales para transmitir su mensaje y estar presentes”.

Fran Carrilladas, un consultor experto de La Fábrica de Discursos, explicó que “la tertulia por definición es la antítesis del análisis sosegado. Está más cerca del show que de la reflexión. No aporta conocimiento al receptor. Y a pesar de que ocupan horas de la programación de las principales cadenas, cada vez es más normal que este tipo de formatos apuesten más por el espectáculo que por el contenido político en sí.

“Es lo que algunos expertos en comunicación política hemos tenido a bien llamar infoentertainment; es decir, otro formato más para entretenernos. Están en su mejor momento de cantidad, pero no de calidad.”

Víctor Sampedro, catedrático de opinión pública y comunicación política, de la Universidad Rey Juan Carlos, abundó al respecto que a las empresas de televisión “les funciona mejor para conseguir audiencia invitar a personajes con un discurso muy marcado y normalmente muy bronco, en vez de a periodistas o analistas. Las tertulias son baratas de producir, así que si consigues audiencias altas resultan tremendamente lucrativas”.

La periodista Mercedes Barona explicó: “vivimos sumergidos en la tertulia constante. Es como si la televisión, la radio y las redes sociales fueran una especie de patio de vecinos infinito, donde siempre hay alguien opinando, discutiendo, levantando la voz. Y es que, además, da igual si ayer defendían una cosa y hoy la contraria; lo importante es tener algo que decir, aunque sea un disparate”.

El catedrático Palacio Arranz se refirió a la proliferación de los bulos en España y alrededores: “No es algo nuevo, lo que sí es nuevo es que se hable tanto y con tanta rapidez sobre ellos. Finalmente, los bulos no son otra cosa que pura propaganda y eso ha existido siempre, desde hace milenios; sin embargo, antes había mucho pudor y por un lado iba la información y por otro la propaganda; en la actualidad, los bulos se entienden como una práctica cotidiana de información”.


 

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