Se atribuye al ex presidente Eisenhower el uso de una matriz de cuatro cuadrantes para ordenar las tareas de gobierno. Las tareas pueden ser: a) urgentes e importantes (requieren atención continua); b) no urgentes pero importantes (programarlas); c) urgentes pero no importantes (delegarlas); d) no urgentes y no importantes (diferirlas o eliminarlas).
La divisa principal de la 4T reza: por el bien de todos, primero los pobres; es una tarea urgente e importante. Lo será por tiempo indefinido. Es urgente porque los pobres de toda pobreza son millones y muchos pasan hambre: viejos, de edad media, niñas y niños. Es urgente y nada es más importante que acabar con la pobreza y la pobreza extrema; es importante también porque es la vía para mantener el apoyo y los votos que mantendrán el continuo abatimiento de la pobreza.
En 1995, cuando Evo Morales era el líder cocalero de los aymaras, respondió así al insulto de un oficial de la cárcel de Copacabana: “Este indio de mierda va a ser tu presidente”. Así fue. En 13 años de gobierno, Evo redujo la pobreza del 60 al 34 por ciento; el PIB creció a una media de 4.9 por ciento por año; el analfabetismo fue abatido... Hoy todo se fue a la mierda. La desgracia no sobrevino de pronto. Fue construida por mil pequeños hechos ocurridos en el corto plazo.
El pasado 21 de agosto, el asociado senior del Center for Strategic and International Studies de Washington, Eric Farnsworth, en artículo para The Washington Post, festejó con histeria la caída del MAS, de Evo: “Para Estados Unidos… el cambio repentino de Bolivia supone una oportunidad [litio, do you know?]. Latinoamérica se encuentra en medio de un reajuste electoral. Comenzó en Argentina con la elección del conservador Javier Milei. Ecuador siguió con la elección del centrista Daniel Noboa. En ambos países, los votantes respondieron a los fracasos y excesos de los líderes anteriores. Ahora está Bolivia, y se avecinan elecciones en Chile, Colombia, Costa Rica y Honduras… Una vez que el nuevo presidente de Bolivia tome posesión, Estados Unidos, otros aliados democráticos e instituciones como el FMI deberán ofrecer su firme apoyo a las reformas que rejuvenezcan la economía del país… Washington, en particular, debería levantar los aranceles del 15 por ciento impuestos a Bolivia, una nación empobrecida que exporta poco a Estados Unidos y necesita desesperadamente apoyo para relanzar la democracia liberal…”
El monstruo imperialista está al acecho a todas horas. Trump quiere para sí toda la riqueza que exista, esté donde esté. Y hacer ostentación loca de sus millones. La Casa Blanca está ahora forrada de oro; hasta los marcos de los cuadros. Trump y su gobierno detestan todo lo que huela a izquierda, a pueblo, o a progresismo: los temen al extremo. Saben que un día pueden ser su tumba. Trump pondrá en juego todo su poder para impedirlo. Extender su vida de opulencia a costa de la pobreza o del hambre de quien sea, es su cometido permanente.
EU quiere ver al PAN o al Prian encaramados en el gobierno, satisfaciendo a la élite gringa hasta en su más mínima manía o desvarío. Para evitarlo, México no tiene más recurso que el pueblo mexicano sosteniendo con su apoyo y sus votos el proyecto 4T, para seguir sirviendo a ese mismo pueblo. Pero ese apoyo y esos votos pueden deshilvanarse por efecto de una multitud de hechos del corto plazo que mengüen las condiciones de vida de los de abajo. Esa multitud de hechos puede ocurrir porque el gobierno no pueda atajarla, aunque perciba la mengua progresiva. En ese caso, la base productiva y el empleo afincado no pueden elaborar los bienes y servicios requeridos para satisfacer las necesidades de la vida de los de abajo: entonces la penuria estaría instalada, y el desastre llega: así pasó con el gobierno de Evo, de los Kirchner, de Lula (primer periodo), de Correa, etc.
La penuria llega porque conforme crece la población y sube el bienestar de la misma, el consumo total de bienes y servicios aumenta. En algún momento, la base productiva no puede abastecer ese consumo; los precios comenzarán a aumentar y el bienestar social a declinar. La base productiva no crece porque la inversión privada y, por tanto, el empleo, se frenan. A su turno, ello ocurre porque la tasa de rentabilidad de las nuevas inversiones decrece o es insuficiente, y porque la tasa de interés es demasiado alta en relación con la rentabilidad. La inversión pública también puede caer porque el impacto de las nuevas condiciones aumenten el déficit fiscal. El consumo de bienes disminuirá, y los servicios públicos (educación, salud) se merman. Esa dinámica conducirá al malestar social y, en algún momento, al abandono de un gobierno originalmente progresista. En México, el uso de la base productiva no parece haber llegado a un máximo: el aumento del salario y los programas sociales han hallado respuesta en la base productiva. Pero la base productiva crece débilmente, y la inversión también.
La descripción es esquemática, pero es, en sustancia, lo que ocurre.