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Ciudad perdida

27 de febrero de 2024 07:49

Todo parece indicar que la estrategia ya se echó a andar y que los sabios de la derecha han montado el plan del cuchareo de encuestas para hacer que la gente suponga que las diferencias entre las dos candidatas a la Presidencia de la República son menores a lo que dicta la realidad.

Habría que decir, para empezar, que como ya es de dominio público, las mediciones sólo reflejan verdades al final de las contiendas mientras pueden y hacen lo que mejor les place.

La certeza sobre su actuación no parece ser certificada. A fin de cuentas, se hace suponer que lo que se diga en las encuestas no perjudica en nada a los contendientes, y por eso no es necesaria la vigilancia sobre los números que ellos dicen obtener de parte de la ciudadanía.

No obstante, las mediciones sí gravitan sobre los contendientes, principalmente en su ánimo. A fin de cuentas, al momento de conocer resultados se da una reacción que puede empeorar la figura del o la candidata y nadie quiere estar cerca de quien termine en la derrota.

Pero más: frente a la ciudadanía hay un efecto que se sirve del conteo que hacen las empresas encuestadoras para encauzar voluntades. Siempre que las convicciones ideológicas no son muy sólidas el voto depende de un sinnúmero de factores que manipulan quienes tienen más recursos económicos para comprar votos, por ejemplo.

Al empezar el siguiente mes, precisamente cuando se inicien las campañas, seguramente se publicarán una buena cantidad de encuestas que empiecen a contradecir la realidad.

Entonces se habla de tendencias, de competencias críticas, y con ello se va creando una narrativa que derrota, o da por triunfador –sin decirlo– a uno de los partidos políticos contendientes.

Entre las casas dedicadas a la medición de las preferencias partidistas parece que hay acuerdos que definen situaciones. De pronto una pifia en la boca o en la actuación de cualquiera en la contienda provoca reacciones a veces demoledoras.

Así, el mejor pretexto de las casas encuestadoras para manipular los resultados, en caso de que así fuera, es decir que se trata de una fotografía del momento y no de la necia realidad. Por eso tampoco son responsables de crear una verdad falsa.

Desde luego, no podemos acusar a nadie en particular, pero la experiencia nos demostró que las encuestas fueron un pilar para que las elecciones terminaran en un haiga sido como haiga sido.

Más vale poner atención en lo que arrojan las encuestas para estar ciertos de cómo evolucionan las mediciones y cómo se juega con ellas para tratar de engañar a la verdad.

Atención y seguimiento, eso tiene que ser una condición necesaria para impedir que se argumente un fraude a partir del cuchareo de las encuestas. ¡Aguas!

De pasadita

Hay un personaje nefasto, muy pegado a la 4T, que se dedica, en buena parte, a defender a pillos metidos en la problemática de las inmobiliarias.

No es cualquier cosa, se trata de empresas como la llamada JSa, cuyos socios tienen un buen número de denuncias encima; denuncias que este personaje y su equipo de abogados han protegido durante un buen tiempo amparados en la fuerza del personaje entre la militancia de la 4T.

El asunto es muy grave, no tanto por la influencia que tiene el defensor de los acusados, sino por la impunidad que logran quienes timaron la buena voluntad de quienes compraron sus productos, en este caso los departamentos que pusieron en venta.

Así pues, es hora de que en el equipo de Claudia Sheinbaum se advierta que ese tipo de pulgas no cabalgan en la 4T.

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