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ONU: situación "apocalíptica" en Gaza; Israel expande ataques

07 de diciembre de 2023 08:24

Tel Aviv. Advertencia: esta nota contiene detalles perturbadores acerca de personas heridas.

Un niño pequeño que llama a gritos a su mamá sin saber que está muerta, y que grita porque los médicos no tienen suficientes analgésicos para aliviar su sufrimiento. Un niño de 8 años cuyo cerebro está expuesto porque una bomba le dañó partes del cráneo. Una adolescente a la que le extrajeron quirúrgicamente un ojo porque todos los huesos de su cara están rotos. Un niño de tres años con amputación doble, cuyos miembros cercenados están en una caja a su lado. Y en el fondo, el tufo de carne podrida y gusanos que salen de las heridas no tratadas.

Esta es la realidad cotidiana en el Hospital Europeo, en la ciudad de Jan Yunis, en el sur de Gaza, como la describe el veterano cirujano británico de guerra Tom Potokar, quien trabaja para el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). Mientras Naciones Unidas advierte que la situación en Gaza es apocalíptica, los militares israelíes han expandido una feroz campaña terrestre desde el norte del territorio sitiado hacia el sur, donde se estima que hay 1.9 millones de palestinos desplazados.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha jurado continuar la guerra hasta que el ejército destruya a Hamas, que gobierna la franja y lanzó un ataque letal en el sur de Israel, en el que mil 200 personas fueron asesinadas y 240 capturadas como rehenes. Israel realizó el bombardeo aéreo más intenso de su historia sobre Gaza después del ataque de Hamas. Y en días recientes, fuerzas israelíes han empezado a irrumpir en Jan Yunis, la ciudad más grande en el sur, lanzando el que se considera el mayor asalto terrestre desde la frágil tregua de siete días que se derrumbó la semana pasada.

Dentro del Hospital Europeo, uno de los principales centros médicos que dan servicio a la ciudad y zonas circundantes, los médicos luchan por atender a la interminable corriente de heridos, dice Potokar. Casi la mitad de ellos son niños.

He perdido la cuenta de los niños que hemos atendido con heridas horribles, quemaduras, amputaciones, y que han perdido a toda su familia, comenta Potokar a The Independent desde el interior del complejo hospitalario, del cual, como otros médicos, no ha salido en cinco semanas. Médicos palestinos e internacionales duermen en el suelo, alimentándose de paquetes de tallarines y trabajando en turnos de 14 horas, explica. Relata que una noche por poco lo mata un trozo de metralla que entró por la ventana.

Algunos médicos, incluso enfermeros y cirujanos con los que Potokar trabajaba, han perecido junto con docenas de sus familiares. Por lo menos uno de los 100 empleados del CICR que trabajan en Gaza ha muerto también.

Potokar ha trabajado 14 veces en Gaza. Ha laborado en el campo como cirujano en Somalia, Siria, Afganistán y Yemen, pero este conflicto, afirma, es sin duda el peor.

Vidas destruidas

He visto demasiados niños cuyas vidas han sido destruidas, continúa. Traté a un niño de cuatro meses con significativas quemaduras. Atendí a uno de 8 años que tenía una fractura abierta de cráneo, con el cerebro expuesto. Es horrible de ver, y no para.

En días recientes Potokar atendía en la unidad de cuidados intensivos a un paciente de quemaduras que había huido del norte del país, cuyas heridas eran sépticas porque los vendajes no se habían cambiado en días. En la cama de al lado de ese paciente había un niño de tres años. Tenía dos amputaciones arriba de la rodilla, causadas por un ataque aéreo la noche anterior. Más tarde me enteré de que su padre también tenía una amputación, y el resto de la familia no sobrevivió. Y no es un caso único.

La pausa en los combates durante el alto el fuego de una semana, negociado por Qatar, había dado cierto respiro a millones de palestinos que viven en el enclave de 42 kilómetros de largo. Docenas de rehenes, entre ellos ancianas y niños de sólo cuatro años, fueron liberados. El CICR facilitó el traslado de 104 rehenes, y 154 palestinos detenidos obtuvieron su libertad en el canje.

Pero desde que expiró la tregua, el 1º de diciembre, Israel ha irrumpido en el sur de Gaza, mientras continúa operaciones en el norte. Casi 2 millones de palestinos, a los que Israel ordenó refugiarse en el sur, se hacinan ahora en lugares cada vez más estrechos y extremadamente saturados, en malas condiciones sanitarias, advirtió ayer Volker Turk, jefe de derechos humanos de la ONU. La ayuda humanitaria ha sido virtualmente cortada y cunden los temores a la propagación de enfermedades y el hambre, añadió.

El vocero militar israelí Jonathan Conricus declaró a CNN que las fuerzas tenían como objetivos los centros de comando y control de Hamas, arsenales e instalaciones logísticas, y que habían pedido a los palestinos evacuar hacia una zona humanitaria especial en el sur de Gaza, cerca de Jan Yunis. Reconoció que no es perfecta, pero es la mejor solución que tenemos disponible.

El ministerio de Salud de Gaza, gobernada por Hamas, afirmó que el número de muertos se ha elevado desde la reanudación de hostilidades, con más de mil 200 decesos tan sólo la semana pasada. En total, funcionarios de salud sostienen que la ofensiva israelí ha matado a más de 16 mil palestinos, de los cuales 70 por ciento eran mujeres y niños. El grupo de ayuda Save the Children señala que la cantidad de muertos en Gaza es tan alta que sobrepasa el número de niños muertos en las zonas de conflicto del planeta de 2019 a la fecha.

El peor lugar del mundo

Jan Egeland, secretario general del Consejo Noruego de Refugiados, expresó el martes pasado que la pulverización de Gaza se encuentra ahora entre los peores asaltos a cualquier población civil en nuestro tiempo. La agencia de Naciones Unidas para los niños (Unicef) advirtió esta semana que Gaza es el peor lugar del mundo para ser niño. Y va a empeorar.

En el Hospital Europeo, por lo menos 360 personas están en lista de espera para una operación, un número imposible de atender, lamenta Potokar. Es casi una tormenta perfecta de heridas sin atender, y luego los pacientes están mal nutridos, lo que significa que no sanarán. Han recibido diferentes procedimientos en distintos lugares y los han transferido de un lugar a otro, añade. Esto se debe a la escasez de personal, porque los médicos mueren en los ataques o no pueden ir al hospital debido a los bombardeos y los caminos destruidos.

El enfermero que lo ayudó con el niño de tres años con doble amputación pereció hace tres noches, junto con 12 miembros de su familia. Un cirujano plástico, también colega suyo, murió junto con 30 familiares en un ataque aéreo, hace cuatro semanas. Cada día, enfermeros y médicos atienden a familiares y amigos que llegan al hospital, y muchos no alcanzan a llegar.

Es difícil encontrar a alguien que no haya perdido a un pariente cercano, añade el médico. Hay demasiados heridos y falta personal, y no hay tiempo suficiente para atenderlos a todos. Así que hay que definir prioridades.

Las infecciones cunden sin freno en los hospitales, por las heridas que no son atendidas a tiempo; existe un número abrumador de pacientes con lesiones complejas que no han recibido tratamiento.

El doctor Potokar comenta que cualquiera que dudara del impacto devastador en los civiles cambiaría de opinión si pasara un día en los pabellones.

“Si pudiera traer a cualquier persona que no esté segura de lo que ocurre, y la pusiera aquí a oler el tufo de carne podrida, a ver a los gusanos que salen de las heridas de una persona que tiene carne necrótica y oír los gritos de los niños porque no hay suficientes analgésicos y quieren a su mamá, que no va a aparecer porque está muerta… creo que esa persona sentiría un poco diferente acerca de esto.”

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

 
 

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