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Preocupa la salud mental de alumnos

Instan a mejorar la formación de médicos en escuelas públicas

Muchos docentes se niegan a modificar los métodos de enseñanza que han utilizado la presión por décadas, dice el doctor Benjamín Guerrero

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▲ Estudiantes de la UNAM y del IPN acusan que muchos compañeros abandonan la carrera derivado de las prácticas de algunos de los profesores. En la imagen, la Facultad de Medicina en Ciudad Universitaria.Foto La Jornada
 
Periódico La Jornada
Martes 6 de junio de 2023, p. 11

Con el argumento de que así son las cosas y de que los estudiantes no sirven si no saben y memorizan todo, la carrera de Medicina ha sido tradicionalmente un espacio donde los alumnos se acostumbran a recibir insultos, maltratos y humillaciones, como parte de un sistema piramidal de explotación.

Así lo describen jóvenes de universidades públicas adscritos a dicha licenciatura, quienes señalaron que las condiciones de violencia y presión excesiva en las aulas llevan a muchos de sus compañeros al desgaste emocional, desensibilización ante los pacientes, depresión, e incluso casos de suicidio, como el que ocurrió hace poco más de un año en la Facultad de Medicina de la UNAM.

Aquí estás para sufrir

Para Andrea (nombre ficticio para proteger su identidad), entrar a la Facultad de Medicina de la máxima casa de estudios siempre fue un sueño. Cuando logró cumplirlo, dice, estaba súper emocionada, a pesar de la gran cantidad de información con la que ella y sus compañeros fueron bombardeados al empezar clases.

En una ocasión, al estar en el primer año de la carrera, decidió acercarse a los servicios de siquiatría de su colegio para pedir una cita, y fue ahí en donde se llevó uno de los primeros desencuentros con el lugar donde tanto ansiaba ingresar.

“Me acerqué con la secretaria a hacerle una pregunta y me respondió: ‘¿qué no sabes leer?’ Me empezó a ofender horrible. Le pedí su nombre, y me lo escribió riéndose. Fui a hablar a la dirección, pero claramente no hicieron nada, porque era parte del sindicato, y pensé ‘vengo en busca de ayuda, y aquí me hacen sentir peor’”.

Conforme fue avanzando en la licenciatura, Andrea fue descubriendo la competencia descarnada entre alumnos por hacerse de los mejores lugares en el internado, lo que hace difícil tener amigos; el agotamiento que produce la exponencial carga de estudio; el acoso sexual de algunos maestros y la ausencia de criterios objetivos para evaluar a los jóvenes.

Una docente en particular, recuerda en charla con La Jornada, reprobó a todo un grupo sin explicar a los alumnos en qué habían fallado o cómo podían mejorar, además de poner en duda su capacidad.

“A los doctores (que nos dan clase) les gusta hacerte sufrir, y así te lo dicen: ‘así es la carrera y aquí estás para eso, para sufrir’. Recuerdo a muchos compañeros llorando, sin saber qué hacer, porque sientes impotencia, y esta maestra se burlaba y nos decía: ‘¿ustedes creen que van a pasar el examen extraordinario?, si ni aprobaron mis exámenes finales’. A esa señora le aprendí todo lo que no quiero ser en la vida.”

Al paso del tiempo, y con buena parte de su camino académico andado, la joven mira hacia atrás y ve con desencanto lo que alguna vez la ilusionó. Tanto así, dice, que compara a la medicina con el narcotráfico: un sistema horrible, de jerarquías, de hacer menos al de abajo.

Si algo ha aprendido en la carrera, expone, “es que aquí gana el que se jodió al de al lado. Muchos de mis compañeros se han vuelto malos, porque a todos los tratan mal y los humillan. A mí me ha tocado ver como a los R1 (residentes de primer año) los cuestionan frente a los pacientes y les dicen ‘putos’ y ‘pendejos’”.

Normalizar el abuso

En el Instituto Politécnico Nacional (IPN) las cosas no son muy diferentes. De acuerdo con Natalia –un nombre también ficticio, para mantener el anonimato–, entre los estudiantes de Medicina es muy sabido que, con el argumento de que en su vida profesional tratarán con personas cuya vida está en tus manos, el nivel de exigencia es exageradamente alto.

Siempre te dan el mensaje de que no te puedes equivocar, y si lo haces, recibes humillaciones, insultos y burlas. Todo debes hacerlo bien, porque si no, te dicen que no sirves para nada y que mejor te vayas a otra carrera, cuenta la alumna de la Escuela Superior de Medicina del IPN.

Dicha situación “lleva a que un gran porcentaje de los alumnos en algún momento de la carrera caigan en un síndrome de burnout (o desgaste ocupacional extremo) donde ya no puedes más. Te programan para que veas normal que te traten así, que sean abusivos contigo”.

La joven subrayó que es imposible saber todo a la perfección, todo el tiempo, pero ya se volvió una cacería donde el profesor busca qué es lo que no sabes para humillarte frente a todos y decir que ya deberías dominar el tema.

Aunque considera positivo que en la escuela te hagan ver la responsabilidad de un médico al tratar a un paciente, Natalia piensa que la forma en la que lo hacen no es buena, porque lejos de ayudarte a tomar conciencia, te hacen sentir que no puedes. Conozco mucha gente que se ha tenido que salir de la licenciatura porque es muy pesado aguantar este ritmo.

Disciplina sin maltrato, el objetivo

El doctor Benjamín Guerrero, jefe del Departamento de Siquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM, tiene claro que las denuncias de maltrato y humillaciones de los alumnos de la carrera son un asunto complejo y de larga data que obedece a varios factores, entre ellos la resistencia de muchos docentes a modificar los métodos de enseñanza que han utilizado por décadas.

Se confunde disciplina con maltrato, porque pensamos que uno nos va a llevar a la otra y no es así: podemos enseñar con calidad, con alta exigencia, pero sin violentar, porque lo cierto es que por mucho que yo te maltrate, eso no garantiza que vas a ser disciplinado o que tienes los conocimientos necesarios. Tenemos que luchar por desterrar esos métodos, porque no ayudan a mejorar la educación, sino a lastimar a la gente, apuntó el especialista.

Para Guerrero, además de las formas de enseñanza que muchos estudiantes consideran violentas o irrespetuosas, también inciden en la problemática el hecho de que los jóvenes cargan toda la tensión de no fallarle a su familia y a sí mismos en su propósito de convertirse en médicos, y que dejaron de socializar durante más de dos años debido a la pandemia de Covid-19.

El experto señaló que, para atender los problemas de estrés y angustia de los alumnos, las autoridades lanzaron el Programa de Salud Mental para la Comunidad de la Facultad de Medicina, aprobado el 10 de agosto del año pasado por el Consejo Técnico de la escuela, con el objetivo de generar los conocimientos que nos permitan saber qué es lo que ellos viven como maltrato y ofrecerles servicios dirigidos a sus necesidades.

En dicho esquema, indicó, se busca impulsar medidas de autocuidado, crecimiento personal, autoestima y resiliencia, entre otros temas.

Sin embargo, más allá del abordaje terapéutico a los alumnos ya afectados, Guerrero admite: “tenemos que replantearnos el trabajo como médico y hacerlo en equipos, donde el liderazgo sea más horizontal, no como la tradición lo ha marcado, de que ‘la letra con sangre entra’, con un poder completamente vertical”.