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Banamex, para Germán Larrea // Historias de impunidad y saqueo // ¿Y el combate a la minoría rapaz?

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▲ Con la eventual venta de Citibanamex al grupo encabezado por Germán Larrea surge la pregunta: ¿en qué quedó el prometido combate a la minoría rapaz? La imagen corresponde a septiembre de 2015, en un informe de Enrique Peña Nieto.Foto Marco Peláez
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odo apunta a que Citigroup concretó la venta de Banamex, el segundo banco en importancia que opera en el país (propiedad estadunidenses desde 2001), y algunos celebran que pase a manos nacionales, las del tóxico Germán Larrea, aunque, como a lo largo de los pasados 28 años –y los siguientes 47, cuando menos– el pago de su interminable deuda seguirá cargándose a los mexicanos, mientras las voluminosas ganancias llenan las alforjas de un puñado de particulares. Entonces, pírrica victoria para esta República concesionada y saqueada.

Dado lo anterior, la propiedad de Banamex debería ser de los mexicanos, porque de sus bolsillos no sólo han salido y seguirán saliendo los dineros para amortizar el ilegal rescate zedillista (Fobaproa), sino los multimillonarios recursos para que el tóxico Germán Larrea se quede con esa institución financiera fundada en 1884 (producto de la fusión de los bancos Nacional Mexicano y Mercantil Mexicano), la cual, a lo largo de su historia ha pasado por varias manos: capitales europeos y mexicanos, del Estado, reprivatizada, rescatada ilegalmente por Zedillo, extranjerizada por Fox (Citibank se quedó con él) y finalmente entregada al zar del cobre, uno de los mayores saqueadores de la riqueza nacional, y por si fuera poco ex accionista del Banamex rescatado (lo fue de los también rescatados Serfin, Atlántico y Comermex, que pasaron a ser propiedad de Santander, HSBC y Scotiabank, respectivamente) y beneficiario de la venta a Citigroup libre de impuestos (no sólo fueron Roberto Hernández, Alfredo Harp Helú y Claudio X. González Laporte), amén de ganador de otras suculentas privatizaciones, como Minera de Cananea y Ferrocarriles Nacionales de México (también concesiones petroleras, de generación eléctrica y mucho más).

Por cierto, el presidente López Obrador divulgó información sobre los beneficiarios de la política fiscal de Calderón y Peña Nieto, y entre los principales aparece Grupo Banamex con una condonación de impuestos por 15 mil 848 millones de pesos, y una rebanada de esa cantidad terminó en el bolsillo de Germán Larrea.

A lo largo de los pasados 28 años, los mexicanos han pagado –vía Presupuesto de Egresos de la Federación– entre un billón 200 mil y un billón 500 mil millones de pesos para amortizar la ilegal deuda (legalizada por los prianistas) resultante del rescate bancario de 1995. En ese mismo periodo, los bancos rescatados y extranjerizados han obtenido más de dos billones de pesos en utilidades netas. En ambos casos, los números siempre son ascendentes, porque a pesar de la fortuna que sale del erario para reducirlo, el débito del rescate no deja de crecer, al igual que las ganancias de los barones financieros. Y lo que falta en los dos casos.

En 2000, Germán Larrea, junto con su inseparable escudero Claudio X. González Laporte (ambos salinistas de hueso colorado), era parte del consejo de administración de Banamex, es decir, un año antes de la extranjerización del banco, de la que el zar del cobre se benefició, así como de la evasión fiscal resultante de la compraventa por Citibank (distinta a la condonación de impuestos citada líneas arriba) y de un rescate, el de Zedillo, que no debió ser.

Pero la historia no termina ahí: parece que este tóxico hombre de negocios quiere que Pedro Aspe (secretario de Hacienda con Salinas) sea presidente del nuevo grupo financiero y Javier Arrigunaga Gómez del Campo su director general, es decir, Larrea pretende que su equipo directivo se forme con quien privatizó Banamex (Aspe) y con quien lo rescató (Arrigunaga fue director del Fobaproa, más adelante director general del banco rescatado y presidente de la Asociación de Bancos de México). Además, el dúo dinámico de la evasión fiscal, Roberto Hernández y Alfredo Harp, formarían parte de los nuevos accionistas. Una cueva de ladrones y una oda al cinismo, la corrupción y la impunidad.

Entonces, ¿en qué quedó el prometido combate a la minoría rapaz?

Las rebanadas del pastel

Del impresentable ecuatoriano Guillermo Lasso al diccionario de lawfare: golpe de Estado y disolución de la Asamblea Nacional (Congreso) se denomina decisión democrática y el juicio político por corrupción desestabilización de mi gobierno. La derecha siempre tan creativa… Qué decir de la guatemalteca Zury Ríos (una suerte de Lili Téllez, pero en chapín) hija del asesino y golpista Efraín Ríos Montt, sempiterna candidata a todo y ganadora de nada, pero cómo le gustan el pleito y el chisme.

Twitter: @cafevega